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ENTREVISTA | Indumentaria y cambios culturales

Pía Montalva y el hilo invisible entre moda, identidad y poder

domingo, 03 de diciembre de 2017

ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ
Historia
El Mercurio

La historiadora acaba de lanzar el libro "Apuntes para un diccionario de la moda" (Hueders). A través de crónicas y definiciones en torno a distintos elementos de la indumentaria, la obra explora la forma en que la ropa refleja la autobiografía de las personas y la manera en que adhieren a los cánones sociales y del poder.



P de pantalón, de plateado, de polera, de poncho y de prendedor. K de kimono. E de estilo. T de terno, traje de baño, traje sastre, trenza y turbante. En este peculiar diccionario, las letras del alfabeto nos adentran en definiciones y pequeños relatos en torno a diferentes prendas de vestuario y accesorios, al uso que se le da en nuestro entorno social y a los pequeños signos con que las personas -famosas o no- modifican o potencian estos elementos de la indumentaria, dándoles un sello de identidad.

En la autora de los "Apuntes para un diccionario de la moda" confluyen dos saberes. Pía Montalva es diseñadora de la PUC, pero también historiadora y doctora en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Hace cerca de 15 años, la investigadora irrumpió con "Morir un poco. Moda y sociedad en Chile 1960-1976" y después publicó "Tejidos blandos. Indumentaria y violencia política en Chile, 1973-1990". Montalva es una de las pocas historiadoras chilenas que ha profundizado en el estudio de la indumentaria, como particular expresión de la persona, la sociedad y los cambios históricos y culturales.

-¿Cómo definirías este libro? Tiene algo de crónica y algo de diccionario.

"Creo que este libro tiene una cierta dimensión experimental. Incluye pequeños relatos de coyuntura o actualidad donde se visibiliza alguna indumentaria, como el buzo de Fidel Castro o el traje blanco usado por Michelle Bachelet en su primera investidura presidencial. Algunos los había publicado en La Nación, otros son inéditos. Los quería publicar, pero no tenía claro cómo. Son pequeñas historias y quería conservar esa dimensión de relato o crónica. Por otra parte, deseaba darle un organización que fuera significativa y que lo ligara a algo más juguetón, no a un orden por fechas o por nombres. Además, hay un trabajo importante de diseño, efectuado por Inés Pichetti. No quería que la imagen tuviese tanto protagonismo, por eso trabajé las fotografías bajo el concepto de 'nota a pie de página'. Para mí es un desafío describir y que la gente se pueda imaginar lo que describo".

-¿Cómo sintetizas tu actual perspectiva de la moda, en relación con la que tenías cuando publicaste "Morir un poco"?

"Mi perspectiva hoy está cruzada por el tema del cuerpo. Un cuerpo que no es una abstracción sino que responde a un sujeto individualizable -con nombre y apellido- y que condensa, en ese cuerpo vestido e inscrito en un tiempo y espacio determinados, su propia biografía y los rasgos de su época. Es decir, me interesa la forma como cada sujeto expone su identidad y sus circunstancias. Otra de mis preocupaciones se vincula a los modos en que los cuerpos se relacionan con este elemento, la indumentaria, que les es ajeno y que, sin embargo, termina modelando ese cuerpo tan fuertemente que es difícil establecer dónde acaba el cuerpo y dónde comienza la ropa".

-Al escoger este objeto de estudio hace más de una década, ¿te enfrentaste a cierto escepticismo?

"Más que escepticismo, hubo al comienzo cierta indiferencia y algunos prejuicios respecto de que si escribía sobre modas, era incapaz de dedicarme a la 'historia dura', por ejemplo. La falta de cultura interdisciplinaria y la forma en que está organizada la producción de conocimiento te obligan a inscribirte y militar en un solo ámbito. Y si no lo haces, impacta tus posibilidades de publicar en revistas indexadas, de adjudicarte fondos para investigación, incluso tus posibilidades laborales. Todo esto me permitió pensar en mi proyecto intelectual y en la forma de llevarlo adelante de manera independiente y autofinanciada. Explorar de manera más consciente mi relación con la escritura y asumir cierta identificación con la figura del autor que me parece muy liberadora".

-¿Ha crecido en Chile la producción histórica en torno a la indumentaria?

"En materia de producción ha habido cambios, pero todavía incipientes. Los trabajos son muy pocos y más bien ocasionales. Es decir, la moda y la indumentaria se abordan cuando es necesario vincularlas, por ejemplo, a la historia de las mujeres, al comercio, a una determinada estética, a la performance , al periodismo o al teatro. Pero es distinto situarlas en el centro de la investigación histórica, hacer de ellas tu objeto de estudio y explorarlo desde múltiples dimensiones. Eso es lo que echo de menos y que me gustaría que ocurriera. Sin embargo, la recepción de parte de la academia se ha modificado, y mucho, al menos en algunos espacios. Pienso que se debe al impacto de los estudios culturales en las humanidades y a la importancia que han tomado los temas relacionados con la vida cotidiana".

Los poderosos y la moda

Los conceptos de moda, identidad y poder se vinculan en la forma de vestir de cada persona, al constituir la indumentaria una expresión autobiográfica, que puede tensionar o no los cánones en boga, explica Pía Montalva sobre algunos conceptos clave que trata en su libro. La relación entre ropa y poder es sin duda un tema recurrente en las publicaciones de Montalva. De hecho, uno de sus proyectos futuros tiene que ver con una lectura de la transición política chilena desde los códigos de la indumentaria.

-"La moda es poder, mucho poder", señaló el escritor Óscar Contardo a propósito de uno de tus libros. ¿Qué tan relevante es la dimensión del poder en esta nueva obra?

"En este libro el tema del poder es importante, por varias razones. Una es que los personajes a los que aludo son públicos y en general conocidos por todos. De una u otra manera están en posición de poder, algunos con efectivo poder político, otros con poder cultural, como los músicos. Por otra parte, el político quiere votos y para ello debe proyectar dignidad, veracidad, honestidad. Eso obliga a una coherencia entre la forma en que se presenta y lo que dice u ofrece.

"Relacionado con eso, hay un tema que he estado analizando ahora último. Cuando la vestimenta es nueva o tiene muy poco uso, aparece desvinculada de su portador, quien por lo mismo se destaca de la masa, recortándose del fondo. Es una manera recurrente de expresar el poder. Pasa, por ejemplo, con las camisas nuevas. Cuando eres político lo que buscas es recortarte, no fundirte con el fondo. La ropa y el cuerpo constituyen una unidad, los cuerpos van adaptándose, amoldándose a la ropa. En cambio, cuando uno se cambia de ropa, hay menos apropiación y eso hace que uno se recorte más del fondo.

"Quienes detentan el poder suelen cerrar filas en torno a sus posiciones y homologan sus apariencias, particularmente en un país como el nuestro, donde el sentido de pertenencia se tiende a configurar de manera unidimensional y por imitación. Pero también se ha generado una cierta desacralización de los roles en los últimos años. Algunos buscan una manera de vestir distinta a la que imponen los códigos de espacios relacionados con el ejercicio formal del poder político. Es un equilibrio delicado, en que juegan la necesidad de mostrar la seriedad suficiente para ejercer un cargo como el de Presidente con la búsqueda de cercanía para no parecer tan distante".

-Estamos en tiempos de elecciones y me dices que no quieres dar ejemplos chilenos. Vamos al extranjero, a la figura de Angela Merkel, según la revista Time, "la mujer más poderosa del mundo". ¿Cómo la percibes en su vestuario?

"Me parece que en la indumentaria de Angela Merkel hay un equilibrio, sus sastres han logrado estructurar y plasmar en la ropa y telas que usa esa fuerza que emana. Ella denota eso en su postura, pero también en su ropa. Sus chaquetas no son de materiales muy flexibles. Le dan estructura, una cierta rigidez que permite que se recorte del fondo. Además, ella no usa el traje sastre tradicional y su vestuario es más bien simple. La crisis económica del 2008-2009 también genera un cambio en la forma de llevar la ropa. Hoy sería políticamente incorrecto que un personaje público no repita su ropa. Ese desinterés es un gesto muy pensado, las presiones ciudadanas hoy son distintas".

-¿La ropa que usan los chilenos refleja los cambios sociales y culturales que vive el país?

"Hoy conviven fenómenos como la masificación y democratización de la ropa y, por otro lado, la fragmentación de la sociedad, que se plasma en la indumentaria. En Chile es muy importante reconocerse en los pares, hay menos individuación. Tenemos una oferta bastante homogénea, pero también diversificada para los grupos en los que operan diferentes normas coercitivas. Incluso en el pasado reciente, en el caso de las llamadas 'tribus urbanas', sus integrantes podían comprar en Ahumada con Moneda, en el edificio Eurocentro, todos los elementos propios de cada tribu.

"Por otra parte, hay indicios de cambios en la tradicional estructura piramidal del siglo XX, en que había una pirámide, en cuyo punto más alto se situaba la clase con más recursos y estatus, cuyo vestuario era imitado y copiado por los segmentos de más abajo. Pero hoy es un poco diferente. Tengo la impresión de que, en esta carrera por la distinción, en la punta de la pirámide el deseo o idea de distinción ya no significa necesariamente un consumo evidente y público. Hay formas de distinguirse que no son las tradicionales. La distinción hoy es algo más silencioso, menos vociferante".

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