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Sobre el último libro de Carlos Peña, "Lo que el dinero sí puede comprar":

Ponderada reivindicación del mercado y del consumo capitalistas

domingo, 03 de diciembre de 2017

PEDRO GANDOLFO
Crítica
El Mercurio




El último libro de Carlos Peña González, doctor en filosofía, profesor universitario, columnista y reconocido intelectual chileno, es un texto polémico por donde se lo mire y, en este sentido, está marcado por el mismo tono que lo viene caracterizando en su participación en el debate público nacional: claridad en la argumentación, erudición en sus fuentes y en la forma de exposición de su discurso y ánimo de entrar, sin temores, en los temas que cruzan la actualidad a través de la discusión de ideas.

Si bien "Lo que el dinero sí puede comprar" se halla escrito con un lenguaje directo y con cierto afán didáctico, no se trata de un texto de divulgación, sino que de un ensayo con una densidad académica y argumental que reclama un esfuerzo de lectura considerable. También, es preciso advertir, que el tema -o complejo de temas- que Peña González trata en este libro tiene una aplicación explícita a la historia chilena de las últimas décadas -contiene una interpretación de la misma-, pero sus alcances son mucho más amplios, se diría universales, porque apuntan a problemas tan debatidos como la relación entre modernidad y capitalismo, los límites del mercado y el consumo y la relación entre mercado y política.

La polémica, en efecto, en la cual el profesor Peña entra a terciar no es el debate nacional acerca de la naturaleza del modelo económico-social chileno, los distintos diagnósticos que otros académicos respecto de su hipotética crisis han intercambiado y discutido ni menos sus consecuencias políticas inmediatas. Ninguno de esos académicos nacionales ni sus textos aparecen citados en este escrito ni mencionados en la extensa bibliografía. No hay referencias a Atria o Mayol ni tampoco a Mansuy, Brunner o Tironi, por citar algunos nombres que han contribuido con sus puntos de vista en el ámbito de que trata el libro de Carlos Peña. Por cierto que sus conjeturas y conclusiones tienen como contexto tácito ese debate, pero la polémica se eleva vertiginosamente hacia los fundamentos doctrinales del mismo; esto es, se enfrenta con la nutrida tradición filosófica y sociológica crítica al mercado y el consumo capitalistas y, en particular, con el libro del filósofo norteamericano Michel Sandel "Lo que el dinero no puede comprar. Los límites morales del mercado".

La réplica a Michael Sandel, con todo, fuerza al autor a hacer un largo y complejo periplo, que lo lleva a esbozar su visión de la modernidad a la luz de una lectura de los principales pensadores y obras que reflexionaron acerca de ella, ya sea desde la filosofía, la sociología, la antropología y la economía o la psicología, poniendo énfasis en el modo en que la modernidad se vincula con el mercado y el consumo dentro del capitalismo tardío. El libro se demora, ya que se detiene a elaborar una historia de la idea de modernidad y, en relación con esa idea, va delineando dos grupos de autores: los que percibieron solo los efectos negativos del capitalismo tardío -sobre todo en su versión "neoliberal"- en las sociedades modernas y aquellos que supieron percibir, sin perjuicio de tomar en cuenta las pérdidas y el malestar que aquel sistema económico acarrea, sus valores y efectos sociales positivos para la construcción misma de la modernidad y del individuo que la habita. Él se ubica nítidamente entre los segundos.

La interpretación del profesor Peña no está exenta de posibles reparos por la numerosa cantidad de obras y autores interpretados y entrelazados -desde Aristóteles al mismo Sandel, pasando por Kant, Hegel, Rousseau, Marx, Weber, Simmel, Polanyi, Hayek, Luhmann, Baudrillard, Durckheim, Mauss, Marshall, Levi-Strauss, Becker, Coase, Dworkin, Rawls, Marcuse, Freud, Lacan, Miller, entre otros- y por la manera en que los entiende y ubica en apoyo de su línea argumentativa central.

En este moroso decurso, el autor es honesto intelectualmente en un doble modo: de un lado, expone a cada autor sin distorsionarlo, indicando tanto el análisis que cada cual hace en sus respectivas obras del mundo moderno como las consecuencias que derivan de ese análisis. A veces, ambos momentos se exponen por separado, pero siempre se da un espacio ulterior para un desarrollo completo de la visión del autor respectivo. De otro lado, Peña expresa sus argumentos con extremo cuidado de hacerlos inteligibles, al igual que la ilación entre las distintas premisas argumentativas. De ese modo, "Lo que el dinero sí puede comprar" es una obra abierta a discusión pública, porque ofrece un blanco preciso sin ocultarse en oscuridades, vaguedades o tecnicismos herméticos ni basándose en una lectura parcial y antojadiza de la literatura sobre el tema.

Este afán de claridad y rigor conlleva indudables problemas para la progresión y estilo de la obra, sobre todo, a raíz las reiteraciones de la ideas de un autor, que pueden aparecer desarrolladas, casi en los mismos términos, dos, tres o más veces, lastrando la agilidad y simplicidad del despliegue de la argumentación, aunque, finalmente, la réplica a Sandel es sutil, sólida y persuasiva y, además, un pretexto para, a partir de la disolución de los errores de este, poner en escena sus propias propuestas e interpretaciones.

El ensayo de Peña adquiere, así, mayor vitalidad y concreción en los capítulos finales, cuando las piezas de su hipótesis están ya bien instaladas. Esta, se trata -dice en la página 256-, "en suma, de que el mercado racionalizado y abstracto posee la misma ambivalencia de la modernidad de que forma parte. Permite constituir la autonomía, pero por lo mismo hace más grave la exclusión; brinda la posibilidad de que cada uno se diseñe a sí mismo o crea elegirse mediante la dimensión simbólica del consumo, pero a la vez hace de la identidad no un punto de orientación del yo, sino una muestra de su orfandad y su falta de arraigo; inserta a los seres humanos en una red simbólica de intercambios que los hacen objetivamente dependientes y solidarios unos con otros, pero lo hacen al precio de tal abstracción que se experimenta como una pérdida de vínculos".

"Esa ambivalencia es propia de la modernidad que desde sus orígenes ha estado animada por la experiencia del logro y, a la vez, de la pérdida. Desde ese punto de vista, el consumo expandido y acuciante es el síntoma más claro de la modernidad: un punto de fuga del deseo que impide el sosiego y arrastra siempre una sensación de pérdida."

La obra del profesor Peña González es un trabajo académico que tiene el gran mérito (y fragilidad) de entrecruzar el pensamiento de autores que pertenecen a ámbitos disciplinarios apartados. Es una exposición de múltiples aristas, muy bien trabada, en que no deja de considerar ninguno de los problemas y objeciones argumentativas contrarias a la conjetura que busca demostrar, siendo un texto ejemplar de discurso dialéctico.

A pesar de la mesurada reivindicación que lleva a cabo del mercado y del consumo, porque no se ofusca frente a las paradojas derivadas de estos y frente a la insuficiencia de los mismos para la cohesión social, el escrito está jalonado de provocativas conjeturas que dejarán a más de algún académico especialista perplejo e, incluso, escandalizado.

Un buen texto para meditar y discutir.

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