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Suzanne Simard, experta en ecología de la U. de British Columbia:

Los árboles de un bosque conversan y se ayudan entre ellos

domingo, 26 de noviembre de 2017

AMALIA TORRES
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Los mayores les transmiten información a los más jóvenes, entre todos se avisan cuando hay peligro y comparten los recursos.



Cuando Suzanne Simard mira un bosque, no piensa solo en tierra, ramas, troncos y hojas desordenadas que crecen sin sentido. Cuando Suzanne Simard mira un bosque piensa en todas la conversaciones que los árboles están sosteniendo bajo sus pies.

"Bajo tierra hay otro mundo. Un mundo de infinitos caminos biológicos que conectan árboles y les permiten comunicarse y comportarse como un solo organismo. Esto podría remitirnos a algún tipo de inteligencia", dice Simard -ecóloga e investigadora de la U. de British Columbia y quien lleva más de 25 años estudiando los bosques canadienses-, en la charla TED "Cómo los árboles se comunican entre sí".

En uno de sus primeros estudios, Simard plantó en un bosque abetos, abedules y cedros. Cubrió cada árbol con bolsas plásticas e inyectó carbono 14 -un gas reactivo- a las bolsas donde había abedules, y carbono 13 a las que contenían abetos. A los cedros no les agregó nada. Luego de una hora en que las plantas deberían haber absorbido el CO2 y enviado la información a través de sus raíces, fue a chequear el abedul. Pasó un contador de Geiger (para medir la radiactividad) sobre las hojas y el medidor produjo un sonido. "El abedul había absorbido el gas reactivo".

Luego fue al abeto y puso el medidor en sus hojas: las agujas subieron y escuchó el mismo sonido, algo inesperado, ya que el carbono 13 es estable y no reactivo. "¡Era el sonido del abedul hablando con un abeto!", dice Simard. El cedro no mostró ninguna reacción.

En estudios posteriores, Simard y su equipo vieron que en verano el abedul le enviaba más carbono al abeto, sobre todo cuando este último no recibía luz. En otras épocas ocurría lo contrario: "El abeto le enviaba más carbono al abedul, porque el abeto aún crecía y el abedul ya no tenía hojas".

Una red oculta

"Los árboles son cooperadores y competitivos al mismo tiempo", dice Simard en entrevista con "El Mercurio", durante su visita a Chile para comenzar un proyecto con el Campus Villarrica y la Facultad de Agronomía de la UC. La iniciativa promueve el manejo sostenible del bosque templado de Chile y Canadá.

Los árboles compiten por la luz del sol para la fotosíntesis -creciendo a distintos tiempos o tolerando distintos tipos de sombra-, pero comparten información, más allá de la cantidad de carbono que necesitan.

"Además de compartir carbono, nitrógeno, agua y fósforo con otros árboles, a través de sus redes de micorrizas -red de hongos que se comunican con las raíces de todos los árboles y plantas-, también hemos aprendido a través de nuestros experimentos que los árboles transmiten señales químicas a sus vecinos, avisándoles de estrés o enfermedades".

La comunicación subterránea que tienen los árboles en un bosque, dice Simard, también se relaciona con su edad. "Hay árboles madres que nutren a los más jóvenes".

Estos árboles madres, que pueden estar conectados a cientos de otros árboles, aunque les envían el exceso de carbono a todas las especies, tienden a ayudar más a su propia familia. Esto lo descubrieron usando rastreadores de isótopos. "Un árbol madre, por ejemplo, transmite más carbono a los parientes que a las plántulas (estado de una planta entre que la semilla germina y tiene sus primera hojas) extrañas que crecen cerca".

Pero eso no es todo: "Los árboles viejos comparten todos los recursos y las señales de reconocimiento de defensa y parentesco. Los árboles viejos transportan una gran cantidad de carbono a las plántulas jóvenes en el sotobosque, para que estas puedan sobrevivir en la sombra profunda de los árboles viejos".

Por eso, talar árboles madre de un bosque puede tener consecuencias. Así lo explicó en su charla TED: "Podemos quitar uno o dos árboles núcleos, pero llegará un punto crítico. Porque los árboles núcleo son como remaches de un avión. Puedes quitar uno o dos y el avión aún vuela, pero quizás si quitas muchos, o justo el que sostiene las alas, el sistema entero colapsa".

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