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Dudas a ocho mil metros

sábado, 25 de noviembre de 2017

Por Federico Grünewald ilustración francisco javier olea
Reportaje
El Mercurio

Rodrigo Vivanco y Tamara Muñoz dicen haber llegado, el 25 de mayo, a la cumbre del Dhaulagiri, la séptima más alta de la tierra, con 8.167 metros. Lo consiguieron bajo condiciones extremas, pero en la comunidad del montañismo en Chile el logro está cuestionado. Los protagonistas lo han pasado mal, les exigen pruebas que no tienen y se aferran a una borrosa fotografía que pretendía inmortalizar la hazaña, mientras ellos esperan una confirmación desde Nepal, que puede que en realidad no aclare nada.



Tamara Muñoz y Rodrigo Vivanco eran los últimos en la montaña y su situación a 7.750 metros de altura era la siguiente: boca desértica, labios agrietados, ella con quemaduras en varias partes de la cara, él con insolación; no tenían oxígeno suplementario, tampoco había sherpas cerca:


la última expedición se había retirado hacía tres días y apenas un walkie talkie los mantenía conectados con el mundo. Era el punto en que los dedos de los pies empezaban a congelarse y todavía quedaban dos horas y media bajo la nieve antes de llegar a la cumbre del Dhaulagiri (8.167), el séptimo macizo del planeta y uno de los 14 ochomiles, esas célebres cimas del Himalaya que los montañistas tanto anhelan subir.


Desde 1989 en adelante, cinco expediciones chilenas habían fracasado en el monte nepalés. El 25 de mayo pasado, Rodrigo y Tamara se prometieron cambiar esa historia. Él es doctor en Fisiología, realiza exploración de glaciares, es fanático de las motos y de los perros, tiene 48 años y ya había estado en otro ochomil, el Broad Peak (8.501), en 1999. Ella es profesora de Educación Física, tiene 38 años y hace 20, cuando destacaba en la jabalina, dio un giro que la llevó del atletismo a ser guía de alta montaña. Última cumbre destacada: el pico Lenin (7.134), en Kirguistán, el 2012.


Ese día en el Dhaulagiri salieron del Campo 3 (7.300 metros) a las cuatro y media de la mañana, después de una arenga que le dio Rodrigo a Tamara. Aunque lo intentaron, no pudieron partir antes por el viento y la niebla. Rodrigo había atacado esa cumbre en el 2014 con otro equipo y por mal tiempo tuvo que abandonar la misión justo en ese punto. Era su revancha y le pidió a su amiga que lo acompañara.



Según el registro que compartieron, cuando estaban a 400 metros de la cima avisaron al Campo Base (4.700) que harían un tercer intento para atacar la cumbre. Los dos primeros habían fallado, uno por mal tiempo y otro por la insolación de Rodrigo. Eran las 14:00 y, en el Campo Base, el contador Rodolfo Cuevas, pareja de Tamara y tercer integrante del equipo, recibió la comunicación. Quedaron en que volverían a contactarse dos horas después, porque comenzaba una tormenta y además se aproximaba el monzón, un viento cálido que entre junio y septiembre provoca lluvias letales en el continente asiático y diluvios de nieve en el Himalaya.


El montañista Andrés Marangunic estuvo con Rodrigo en ese mismo ochomil el 2014 y por lo que describe, por momentos el avance es a la velocidad de un elefante en un pantano. "Caminábamos enterrados en la nieve hasta más arriba de la rodilla. Hay muy poco espacio, la ladera tiene una pendiente de unos 37 grados de inclinación y recibe nevadas todas las tardes. Por un lado hay una pared de roca y, por el otro, un glaciar y muchas grietas, y tú vas subiendo a través de una arista", cuenta Marangunic.



Así es el Dhaulagiri. En él han muerto al menos 74 personas y no es una exageración decir que cada paso puede ser el último antes de una tragedia. Por ejemplo, del Campo 2 (6.400) hacia arriba, si uno quiere salir de la carpa al baño, debe hacerlo con crampones puestos y amarrado a una cuerda, para no rodar hacia algún precipicio. Está también el ascenso de los últimos 200 metros, que es todavía más peligroso. Ahí se avanza lento, se jadea en lugar de respirar, muchas veces al borde de un edema, y cada tres pasos conviene detenerse a descansar por 30 segundos.



A esta altura de la montaña las rachas de viento pueden superar los 100 kilómetros por hora. Gino Casassa, miembro de la primera expedición chilena al Dhaulagiri en 1989, explica que para llegar a la cima hay que avanzar por un filo cumbrero. Al salir de él, uno queda expuesto al viento blanco. Después viene una especie de pared en diagonal, se sube por un canalón "y ese canalón conduce a la cumbre, pero no se llega exactamente a la cumbre, sino a una arista, y esa arista lleva a la cumbre".



Con ese tramo infernal por delante, Rodrigo en un momento se detuvo y le pidió a su compañera de cordada que lo esperara junto a una pared muy vertical que habían alcanzado. Él iría a la cima y volvería. Ella, sin embargo, ha dicho que lo siguió hacia la dura pendiente final casi por inercia. Estaba agotada, el viento helado quemaba y comenzaba una nueva tormenta, pero podían orientarse gracias a las cuerdas fijas -habían sido repuestas hace dos días- y a los desperdicios que dejaron desparramados unos militares de la India que se habían perdido y que fueron rescatados en helicóptero pocos días antes.



Según sus propios registros, Tamara Muñoz y Rodrigo Vivanco -quienes se excusaron de hablar con "Sábado" para este artículo- hicieron cumbre en el Dhaulagiri a las 17:30 del jueves 25 de mayo, entregándole a Chile su décimo tercer ochomil. En ese lugar estuvieron dos minutos. Oscurecía y tenían que hallar el camino de vuelta sin cometer errores, así que apenas alcanzaron a sacarse una selfie en la cumbre, dicen ellos.


Para poder estar ahí, cada integrante de la expedición tuvo que costear cerca de 15 mil dólares. Tamara Muñoz, por ejemplo, vendió su auto, abrió una tienda de artículos de montaña en Providencia y su pareja, Rodolfo, puso su vehículo al servicio del negocio. Pero el hito valía la pena. Ahora había que descender con vida para poder contarlo.


De regreso al Campo 3, a las 22:00, los montañistas decidieron improvisar un cuarto campamento, a 7.800 metros. 



En ese punto hallaron la carpa abandonada de una expedición japonesa. Prefirieron pasar ahí la noche y continuar el descenso en la mañana siguiente. Antes de dormir, grabaron un video en el que los dos aparecen acostados de lado, mirándose y tratando de calibrar lo que habían hecho.



 Quienes han podido ver ese material cuentan que ambos maldecían al cerro, que estaban eufóricos, muy mal físicamente y que Tamara se veía peor que él, con la cara roja, hinchada, temblando y vomitando. Rodrigo, en mejor estado, le dijo que descansara. Estaban solos en la montaña, el walkie talkie no funcionaba y nadie excepto ellos sabía que aún estaban vivos. Nadie sabía lo que habían hecho.



La esclavitud del miedo
La montañista Francisca Hernández es editora y colaboradora en Weekend Heroes, una guía de viajes y estilos de vida. En junio empezó a elaborar un artículo sobre lo bien que le estaba yendo a Chile este año en el Himalaya, con dos nuevos ochomiles:


 el Annapurna (8.091) y el Dhaulagiri. Del primero Francisca encontró mucho material, pero recuerda que del Dhaulagiri "me llamó la atención que, después de recopilar todo lo que había salido en medios impresos, en ninguna parte había una foto de la cumbre. Lo comenté con Rodrigo Fica (montañista, cronista y autor de libros de montaña), porque él estuvo ahí hace varios años, y me dijo que mejor esperara".


El 26 de julio, a dos meses y un día del ascenso, Francisca colgó un mensaje pidiendo ayuda en el fan page de Facebook de la Federación de Andinismo de Chile (FeACh). Decía lo siguiente: "¡Hola! Según apareció en la prensa, Tamara Muñoz y Rodrigo Vivanco afirmaron haber alcanzado el 25 de mayo la cima del Dhaulagiri (8.167 msnm). Pero no he logrado encontrar fotos de ellos en la cumbre. ¡Agradeceré detalles!". 


Tamara respondió en el mismo Facebook que las fotos las agregarían a un video que estaban produciendo. "¿Cuándo será lanzado ese video? ¿No hay ninguna foto que puedan mostrar a dos meses ya del ascenso?", insistió Francisca y Tamara la invitó a ella -y a quien quisiera- a ir a su tienda para ver un video y fotos.



Al llamado respondieron varias personas. Lorenzo Silva fue uno de los 15 que estuvieron en el lanzamiento privado del video de la expedición. Fue en el segundo piso del local de Tamara, donde funciona una sala para actividades de instrucción de montaña.


 En ese mismo lugar fue la avant premiere del video, con solo seis convidados. Uno era Gino Casassa, del equipo Dhaulagiri 1989, quien describió la foto de cumbre, la única prueba de la hazaña, como "podrida, horrorosa". En ella se distinguen dos cabezas cubiertas con antiparras y gorros verdes que salen de parkas del mismo color. Una cabeza ocupa casi la mitad de la imagen y la otra se asoma por sobre el hombro del fotógrafo. La poca nieve que se ve, se supone que es el viento blanco que le congelaba los dedos a Tamara. De la cumbre del Dhaulagiri, nada.



Sin la fotografía y con el escepticismo en alza, Francisca Hernández no pudo publicar su artículo. La revista Escalando también abortó el reportaje especial que iban a dedicarle a la odisea en el número 47. Sergio Infante, editor de montaña de la revista, explica que cuando pidieron alguna prueba de cumbre, les llegó la foto horrorosa y el pantallazo de un track de GPS que podía estar sacado desde cualquier computador. Después de dos reuniones y sin material fidedigno que confirmara el ascenso, la revista prefirió no publicar la nota y explicar sus argumentos en una editorial.




Los encontrones entre Rodrigo Vivanco y otros montañistas son antiguos. Con las suspicacias por su último logro, las historias reaparecieron. La primera de la que hay registro ocurrió en Torres del Paine, en 1994, cuando Vivanco era jefe de la expedición Patagonia Universitaria y denunció a las autoridades a dos miembros de un equipo vasco por cortar árboles, arriar y ultrajar la bandera nacional, hostigar con violencia a su equipo y amenazarlos con incendiar su carpa. "En el sitio no se pudo comprobar la tala de árboles y, por alguna razón que desconozco, los integrantes de la expedición chilena se habrían retractado ante carabineros", declaró entonces a El Mercurio Guillermo Santana, administrador del parque.


Desde España, el vasco Periko Azkona confirma a "Sábado": "Rodrigo Vivanco ese año nos puso encima una denuncia, porque escalábamos mejor que ellos, hicimos una ruta alpina impresionante. Por eso se picaron y dijeron que cortábamos árboles. Nosotros (eran 11) queríamos tener fuego para hacer la comida, pero con leña seca. No quisimos hacer nada, fue mejor dejarle. Al año siguiente fuimos y nos había sacado las cuerdas fijas. No es muy buena persona".


Otra situación pendiente de Rodrigo Vivanco coincidió con la segunda exhibición pública del video del Dhaulagiri. La primera fue en Talca, en el Liceo Marta Donoso Espejo, el 19 de agosto. La otra fue en el Club Alemán Andino de Santiago, el 26 de septiembre. En Talca lo vieron unas 500 personas; entre ellas, Sebastián Rojas, del staff Hacemos Cumbre. A él le llamó la atención que no hubiera imágenes después del Campo 2. "¿Por qué, si estaban con batería, no grabaron en la cima?", se pregunta Rojas y agrega: "Tampoco se veían felices, no había alegría. En mi opinión, no pudieron llegar".




En el Club Alemán, en cambio, la tensión inundó la sala desde el principio. Había 50 personas, la mayoría montañistas, y Tamara Muñoz pidió dejar las preguntas sobre la polémica para el final, pero la curiosidad le ganó a Sergio Infante, de Escalando. "Les dije que no es posible que no tuvieran nada, que la cumbre de un ochomil debe ser comprobable, y ellos respondieron que no tenían por qué mostrar archivos a una revista y que el track del GPS, Rodrigo Vivanco lo muestra solo a sus amigos", recuerda Infante. Entonces salió al ruedo Rodrigo Fica, que no estaba en la sala, pero los expositores, cuando alguien quería intervenir, bromeaban preguntando si era un ficalover.



Para entender la relevancia de Fica, hay que mencionar que el año pasado publicó un libro que se llama La esclavitud del miedo (Historias del Himalaya perdido). En él pone en duda al menos dos de los 13 ochomiles que según la Federación de Andinismo ha conseguido Chile. Uno de ellos es el Broad Peak de Rodrigo Vivanco, en 1999.


El presidente del Club Alemán Andino, Álvaro Vivanco, relata que cuando salió a colación esa historia, Rodrigo terminó reconociendo, 18 años después, que no estaba seguro de si había hecho cumbre en el Broad Peak. 


Esa revelación la reiteró en el diario La Segunda, donde Rodrigo Vial, otro de los que coincidieron esa vez en la montaña (subieron dos equipos, el de Vivanco y uno de la Usach), admitió que cometieron un error: pensaron que habían llegado a la cima, pero era la antecumbre, que está a 8.035 metros, 450 metros más abajo. Ningún chileno llegó esa vez a lo más alto del Broad Peak, según 8000ers, un organismo que lleva la estadística de los ochomiles.



Con ese antecedente confirmado, la credibilidad de Rodrigo Vivanco quedó al borde de un acantilado. Le preguntaron si era posible que en el Dhaulagiri hubiera pasado lo mismo que en el Broad Peak. Su respuesta fue categórica y fue que no, que el cerro termina en una punta y que lo recorrieron hasta el final.



Al día siguiente, el guía y montañista Fernando Fainberg publicó en su blog un artículo titulado "Basta de engaños en el montañismo nacional". En él, incluyó un informe con incongruencias detectadas en la expedición al Dhaulagiri. Una de ellas es que las cordadas de otros países que coincidieron con los chilenos no vieron nunca la carpa de los japoneses. 




Además, a Fainberg le llama especialmente la atención que Vivanco dijera que la cumbre estaba cubierta con nieve, porque la cima del Dhaulagiri tiene un torreón de piedras muy característico, que siempre recibe viento: es una cresta de rocas planas apiladas, como un trozo de torta mil hojas, con las dimensiones de una camioneta suburbana.




También resulta extraño que los chilenos se reportaran en el Campo 3 el 22 de mayo, porque el 23, una escaladora que bajó de la cumbre (pidió no ser identificada) se encontró con Tamara y a Rodrigo, según ella, subiendo del Campo 1 al 2. Al final, están las horas distintas que entregaron Tamara y Rodrigo para la conquista de la cima: a los medios chilenos les dijeron que la cumbre fue a las 17.00; a The Himalayan Database, que lleva el registro oficial de todo el cordón montañoso, que fue a las 17.30, y la selfie borrosa fue sacada a las 17.50.




Fica dice a "Sábado" que respalda este análisis y, aunque no es un registro oficial, una parte del montañismo chileno respeta sus investigaciones y su obsesión por llegar a la verdad. Quienes lo rechazan, no toleran que pretenda ser el notario de los Andes y detestan su libro.


 Por ejemplo, a Mauricio Purto, 55 años, y cuatro ochomiles en el cuerpo, ya le dudó una montaña: el Shisha Pangma (8.027, Tíbet) en 1991. Según retrata Fica en su libro, las fotos exhibidas indicarían que Purto llegó solo a la antecumbre. El aludido lo niega, dice que tiene fotos y videos de la cumbre, y que los chinos lo vieron con telescopios desde abajo. Además, "en la montaña se impone siempre la palabra de las personas, independiente de las fotos y de las pruebas", dice Purto.



Que Rodrigo Fica lleve un registro paralelo al de la Federación de Andinismo ha sido fuente de múltiples discusiones, porque de acuerdo al registro oficial, a Chile únicamente le falta un ochomil por conquistar: el Kanchenjunga (8.586). Pero Fica cuestiona además las cumbres chilenas en el Shisha Pangma (expedición 1991) y el Broad Peak (expedición 1999). Ahora suma también al Dhaulagiri, con lo que dejaría en cuatro las cimas sin alcanzar.
¿Se puede saber la verdad?

Mientras exista The Himalayan Database, la cima de Tamara Muñoz y Rodrigo Vivanco seguirá dependiendo de lo que dispongan en Nepal. El Database es considerado un registro fidedigno de todos los ascensos en esa cordillera, alcancen o no una cumbre. Elizabeth Hawley, una periodista que llegó en 1963 a Katmandú, se ha encargado de entrevistar a cada expedición, antes y después de ir a las montañas. 



Es como la notaria del Himalaya. La información que obtiene la cruza con otros expedicionarios y sherpas, y así detecta relatos incongruentes. Ahora tiene 93 años, un pequeño equipo la ayuda a llevar este registro y desde hace poco Nepal la apoya con equipos GPS para frenar a los mentirosos del Everest.



Uno de los más recordados de la última década es el austríaco Christian Stangl, quien subió el K2 (8.611) el 2010 y tuvo que reconocer que la foto de cumbre se la sacó en realidad a los 7.400 metros. Dijo que se hallaba en un estado de trance y que de verdad creyó que estaba en el punto más alto, pero en realidad necesitaba apurar un viaje para cumplir con sus avisadores. Después de disculparse, su carrera quedó arruinada.




Sergio Infante, de Escalando, dice: "Montañista que miente, se acabó su carrera", aunque un buen montaje puede durar para siempre y privar a otros de ser los primeros o de conseguir auspicios.



Ernesto Olivares, uno de los montañistas más experimentados de Chile, dice que Tamara y Rodrigo "honestamente creen que llegaron a la cumbre del Dhaulagiri, pero no tienen una prueba contundente. La foto de cumbre es mala, pero eso no necesariamente invalida su esfuerzo. Me remito a lo que pueda decir el Himalayan Database, que es el testigo de fe si lograste o no la cumbre. No es una biblia, pero sí una estadística".



Billi Bierling es la heredera natural de Miss Hawley en The Himalayan Database. La alemana accedió a contestar desde Katmandú algunas preguntas que permiten adelantar el contenido del reporte definitivo de la temporada, que se publicará a fines de noviembre:



-¿Qué evidencias enseñaron para solicitar su acreditación?


-Como somos una base de datos y recopilamos información de escaladores sin darles un certificado, por lo usual confiamos en la palabra de los montañistas que todavía la consideramos honorable. Sin embargo, si hay dudas sobre el ascenso, escuchamos a los escépticos y volvemos a los escaladores para pedir más evidencias. En el caso de Tamara y Rodrigo, decidimos que la evidencia en su contra no es lo suficientemente sólida, así que los acreditamos con la cumbre.


-¿Hicieron cumbre en el Dhaulagiri Tamara Muñoz y Rodrigo Vivanco?


-Como nadie de nuestro equipo estuvo ahí, solo podemos informar lo que ellos nos contaron.A pesar de las noticias desde Nepal, desde algún glaciar en la cordillera chilena, Rodrigo dijo que no conversará con nadie. Tamara, lo mismo: está dolida y decepcionada. Mientras, ambos esperan que su hazaña se publique oficialmente en el Database desde Nepal: el papel que les diga que hicieron lo que dicen que hicieron. Aunque pocos les crean.
En el Dhaulagiri han muerto al menos 74 personas y no es una exageración decir que cada paso puede ser el último antes de una tragedia

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