"Esto es precioso. Muy lindo. Se siente fresco el ambiente y me imagino que en verano todos querrán estar en estos rincones". Una joven de 15 años describía así el Paseo Ahumada a "El Mercurio" el 24 de noviembre de 1977, solo dos días después de su inauguración. El miércoles se cumplieron 40 años desde que el alcalde de Santiago, Patricio Mekis, cortara la cinta de la remodelada calle Ahumada, que pasó de ser una congestionada arteria vehicular a ser el primer paseo peatonal de Chile. Las obras habían comenzado el 1 de febrero de 1977 y, aunque tuvieron que soportar las críticas que según Carlos Muñoz, académico de la Escuela de Arquitectura de la U. de Santiago, auguraban un "aumento de la congestión vehicular en los alrededores", la transformación fue impulsada con la idea de frenar el progresivo éxodo del comercio del centro de Santiago hacia una codiciada Providencia. Finalmente, tras casi diez meses de faenas, que costaron $15,4 millones y en las que participaron unas 150 personas, el paseo fue inaugurado. En el diseño destacaban las tres piletas construidas a lo largo de las cuatro cuadras, las jardineras y árboles, así como al activo comercio del sector, que convirtieron al Paseo Ahumada en un imán para todo tipo de actividades, desde manifestaciones políticas hasta miniconciertos en la desaparecida Feria del Disco, en Ahumada con Huérfanos. El alcalde Mekis calculaba en esa época que ocho mil personas transitarían diariamente por el paseo. Cuatro décadas después, ese flujo ha crecido a dos millones, y aunque Ahumada sigue siendo un punto neurálgico del centro de la capital, la visión de los transeúntes dista mucho del oasis que describían en 1977. Elizabeth Espinoza trabaja hace 50 años en un kiosko del paseo y piensa que "antes era mucho más bonito. Ahora el calor es insoportable y en horario punta esto está repleto". En 1999, Ahumada tuvo su última gran remodelación. El entonces alcalde Jaime Ravinet retiró las tres piletas y las jardineras y reemplazó los adoquines por las baldosas actuales. Para Carlos Muñoz, más que obras para descongestionar, la solución "son más paseos" de este tipo en Santiago". Sergio Cuevas, lustrador de botas desde hace 40 años, recuerda cuando todos se conocían en el sector. "Ahí al frente estaba el Hotel Crillón, que ahora es un Ripley. Allá estaba el Cine City York. Ahora es un Paris", apunta. A su juicio, el principal cambio ha sido que las pequeñas tiendas han ido desapareciendo por la competencia."Da pena. Antes nos conocíamos todos, pero de a poco se han ido", agrega. "Este fue el primer caballito de batalla que tuvimos en Santiago, pero a la larga vamos a necesitar más paseos para compensar la congestión en Ahumada".
CARLOS MUÑOZ
Académico de la Escuela de Arquitectura de la U. de Santiago