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La revolución de los diseñadores sustentables

martes, 21 de noviembre de 2017

Por Monserrat Miranda Arrau
Moda
El Mercurio

Ninguno tiene clósets llenos de ropa. Y para todos ellos, las tiendas de segunda mano son más que tiendas; son lugares de encuentro con la memoria que hay detrás de una prenda. Cada uno en su estilo, la nueva generación de diseñadores upcycling prefiere alejarse de la producción en serie, para crear prendas únicas a través de la recuperación de textiles olvidados.



La vida de David Rubilar como diseñador -y la de tantos otros- comenzó por una casualidad y un arrebato no programado. Si de algo sirve una analogía para explicar esta casualidad, acá va una: En la película británica "Billy Elliot", Billy -el niño que baila por las calles de Durham- llega a la casa de Michael para hablar sobre su futuro como bailarín. "¿Entras o no?", le dice este al abrir la puerta en el vestido color lila de su hermana. Y, como si nada, entra.

A los 12 años, David Rubilar (28), diseñador de la marca Visón, probó algo de esa libertad. Cuando nadie lo miraba, abrió el clóset de su tía, sacó una gabardina forrada con piel y la descosió hasta convertirla en un abrigo nuevo. Salió de su casa con él puesto, se subió a la bicicleta y recorrió las calles de Angol sin importarle la mirada de los vecinos atentos.

Como David Rubilar (Visón), en Chile, otros diseñadores han adoptado el reciclaje de textiles en su producción. Francisca Gajardo (23), creadora de Y.A.N.G., la marca que apuesta por diseños urbanos y tallas XL. En Valparaíso están Mercedes Martínez (38) y Mariano Broccia (46), la dupla de argentinos a cargo de 12-NA, y Carolina Arias (37), diseñadora de Bazar de la Pasión. Todo ellos forman parte de la tendencia upcycling, una técnica basada en la reutilización de materiales ya existentes para dar vida a una prenda nueva.

La diseñadora Mercedes Martínez, de 12-NA, explica:

-Poder reciclar ropa de otro tiempo, que tiene una construcción de ese momento de la historia, hace que la manera de trabajar sea muy distinta al diseño más tradicional. Reciclar ropa es como reciclar la memoria colectiva.

Nadar contra la corriente, cueste lo que cueste, es el sello que caracteriza a esta generación de diseñadores que, lejos del denominado fast fashion o moda de consumo rápido, lanzan con éxito colecciones hechas con cortinas, tapices y ropa usada. Algunos incluso han presentado sus colecciones en plataformas tan importantes como el Mercedes-Benz Fashion Week o la bienal de diseño de Madrid.
 
EN LA MODA INTERNACIONAL

Pero deshacer una polera, un pantalón, o incluso una cortina, para crear un kimono o un abrigo, no es algo nuevo. Ya a finales de los 80, el inglés Christopher Nemeth diseñaba prendas hechas a partir de materiales reciclados que encontraba en tiendas de segunda mano. Su ropa, pensada para hombres que preferían el look andrógino, se vendió con un éxito inesperado en lugares aún más inesperados, como el Kensington Market y Mayfair boutique Bazaar -dos de los más reconocidos por la bohemia de la época- e incluso apareció en i-D, una de las revistas de moda británicas más relevantes de comienzos de los 90.

Hoy el panorama no es muy distinto. El diseñador y músico estadounidense Philip Ayler, de 38 años, confecciona sus chaquetas bomber con la tela sobrante de las colecciones de Armani, Balenciaga o Chanel. Cada una de ellas se vende por más de dos mil dólares, y algunas de sus clientas son Gigi Hadid, Kendal Jenner y Lady Gaga.

En Hollywood es Emma Watson quien ha hecho del upcycling una causa personal. En la MET Gala 2016 usó un traje Calvin Klein hecho enteramente de botellas de plástico reciclado, además de llevar una cuenta de Instagram donde sube fotos de todos sus looks sustentables. Otro que sigue esta tendencia es el cantante Pharrel Williams, quien en 2015 diseñó para G-Star RAW una colección basada enteramente en los deshechos plásticos de los océanos. Y la lista de entusiastas sigue. Por mencionar solo algunos: Alexa Chung, Olivia Wilde y Jessica Chastain.

En Chile, una de las pioneras de esta tendencia es Juana Díaz, desde que estableció su marca en el año 2000, JD. Con "Telas del futuro", colección que fue premiada en la II Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid en 2010, Juana demostró que lo que viene no es necesariamente lo más "it". Lo que viene, a paso cada vez más fuerte, es el consumo ético en la industria de la moda, sin perder de vista el diseño.
 
MÁS ALLÁ DE LAS TENDENCIAS

El año pasado, Francisca Gajardo (23) tomó la decisión de crear su propia marca de ropa ecoamigable, Y.A.N.G. (sigla para "You Are The Next Generation", en castellano, "Tú eres la próxima generación"), bajo la premisa de ser un aporte en la industria. No sería ella quien le diría al público cómo vestirse o cuál es la última moda, pero sí se encargaría de mostrar, a través de sus diseños, los beneficios del reciclaje.

-Decidí que este era el camino que iba a tomar, y que era un compromiso para siempre. Trabajar sobre la base del rescate de textiles olvidados es rebelarse contra lo que dictan las tendencias de turno; se toma una prenda que ya existe para rescatarla del pasado y volverla algo único, que no tiene tiempo ni fecha de expiración -dice mientras baja del taxi después de un largo día como vendedora en Roberta, una tienda en la galería Drugstore, donde trabaja la mitad de la semana, mientras que la otra la pasa en su taller de Providencia.

Dice que esa confianza, que la separa de la mayoría de las personas de su edad, surgió mientras estudiaba diseño en la Universidad del Pacífico. Cuando cursaba el primer año de la carrera, decidió rebelarse contra la idea de que para tener una marca exitosa, hay que saber satisfacer las necesidades de los consumidores. De esa inquietud nace Y.A.N.G., una de las marcas sustentables más comentadas por estos días entre quienes siguen atentos esta tendencia. Tanto así que uno de sus kimonos ya se vendió por 250 mil pesos. Eso sí, para la confección de su ropa, dice que no usa nada de origen animal, como cueros o piel. Todo debe ser sintético.

Ahora, además de reutilizar otras telas para hacer sus diseños, Francisca también practica el zero waste cutting (corte sin desperdicio), que consiste en tomar una prenda y, sin cortar nada de ella, crear otra nueva. En su caso, un short de mezclilla de hombre que terminó convertido en una chaqueta de mujer. El resultado fue una forma que no busca acentuar la silueta, sino desafiar los estándares de belleza, como lo hizo Rei Kawakubo en los años 70 con su marca Comme des Garçons. Francisca, quien ahora habla desde avenida Francisco Bilbao, mientras espera que su amiga salga de la peluquería donde trabaja, describe así su trabajo.

-Mis diseños no son el tipo de ropa que te pones para ir a carretear y sentirte la más bonita, pero tienen mucho carácter -dice Francisca Gajardo.

Desde su tienda Bazar de la Pasión, ubicada en Cerro Alegre, en Valparaíso, Carolina Arias (37), periodista y diseñadora viñamarina, cuenta que cuando se trata de diseño, prefiere el corte clásico de líneas simples. Eso caracteriza a sus abrigos confeccionados con telas de cortina o tapices.

-No me gusta seguir tendencias. Me inspiran más algunos personajes como la rockera Patti Smith, el personaje de Margot, de los Excéntricos Tanenbaum, o la filósofa Susan Sontag, que la última colección de Gucci -dice Carolina, quien comenta que otra de sus reglas es nunca diseñar en serie.

-Cada pieza es única y hecha a mano -repite.

A los textiles reutilizados llegó mientras restauraba una casa antigua de Valparaíso. De las ventanas colgaba una cortina apolillada, y al tomarla se dio cuenta de que de ahí podía salir un abrigo.

-Lo bonito es que a través de la ropa que hago con esa tela, el pasado glorioso de Valparaíso vuelve de alguna manera -cuenta Carolina Arias desde el Bazar.

Aunque en Chile el interés por este tipo de prendas ha crecido en el último tiempo, Carolina dice que son los turistas los que mejor entienden el valor de diseños sustentables, y que no les duele pagar 150 mil pesos por uno de sus abrigos. Pero se apura en aclarar:

-Tengo clarísimo que no todas las personas tienen esa plata, pero entonces, ¿por qué no comprar en la ropa usada? Es una alternativa mucho más responsable con la sociedad.
 
EL PODER DE LA ROPA

Al otro lado de la línea, Mercedes Martínez (38), creadora de la marca argentina 12-NA junto a su esposo Mariano Broccia (46), prefiere no jactarse de los famosos que usan sus prendas, pero no es difícil encontrarse con algún video de Gepe bailando con uno de sus ponchos. Tampoco cuenta que Javiera Mena es su clienta y, menos, que en Argentina se ha visto al dueto Illya Kuryaki paseándose con sus chaquetas estilo cazadora.

Eso sí, ese ánimo por mantener un bajo perfil no se aplica al ruido que hizo la dupla transandina en la feria Rooms de Tokio, en Japón, en la bienal de diseño de Madrid, o en el Mercedes- Benz Fashion Week 2017, donde lograron ahorrar 108.000 litros de agua durante la confección de su colección "Nakama", palabra japonesa para referirse al vínculo de amistad y colaboración entre dos personas, y que Vogue Italia describió como "prendas vintage, fabricadas desde un punto de vista deportivo y artístico".

Con 13 años de trayectoria, a Mercedes y Mariano les gusta reinventarse y pensar en lo que viene. En 2010 decidieron dejar su taller en el Palermo Viejo de Buenos Aires para radicarse en Santiago. Pero no fue hasta el año pasado que dejaron la capital para irse a vivir a Valparaíso. El resultado de esa decisión fue 12-NA, una tienda que no solo alberga los diseños de la pareja, sino que también -y honorando el mismo concepto japonés que dio vida a una de sus colecciones- los maxi abrigos y kimonos de Francisca Gajardo (Y.A.N.G), Juana Díaz y Kokoro.

-Siempre pensamos este espacio como un lugar de colaboración entre diseñadores sustentables y, de a poco, se ha convertido justamente en eso -dice Mercedes.

Su nuevo proyecto es una residencia en la isla Santa María, en la región del Biobío, donde colaboran con la comunidad para crear conciencia sobre la importancia del reciclaje.

-Reutilizar telas del pasado es como recuperar parte de la memoria. Por lo mismo, cuando uno crea algo de esta forma, lo disfruta tanto que ya no hay vuelta atrás; no puedes hacerlo de otra manera después de experimentar algo así -explica Mercedes.

Algo similar puede decir David Rubilar (28) sobre los motivos que lo llevaron a crear en 2014 su propia línea de ropa sustentable, Visón.

-En el colegio me gustaba transformar las cosas que me compraba en la ropa usada. Desde esos días, no he parado de intervenir la ropa para hacer otros diseños -cuenta David desde su taller en Concepción.

Después de irse a Buenos Aires a estudiar Producción de moda en el Instituto de Enseñanza Superior ABM, David se dedicó, sobre todo, a empaparse lo más posible de las últimas tendencias en las calles y pasarelas de allá. Lo que vio ahí fue un instinto de moda que no veía en Chile. Y fue esa apertura la que lo ayudó a atreverse a jugar con nuevos materiales, sobre todo con la ropa de segunda mano.

Pero las cosas han cambiado desde que dejó Concepción, y David ha sabido aprovechar lo que él llama "lo bonito" de la moda: su dinamismo.

-Es verdad que todavía hay gente que le incomoda usar ropa usada, pero creo que de eso queda poco. Mi público es menos conservador, entonces se arriesga más. Por lo mismo, tiene un rol más activo en la sociedad, como entender la importancia del reciclaje y de ser diferente al resto -cuenta David.

Y en eso -ver a la moda como algo más que una forma de vestir- David no transa, sobre todo después de ver un documental de la editora de Vogue Italia, Franca Sozzani.

-Me di cuenta del poder que tiene la moda como herramienta comunicativa para hablar de lo que está pasando en el mundo -dice. Y es que para David, la moda es más un megáfono que un recetario con fórmulas para combinar colores y formas.

Como sus clientes, David también entiende la importancia de reconocerse distinto; tan distinto como tener 12 años y salir a la calle en un abrigo de mujer reciclado por él.

-Cuando me lo puse, fue la primera vez que sentí el poder de la moda como un ente comunicador. Cuando salí a la calle con él, me sentí completamente fuera de contexto, pero en el buen sentido, diferente. Y todo porque agarré esa chaqueta y la convertí en algo que para mí fue poderoso. *

ANILLOS 3D

La diseñadora chilena Solange Contreras, que bautizó su marca como Majo Contreras, utiliza tecnología 3D para hacer maxi anillos. Con figuras geométricas que destacan por sobre cualquier otro accesorio, cada uno de sus anillos está hecho de moléculas que se obtienen a partir del almidón de maíz, yuca o caña de azúcar, totalmente biodegradables. En Instagram es
@majocontrerascl.
 
LO MEJOR DE DOS MUNDOS

Ubicada en Ñuñoa, Chiza Bags es el resultado de la colaboración entre Camila -chilena- y Lukas -suizo-, una pareja que después de recorrer el mundo buscando un lugar donde emprender, eligieron Santiago. Cada bolso está diseñado y confeccionado por ellos, a partir de materiales reutilizables como el algodón y desechos de lona de cubre- piscinas. www.chiza.cl
 
DISEÑO A DOMICILIO

Dice que todo empezó el año 2011, cuando trabajaba como recepcionista de un hostal para mochileros. Cuando sus zapatillas se gastaban hasta romperse, descosía algunas partes de ellas para convertirlas en billeteras, que luego compraban los mismos viajeros. Así nació Konvert, del diseñador chileno Fabrizzio Dazzo, quien hace entregas a domicilio en bicicleta en Providencia, Ñuñoa y Santiago centro. www.konvert.cl

En Chile, el upcycling es una tendencia que aumenta entre los creadores que apuestan
por la moda sustentable.

"Reutilizar ropa del pasado es como recuperar parte de la memoria", dice Mercedes Martínez, de la marca 12-NA.

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