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Compartir experiencias es clave para la mejora pedagógica:

Los colegios deben generar espacios para que los docentes conversen entre ellos

lunes, 20 de noviembre de 2017

M. Cordano
Educación
El Mercurio

Así lo plantea Lyn Sharratt, especialista en Educación de Canadá, donde vieron mejorar sus resultados académicos gracias a esta medida.



En el año 2007, cerca de 800 colegios de Ontario (Canadá) tenían a la mitad de sus alumnos de 3° y 6° básico promediando uno o dos puntos -de un total de cinco- en las evaluaciones estandarizadas en lectura, escritura y matemáticas. El año pasado, solo 63 establecimientos mantenían ese promedio.

La enorme diferencia tiene un detonante particular: tras ver los pocos avances que presentaban sus estudiantes, los profesores optaron por trabajar de forma mucho más colaborativa. Así fueron compartiendo las experiencias que los ayudaban a enseñar de forma efectiva, aprendiendo de los aciertos y fracasos de unos y otros.

"El trabajo conjunto incluye la coplanificación y coevaluación. Dentro del aula, la coenseñanza, la mentoría y la observación de pares", explica Lyn Sharratt, académica del Instituto Ontario de Estudios sobre Educación de la Universidad de Toronto, además de coordinadora del programa de doctorados en Liderazgo y Políticas de esa casa de estudios. La especialista también es la invitada internacional del seminario anual de la Fundación Educacional Arauco, que se desarrollará este miércoles en Concepción (detalles en el sitio www.fundacionarauco.cl).

Inversión

En Chile, Sharratt centrará su charla en esta idea de colaborar para mejorar el contexto escolar.

Y aunque en el papel puede parecer como una idea simple de aplicar, la especialista sabe que en el día a día la premisa no siempre es fácil de llevar a cabo. "Encontrar el tiempo (para reunirse) suele ser un desafío, porque los colegios son lugares que siempre están muy ocupados", dice sobre las excusas que recibe cuando plantea la alternativa.

Pero Sharratt insiste: el tiempo que se usa en compartir entre profesores no es uno que se pierda. Más bien se trata de una inversión importante. "Encontrar espacios para una colaboración determinada exige que los líderes y profesores aprendan cómo facilitar las conversaciones. Conversaciones que permitan escuchar cada voz y que más tarde lleven a replicar este modelo dentro del aula, para y hacia los estudiantes".

Estos períodos dedicados a compartir no solo pueden desarrollarse dentro de un mismo establecimiento, cree la canadiense. En ocasiones, es útil crear redes con colegios con los que se compartan características similares, como puede ser estar ubicado en un área rural o enseñar a cierto número de niños.

"La tecnología, en especial las videoconferencias, ayudan en este tipo de alianzas. Si las personas a cargo proporcionan claridad y un enfoque definido para el trabajo conjunto, las mejoras ocurren a la velocidad de un rayo".

Estos comportamientos colaborativos se pueden evaluar, recuerda Sharratt. "En Ontario, planteamos lo que esperamos de la colaboración cuando esta recién comienza, a medida que progresa, cuando se integra y luego cuando finalmente se sostiene".

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