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El estadounidense Michael Rosbash, premio Nobel de Medicina 2017:

"El Nobel ayuda a explicar a la gente lo fundamental que es el trabajo científico"

viernes, 17 de noviembre de 2017

C. González
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

El próximo 10 de diciembre recibirá el destacado galardón en Suecia; pero antes se dio el tiempo de visitar Chile, con el que lo unen vínculos familiares y profesionales.



Habla español mejor de lo que él mismo reconoce. "En un mes hablaría mucho mejor", dice risueño mientras camina hacia los jardines del Parque Cultural de Valparaíso, en el Cerro Cárcel del puerto. Un día soleado, pero con mucho viento, recibe al doctor Michael Rosbash, genetista estadounidense cuyo nombre dio la vuelta al mundo a comienzos de octubre cuando la Academia Sueca anunció que era uno de los tres ganadores del Premio Nobel de Medicina 2017.

Rosbash reconoce que aquella noticia le quitó el sueño, literalmente. "Estaba durmiendo cuando recibí un llamado a las cinco de la mañana. No lo podía creer".

Su reloj biológico se vio alterado. Y quién mejor que él para saber lo que eso significa: junto a los doctores Jeffrey Hall y Michael Young, recibirá el máximo galardón científico el próximo 10 de diciembre, en Estocolmo, por sus investigaciones en torno a los mecanismos moleculares que regulan el ritmo circadiano.

Todos juntos

Gracias a estudios en moscas de la fruta, aislaron un gen que ha permitido conocer más en detalle el engranaje interno del reloj biológico en animales y plantas, y que en los humanos ayuda a regular procesos tan diferentes como el sueño, la alimentación, la presión arterial, la temperatura o los niveles hormonales.

Desde el siglo XVIII, mediante el estudio de plantas, se sabía que los seres vivos tienen relojes biológicos internos que preparan al organismo para las fluctuaciones del día. Sin embargo, hasta los años 80 no pudieron identificarse los genes implicados en su correcto funcionamiento.

Los galardonados demostraron que dicho gen codifica una proteína que se acumula durante la noche en las células y que es degradada durante el día, detallando el mecanismo que dirige el reloj interno de las células.

"Fue un trabajo que comenzamos en 1982 junto con mi colega y amigo Jeffrey Hall, con quien colaboramos como equipo por más de 20 años (en la Universidad Brandeis de Boston)", contó en una conferencia de prensa realizada ayer, durante la inauguración de la XIV versión del Simposio Latinoamericano de Cronobiología, que por primera vez se desarrolla en Chile (ver recuadro).

De hecho, reconoce, fue el propio Hall quien lo introdujo en el estudio de los ritmos circadianos. "Fue como el amigo que te presenta a una chica con la que terminas casándote y teniendo hijos y nietos".

En paralelo, el doctor Michael Young llevaba sus propias investigaciones en la U. Rockefeller, en Nueva York. Hasta que llegó un momento en que "el problema se hizo más amplio, había mucho trabajo y ya no hubo más competencia. Todos trabajando por lo mismo", relata Rosbash.

Apoyo chileno

Por esos años, diversos científicos chilenos llegaron a realizar estudios de doctorado bajo el alero de Rosbash y Hall. Entre ellos estaban el doctor Ramón Latorre, actual director del Centro Interdisciplinario de Neurociencia (CINV); el doctor John Ewer, investigador del CINV, organizador del simposio y quien trabajó cinco años con ellos (de hecho, fue invitado por Hall a la premiación del Nobel en Suecia), y la doctora Nadja Abovich, quien pasó de ser alumna a esposa de Rosbash.

"Fue a estudiar un doctorado en Ciencias y trabajó en mi laboratorio, a comienzos de los años 80", cuenta. De allí su proximidad con el país y con el español; esta no es su primera visita ni será la última: "Tengo una estrecha relación personal y profesional con Chile. Además de estar parte de mi familia, aquí tienen muy buenos investigadores".

Recibir el Nobel no es la culminación de su trabajo, reconoce. Aún hay retos pendientes: "Me interesa estudiar el problema del sueño, cuál es su función; en mi opinión, no está claro y hay muchas cosas que no se conocen".

En esa labor, sin duda que el premio será una ayuda. "Es un impulso a la investigación básica, y ayuda a explicar a la gente lo fundamental que es el trabajo científico, aun cuando no siempre haya una aplicación práctica inmediata".

"El trabajo científico tiene una función cultural y educacional en la población, además de la investigación y hallazgos que genera".

"Este premio es para nosotros (los galardonados), pero también para el campo de investigación en torno a los ritmos circadianos".
MICHAEL ROSBASH
UNIVERSIDAD BRANDEIS PREMIO NOBEL DE MEDICINA 2017

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