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Abogada senior en el ránking Chambers & Partners 2018

La ley de Laura Novoa

martes, 07 de noviembre de 2017

Por María Cristina Jurado.
Entrevista
El Mercurio

Es una de las mayores expertas en derecho minero de Chile participó en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación en los 90 y fue precursora en la irrupción de mujeres en los grandes estudios jurídicos. A sus 86 años, Laura Novoa reflexiona sobre su vida familiar, su relación con la política y sobre sus logros en un mundo mayoritariamente masculino: "¿Por qué pude entrar al mundo de los hombres? Un poco porque tuve suerte. Otro poco por mi modo de ser, que no es a codazos".



Retrato: Sergio Alfonso López.

-Al Presidente Aylwin lo respeto y admiro profundamente como un gran estadista que pasará a la historia. El decreto supremo con que creó la Comisión Rettig es un reflejo de su sabiduría, al regularla con especial cuidado para no invadir facultades jurisdiccionales que no tenía. (...) Si bien no pude trabajar personalmente con él, tuve siempre la sensación de que sí lo hacía en mi cargo en la Comisión Rettig.

Laura Novoa Vásquez, una de las dos juristas senior entre las cinco chilenas honradas en el ránking Chambers & Partners 2018 -la otra es Olga Feliú, quien murió en julio pasado-, camina con dificultad a sus 86 años. Su experiencia en el campo legal, donde logró prestigio a nivel nacional e internacional, cruza seis décadas desde que se recibió en la Universidad de Chile (sede Valparaíso). Con voz baja y sonriente dice que tiene un dejo de Párkinson y problemas en sus vértebras. "Nada terrible", agrega. Nada que le impida llegar cada mañana al estudio familiar que comparte con sus hijos Gastón y Álvaro. El estudio Anríquez Novoa fue fundado a principios de 2000 y se especializa, sobre todo, en Minería, Recursos Naturales y Astronomía.

Laura Novoa creció en Viña del Mar, estudió en Valparaíso y se hizo experta en leyes nacionales en Santiago. Como abogada joven completó años de trabajo experto en la minería. Primero, como abogada de las mineras norteamericanas que existían en los 50 y 60 en Chile, después como abogada jefe de Codelco, nombrada por el régimen militar. Novoa fue testigo participante de la nacionalización del cobre, negoció las indemnizaciones con las compañías estadounidenses y fue protagonista activa en la creación de Codelco y la redacción de la Ley de Concesiones Mineras. Ni el gobierno de Allende, ni en su comienzo el de Pinochet, pudieron prescindir de su expertise. Recién en 1978 fue despedida. Durante ese decenio, sufrió un proceso personal que, 40 años después, observa como un vuelco interno:

-Yo quería que Allende saliera porque no podía encontrar más mal el país. Encontraba que era bueno que los militares pusieran orden. Pero yo creía que iban a llamar a elecciones casi al tiro. ¡Y resulta que no llamaron a elecciones! Y eso me fue desilusionando, y lo que es peor, empecé a darme cuenta desde los primeros días que era un régimen brutal. Y que estaba matando gente, desapareciendo gente, y eso lo vi. Y lo supe, con la gente de Codelco.

Recuerda que, al asumir la Unidad Popular, pensaron en despedirla "pero no me echaron en cuanto hablaron conmigo, porque se dieron cuenta de que yo era una persona leal con las empresas. Que no por ser opositora política, iba a actuar torcidamente". La dejaron por su gran conocimiento del derecho minero y su especialización técnica en lo legal.

-En esa etapa breve en que conviví con gente de la UP, aprendí que esa gente podía ser buena o mala. Que uno podía tener fe en algunos y en otros no. Que unos merecían ser amigos y otros no, no obstante las diferencias políticas. Entonces, cuando se produjo el golpe militar, empecé a proteger a gente de la UP, que estaba siendo atacada injustamente o perseguida. (...) Así es que aprendí a convivir con personas de otro pensamiento político. Y eso es muy importante. (...) Y por eso me enemisté con el gobierno militar. Y por eso fue que en el 78 me pidieron que me fuera. (...) Años más tarde, a principios de los 90, fui nombrada en la Comisión Rettig.

-Usted sufrió un profundo proceso interno.

-Sí, sí. Exactamente. Yo siempre estuve al lado del vencido.

-¿Hasta hoy?

-Creo que sí. Porque siempre del árbol caído, dicen, se hace leña. Entonces yo trato de ayudar al árbol caído cuando se pueda. Sí, ese fue un proceso importante, pero que caía dentro de la formación de mi papá, de mi formación personal. Y también era totalmente compartido con mi marido.

-Cuando estuvo en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, ¿con qué sensación se quedó del Presidente Aylwin?

-Con la mejor sensación. Nunca supe por qué Aylwin me llamó. (...) Lo que sí sé es que nombraron a dos mujeres, la otra fue Mónica Jiménez, que era reconocidamente pro DC, muy católica y conectada con la Iglesia. Y querían a una persona que no fuera de izquierda en la Comisión, y alguien dijo 'Laura Novoa'. ¿Y por qué se dijo eso? Porque yo había participado con gran entusiasmo en 'La Cruzada', la campaña donde conocí a Mónica Jiménez, en que se recibió plata del extranjero para ayudar al plebiscito, para que la gente supiera que votar no era peligroso. La Cruzada enseñó a mucha gente a que se atreviera a votar, era un sistema de rebote: se entrenaba a diez personas y ellos a otros 10 y a otros 10.

Más tarde, Laura Novoa formó parte de la ONG Participa, para fomentar la democracia a través de la educación. Nunca olvidó el impacto de trabajar en la Comisión Rettig:

-Conseguimos verdad, no conseguimos reconciliación. Y todavía no se consigue. Pero se logró la verdad. Y la verdad es, de alguna manera, una especie de piedra preciosa que tiene varias aristas. Una de las aristas es justicia. Por lo tanto, lo que consiguió Aylwin con la Comisión, si consiguió verdad y no reconciliación, es una forma de hacer justicia también, en el sentido lato de justicia. Porque la verdad ayudó a reconocer lo que había pasado. Y no se podía, en ese momento, pensar en hacer justicia formal.

-¿Qué siente hoy?

-Que me gustaría avanzar hacia la Reconciliación.(...) (Ella) pasa por el perdón y el olvido.
 
Valores familiares

Laura Nova nació en 1930 y creció en un hogar sin grandes medios ("con el sueldo de un carabinero, apenas subsistíamos"), pero asegura que tuvo una sólida escala de valores familiar.

-Mi padre, Carlos Novoa Tardón, fue carabinero, pero terminó de general muy prestigiado. Nos formó a todos en el respeto al derecho y al orden público. (...) Él era muy respetuoso de la libertad de las personas. 'A mí no me gusta ningún régimen en que me obliguen a sembrar papas o no me dejen sembrar papas si yo quiero', decía. Los valores de mi papá eran de ese tenor. Me formé en un ambiente bastante serio, responsable, de trabajo.

Cuando tuvo que elegir carrera, evaluó primero Pedagogía y después se inclinó por Medicina y Psiquiatría. "Pero en Valparaíso no había esas carreras, sí había Leyes. Y me quedé con Leyes porque era más barato para la familia. Tenía cuatro hermanos chicos y yo sabía que, si estudiaba en Santiago, iba a ser una carga económica. Tenía una hermana enferma de asma".

A principios de los años 50, Laura Novoa Vásquez empezó a acumular honores.

-Cuando di la Licenciatura fue una comisión de Santiago por primera vez a tomar el examen. Yo me saqué tres coloradas con lleno completo, porque estaba toda la Corte de Apelaciones, había estudiantes, fue un acontecimiento. Y cuando terminé el examen, siento una especie de ruido de lluvia. Me doy vuelta, y me doy cuenta que están aplaudiéndome.

El estudio que hoy dirige junto a sus hijos, se remonta a principios del siglo XX. Partió en Valparaíso, cuando su suegro fundó su oficina legal que, con la apertura de vuelos comerciales e instalación de empresas en Santiago, se trasladó a la capital. Allí se formó como jurista su marido, Gastón Anríquez, a quien ella reconoce como el mejor amigo de su vida y además la convenció de no participar en política, un interés que tuvo desde joven:

-Desde que entré a Leyes, se me acercaron personas de partidos políticos. En esa época, muy pocas mujeres estudiaban Derecho. En mi curso de 80, éramos diez o doce mujeres y terminamos cuatro. Se me acercaron porque supongo que yo llevaba fama de buena alumna por el Bachillerato. Y me empezaron a gustar los de la Falange, los actuales DC, con ellos me uní bastante. Pero, a poco andar, el que después fue mi marido, quien era muy contra la política, me sacó. No me metí en política por la influencia de él.

-¿No se arrepiente?

-Un poco. Porque me he ido convenciendo de que las cosas que uno piensa, por las cuales lucha, para que surtan efecto se mueven mejor no de una manera individual, sino que se pueden masificar a través de la política.
 
Costos personales

Al hacer su balance de vida, Novoa recuerda los días cuando sus dos hijos, ya adolescentes, le representaron su ausencia. No le fue fácil.

-No era porque yo no estuviera en la casa, ellos eran recelosos del tiempo que yo empleaba, además de en ellos, en parientes directos, como mi mamá y mis hermanos. Porque yo era muy solidaria con mi familia de soltera. Y eso, los niños míos, llegado el momento, empezaron a rebelarse contra que yo le diera demasiado tiempo a esa familia. A mi mamá no tanto, porque ellos fueron muy unidos a su abuela. Pero a mis primos, mis hermanos, mis sobrinos.

De nuevo aplicó su filosofía. ''Traté de mejorar, de hacerlo mejor. No me acuerdo cuándo ni cómo ni dónde, pero esa sensación de protesta de mis hijos la tuve presente. Y la tomé en cuenta para enmendar rumbos''.

El episodio la marcó.

-Usted ha dicho que una abogada sin respaldo familiar no avanza.

-Mi marido permanentemente me ayudaba en todo. Fue mi mejor amigo. Si teníamos que llevar a un niño al doctor y yo no podía, él lo llevaba. Nunca se complicó. Era un hombre absolutamente desprovisto de ambiciones. Él, lo que quería era que yo surgiera, me apoyaba. Fue una persona muy especial, es difícil que alguien haya tenido una pareja tan compenetrada con uno. Era como mi manager. Y, como era muy buen abogado, podíamos discutir temas legales, era muy inteligente.

Como precursora en Chile de la participación femenina en estudios jurídicos de alta importancia -hizo una carrera ascendente de 27 años en Philippi, Yrarrázaval, Pulido y Brunner antes de fundar su propio estudio-, Novoa reconoce que el camino no le fue fácil.

-Una mujer que se desempeña en el campo privado, para poder llegar a ascender a puestos importantes, necesita mucho sacrificio personal. En el ejercicio privado, toca a veces que hay que viajar, al otro día, a otro lado. O puede quedarse sin dormir, porque hay que preparar un asunto con plazo. Esa presión permanente, una mujer con tarea familiar, no puede abordarla. A menos que alguien la reemplace con eficiencia.

-Fue una de las primeras abogadas en un ambiente netamente masculino, como la Gran Minería.

-Así resultó. Y, sobre todo, mi trabajo en estudios grandes. Yo tuve que competir, en los estudios grandes la competencia es muy fuerte. Todavía. Y con mayor razón en esa época. Las mujeres no estaban presentes. Pero tuve suerte, caí bien por mi manera de ser. Porque yo me entusiasmo mucho con los asuntos de los clientes. También he trabajado en Astronomía, atendemos asuntos de grandes observatorios. Principalmente ESO, y estuvimos de abogados de la TMT, Thirty Meters Telescope, que no quedó en Chile.

Laura recuerda a sus colegas, todos hombres en un 90 por ciento, diciéndole: 'Laura, en las reuniones en que tú estás, se eleva la categoría de la conversación. Es muy bueno que estés'.

-En cambio, no sentí apoyo de otras mujeres en el inicio de mi carrera. (...) Pero yo había trabajado arduamente en la chilenización del cobre y llegó el momento en que el Presidente Frei invitó a un almuerzo por eso. Y yo no pensé que me iban a considerar, porque yo estaba detrás del trabajo que se había hecho. Pero me invitaron, y las más contentas fueron las secretarias. Eso me hizo muy feliz.

-No hay más de 10% de socias de estudios jurídicos en Chile. Usted lo fue temprano.

-Creo que mi manera de ser influye: a mí me interesa tanto el asunto del cliente, que me enamoro. Me involucro. En Chuquicamata, frente a un proyecto, yo al tiro veía a personas con overol trabajando.

-¿Y sigue así?

-Sí. Siempre tuve entusiasmo y todavía tengo. ¿Por qué pude entrar al mundo de los hombres? Un poco porque tuve suerte. Otro poco por mi modo de ser, que no es a codazos. Trato de que me escuchen y terminan escuchándome. De las cosas que le cuestan a uno, por ser mujer, es que te escuchen en una reunión. En una reunión de puros hombres, uno queda sumida en que no te toman en cuenta. Y hablar cuesta. Pero hay que atreverse a hacerlo, aunque sea en voz baja. Y la gente empieza a escuchar porque los hombres no son tontos tampoco. Se dan cuenta de que tú aportas y te empiezan a respetar.

"De las cosas que le cuestan a uno, por ser mujer, es que te escuchen en una reunión. En una reunión de puros hombres hablar cuesta. Pero hay que atreverse".


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