Si la vía expresiva de los grandes geométricos nacionales, Matilde Pérez e Iván Conteras, abarca tanto el arte cinético como el optical art, Catalina Cáceres se limita a crear dentro de los parámetros del segundo. ¡Y con qué resultados lo hace! Su primera exposición individual lo demostró. Así, en la flamante y luminosa sala En tránsito -avenida Las Condes, al frente y pocos metros más hacia el oriente de la parroquia Santa María-, de partida sorprende a todo visitante. Desde luego, un nivel de calidad mantenido atraviesa sus grabados intervenidos, sus serigrafías sobre grabado, sus pinturas sobre tela, sus acrílicos sobre papel. La edad de esta artista de 26 años pareciera no corresponder a su experiencia y madurez estética, a su riqueza formal, a su dinamismo permanente, a su factura perfecta -cuidado, sin embargo, con la firma en el cuadro-, a la delicadeza de sus superposiciones de elementos. Es que la pureza y pujanza juvenil de su op art demuestran un valioso paso más allá de las conquistas logradas por aquellos dos máximos cultores nuestros. A ello se integra el manejo genuino de los acordes de color. De paso, permite apreciar en qué medida la descendencia chilena de Mondrian aventaja hoy día a los herederos nuestros de Kandinsky. Si quisiéramos detenernos en algunos trabajos, comencemos por indicar la belleza peculiar de tres de ellos: Corrientes y su imagen cambiante, estimuladora potente del ojo del espectador; Ritmos, elegante juego de las ondulaciones de láminas de acrílico negro y sus respectivas sombras sobre la blancura del soporte; Luz, con su serena agresividad visual al mirar nuestro. En cambio, un fuerte efecto volumétrico producen las cuatro variaciones cromáticas de Luna. Se trató, pues, de un inicio excelente para este recinto de exhibiciones en el Centro Las Condes Design. Otro nombre nuevo y, asimismo, comprometido -aquí hasta cierto punto- con la geometría resulta el de Alejandra Bisquertt (1960). La acoge Sala Gráfica de la Galería Patricia Ready. De ese modo, la expositora aprovecha la limpidez formal, la quietud expresiva de la parcelación en cuadrados y rectángulos de sus once óleos sobre lino. Cinco de ellos, salvo las también protagónicas palabras substantivas que portan, emergen por entero abstractos. Interesa en especial su tratamiento impecable de ocres, grises y coloraciones apagadas, cuyas largas franjas horizontales obligan a evocar la línea del horizonte. El texto, además, subraya la voluntad contemplativa que empapa todo el conjunto. Dentro de él, las pinturas restantes introducen una figuración con escenas sin presencia humana, ya de piscinas -imposible no asociarlas con el Hockney más típico-, ya con posibles canchas de tenis, ya de las carpas playeras de un balneario. Los escenarios vacíos acentúan el clima de paz, de soledad reinante. Acaso cabría interpretar estas pinturas de bien lograda unidad argumental, como imágenes cinematográficas que buscan atrapar la memoria de lugares y sensaciones alternados con explicaciones verbales mínimas. En lo que a figura reconocible se refiere, sobre todo el enfrentamiento entre la abstracción y casetas de lona necesitaría mayor fluidez formal, con el fin de que su reconocimiento por parte del observador sea más indirecto. La sala grande de Patricia Ready nos propone una amplia instalación, donde son peruanos la temática y uno de los dos autores, Silvana Pestana. Esta se une al chileno residente en Lima Francisco Casas. Componen la obra cuatro videos, tapices murales de colores terrosos, mazos de madera y una especie de alfombra con material rojizo, desde la cual se yerguen, como en zonas desérticas, una agrupación de cierta clase de cactus, acá elaborados con resina y metal. También presentes estos últimos en otros espacios del recinto, su verticalidad insistente, al igual que la de los mazos, invita a evocar determinada forma orgánica. En cuanto a los textiles, once cuelgan portando un diseño muy simple de escalonamiento precolombino mil veces utilizado y que se aparea con el vecino. El solitario y realizado en gran formato representa una fila de hombres desnudos que, divididos con gracia en grupos, arrastran sobre los hombros una larga cuerda horizontal; un arabesco de ángulos rectos les sirve de fondo. El ritmo, la armonía plástica, lo novedoso de las figuras, junto con traer un remoto aire románico, se convierte en el integrante más atractivo y convincente de la instalación. Las filmaciones, por su lado, se despliegan en un tríptico con visiones disimiles, mientras el video principal del acto ritual resulta confuso: en él la oscuridad hace del fuego su personaje. Catalina Cáceres Joven revelación, capaz de ser original dentro del op art Lugar: Galería En tránsito Silencios de la memoria Alejandra Bisquertt y su buen aprovechamiento de la geometría La dama de Cao Instalación de Silvana Pestana y Francisco Casas, donde reina un tapiz figurativo Lugar: Galería Patricia Ready Fecha: hasta el 25 y el 17 de noviembre, respectivamente.