Dólar Obs: $ 930,99 | -0,62% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.312,63
IPC: 0,50%


El segundo tiempo deLuka tudor

lunes, 30 de octubre de 2017

por FEDERICO GRÜNEWALD foto carla dannemann
Reportaje
El Mercurio

La voz deslenguada que llegó a refrescar el comentario deportivo se asume como un divorciado que se acerca, con algo de terror, a los 50 años. Aquí se jacta de anticipar el "conformismo" que llevó a la Roja al fracaso, dice que es inaceptable que seleccionados mandaran mensajes de whatsapp durante los entretiempos y que el jugador chileno necesita disciplina: "Una mano firme que lo rija y no solo en la cancha".



Mientras contempla el churrasco italiano que acaba de llegar a su mesa, Luka Tudor asegura que lo que se ve en el plato no es parte de su dieta habitual.
 El dato lo va a corroborar más tarde su nana, que dice que lo alimenta con ensaladas de todo tipo. Tudor, un exflaco de un metro y 83 centímetros que alguna vez anotó siete goles en un partido de fútbol profesional, un exrubio que jugaba en la Católica de fines de los 80 y al que las escolares iban a esperar a la salida del estadio, anda hace un buen tiempo sobre los 100 y tantos kilos, y se nota que el tema lo está empezando a complicar. Los triglicéridos altos y la hipertensión arterial son antecedentes familiares que lo empujaron a proponerse llegar al verano con menos volumen. Él cree que por tiempo ya no alcanza.



Es martes en la tarde. Luka Tudor Bakulic terminó hace pocos minutos otro capítulo del programa Los Tenores, en radio ADN, que está a dos cuadras del Café Marisol, el lugar que eligió para conversar. Tiene 48 años, y eso para él es mucho. Aunque le agrada que lo vean como un soltero maduro, este año por primera vez pensó en la vejez. 


"Estoy a dos de cumplir 50, y 50 es como un número grande".-¿Te atemoriza la vejez?



Tudor mira el churrasco durante 10 segundos sin decir nada.-Como que dices: va quedando menos -responde-. No sé si me da miedo, pero no lo veo como lo mejor. Ahora, uno siempre se acostumbra a la edad que está viviendo, pero es primera vez que me cuestiono el tema. Apareció cuando pensé en emparejarme definitivamente. Se están dando ciertas cosas que me llevan a pensar en que es un buen momento.


Cuando se deja un poco de barba, Tudor queda con un aire a Russell Crowe en sus últimas películas. Cuando se afeita, aparece un perfil tipo Gérard Depardieu.
 Hoy anda como Crowe. "Sería mejor tener menos kilos de los que tengo, estar más flaco", reconoce.Ese debe ser además el comentario que más le dedican en Twitter cuando está al aire en Los Tenores. Eso le han contado, porque no es amigo de las redes sociales y recién está pensando en abrir una cuenta.



Lo que sí tiene Tudor es buen humor, sobre todo humor negro, y por eso le dio lo mismo hacer el programa radial en bata el día en que murió Hugh Hefner, a modo de homenaje. Los memes en redes sociales mostraban a Kung Fu Panda en el estudio. "Soy medio rallado, me gusta hacer locuras... Yo me río harto de mí mismo y es importante, es un pequeño signo de inteligencia", dice.
Un nuevo gurú 
Un cuarto del churrasco de Tudor ya no existe. La Coca Zero marca la mitad de la botella. Si la carne fuera de cordero, su debilidad, probablemente quedaría solo la mitad. El exfutbolista es sibarita, le gusta salir a comer y su primer trago lo probó a los 28 años, cuando los desgarros lo obligaron a retirarse del fútbol. No es cervecero, prefiere el vino, a veces un vodka y se reúne con sus "lotes" de amigos, los del colegio Saint George, los del fútbol, los de la vida o los de la radio. Sabe que se va a lesionar o va a estar parado todo el tiempo.


Tudor no ha vuelto a jugar fútbol, excepto algún peloteo con sus hijos en el Parque Araucano, y este año fue su regreso al comentario deportivo, después de haber administrado su empresa de representación de jugadores. Hablará de ella cerca del postre. Mientras, cuenta que en Los Tenores encontró una tribuna en la cual puede tener un estilo propio. No se atreve a definirlo, pero es una combinación entre la ironía y el francotirador deslenguado, una suerte de Eduardo Bonvallet sin tanta vehemencia. 

A Tudor, de hecho, le gusta eso de anticipar las cosas. Fue él, por ejemplo, quien dijo el semestre pasado en la radio "que Colo Colo no iba a ser campeón, y la U sí", recuerda. "Después dije que la Copa Confederaciones era una copa de palo, que no había que ir con todo el equipo, porque había que darles descanso a los jugadores y las eliminatorias eran mucho más importantes. Me retaron... Y estamos fuera del Mundial. Sin sonar arrogante, eso tiene un poquito más de análisis, de profundidad", opina Luka.-¿Como quién te gustaría ser?

-No tengo ningún referente.
-¿Como quién no?

-Como Mauricio Israel. El tipo fue vivo en buscar una forma de expresar temas deportivos, no sabiendo casi nada. Trabajé con él en Chilevisión y una vez lo encaré mal, porque de alguna forma me había traicionado y me lo negó. Independiente de eso, me descoloca la gente que pontifica no teniendo moral para hacerlo.
-Entonces, ¿qué tipo de comentarista estás buscando ser?-Mi fortaleza es saber qué siente un futbolista y explicarlo coherentemente. Como he dicho varias veces: tengo que tener buen hablamiento y también humor, desdramatizar un poco este tema del fútbol, que a veces se toma demasiado en serio. 
-¿Por qué dices eso?-Porque sí, hay gente que le da mucho color. Me cuesta entender al hincha de un equipo que se amarga porque su equipo un día pierde.
-¿Tú nunca te amargaste?-Cuando chico era de Unión Española y sí, un poco, porque no tenía noción. Creo que hay que alivianar el cuento, porque todo esto te lleva a que algunos jugadores disparen declaraciones para allá y para acá, y la gente al salir de los estadios se quiera pegar, se quieran matar. Hay que tener mucho cuidado y a través del humor decir que esto es un deporte nomás, y que cuando juegas contra un país distinto no es una guerra.



Mundo tóxicoPrimera mitad del churrasco y de la bebida. El garzón se asoma a cerciorarse de que no falte nada.  Una vez Luka dijo en una entrevista que le importaba "una raja" el sobrepeso, porque le seguía yendo bien con las mujeres. A dos años de esa respuesta cree que "fue una pelotudez", pero asegura que lo dijo como talla. Hace algunos meses que no pololea, pero citas no le faltan. Sin embargo, y pese a que no quiere quedarse solo y está abierto a formar una familia nuevamente, valora mucho sus momentos de soledad, de conectarse con sus emociones y "autosanarse", algo que descubrió cuando aprendió el método Isha.  
Tudor está divorciado (se casó a los 31) y los fines de semana estruja el tiempo con sus hijos Milan (13) y Nikolas (11). En la semana se reparte entre Los Tenores y la oficina que montó en el living de su departamento. Lo suyo es el márketing deportivo. Ahora es representante de PES (Pro Evolution Soccer) en Chile, un popular juego de consola japonés. También fue representante de futbolistas en Tudorsports, pero decidió abandonar ese mundo, porque tenía que viajar mucho y porque, dice, es uno de los negocios más tóxicos en los que ha estado, y eso que trabajó con Carlos Cardemil y con Josep María Menguilla, el hombre que una vez se lo quiso llevar al Barcelona -y la UC no lo dejó-, el mismo que descubrió a Messi y que sí pudo llevar a España a Maradona, Romario, Ronaldinho, Stoichkov y Hagi, por mencionar a algunos.


-¿Cuál es la parte más tóxica de ese mundo?-Hay mucha gente que cree que esta cuestión es para hacerse rico en un año, y no es así. Es una mezcla muy mala que haya mucha plata y mucha gente que no sabe de fútbol. Cualquier pelotudo puede ser representante y los jugadores tampoco cachan mucho, te firman un contrato y les firman a tres más. Vas a un club con el contrato y te dicen: "Pero, ¿cómo? Si le firmó a dos más...".


 -¿Pasa eso de que te venden camellos en vez de finasangre?-Pasó hace poco. Llegó una oferta a la U con un membrete de la Roma italiana y era falso. -¿Saliste apestado de esto?-Decepcionado. Cagar a alguien por plata, da lo mismo la cantidad, no lo puedo entender. 
¿Qué hay de postre?
Pese a todo, Tudor le agradece al fútbol y en la radio hasta tiene un segmento llamado "Gracias, fútbol", en el que cuenta infidencias, como cuando dijo que si bien no pudo jugar mucho cuando llegó a la UC, el técnico José "Chemo" del Solar, al menos sí pudo salir con su hermana.
En el programa, Tudor habla de sus tiempos como futbolista con nostalgia, aunque asegura que carretea más ahora. Estuvo en la UC, en Newell's Old Boys de Argentina, el Sion de Suiza, el Sabadell de España y en Colo Colo. 
Cuando tuvo que retirarse, quedó muy mal de ánimo, frustrado, desorientado y recién entonces se dio un gustito: comprarse un BMW, aunque dice que nunca fue de hacer ostentaciones y considera que ese es un problema de las generaciones actuales. Recuerda que una vez Manuel Pellegrini le dijo a él y a Raimundo Tupper:
 "Todo se puede hacer, pero que lo hiciéramos bien, no para andar mostrándonos. Piola, no sé, estar en otro lugar, tranquilo, sin exponerte a que te vean".
-¿Qué habrías hecho si la mujer de un compañero hubiera dicho de ti lo que publicó la esposa de Claudio Bravo tras la eliminación?-Lo habría llamado y le habría dicho que por qué salió esta cuestión, que no corresponde y cortamos el tema ahí hasta que nos veamos y hablemos. A mí no me parece que eso lo hagan las mujeres de los jugadores. Son cosas que se tienen que tratar adentro.
-¿Qué otros comportamientos de este camarín no deberían repetirse?

-Se dijo que había jugadores que mandaban whatsapp durante los partidos, en el entretiempo. Son cosas inaceptables, porque el compañero, el que está viendo, dice: "No, esta hue... es chacota". Eso al final se traspasa al juego. ¿Cómo vamos a ganar un partido si hay gente que está en esa?-Sánchez se retiró antes de un entrenamiento en la última fecha, y se fue a almorzar con su polola.-Me parece que tiene que estar con los compañeros hasta el final del entrenamiento y tendrá que ir a almorzar, en vez de a la una, a las tres. Son todos iguales, independiente de que unos ganen más que otros.
-¿Hay mediocridad?
-Hay un poco de eso también, y de conformarse. Esto de la Selección fue una farra, nosotros deberíamos haber estado clasificados cinco fechas antes de todo este lío de los últimos dos partidos, y eso tiene que ver con un relajo, con un conformismo. 



-¿Cómo abordarías tú la indisciplina? ¿Serías más estricto?-Absolutamente. Creo que aquí tiene que ser por obligación o por convicción. Si vienes a Chile, no hay día libre. No, compadre. El futbolista chileno necesita una mano firme que lo rija y no solo en la cancha. Si un jugador se manda una cagada, lo sacas definitivamente o por un tiempo, para que se entienda el mensaje. 

-¿Cuál fue el técnico más estricto que tuviste?-Bielsa, en Newell's.
Cuando había partidos importantes, Bielsa los hacía concentrar en un recinto militar lejos de Rosario dos días antes, sin muchas comodidades y sin ninguna posibilidad de salir. Pero una vez Bielsa se puso a llorar. Era 1992 y habían perdido 0-6 contra San Lorenzo.
 En el medio del camarín, el director técnico se sentó sobre una pelota y mientras lloraba se preguntaba "¿qué nos pasó... qué hicimos mal?". 
Lo bueno fue que la catarsis resultó y llegaron a la final. "Eso es lo que hay que hacer en un camarín, decirse las cosas a la cara. Eso le faltó a esta Selección, hace rato venían pasando cosas y si algunos vieron y pensaron en que no eran correctas, y tenían que putear al del frente, debieron putearlo nomás. Es así, es parte del juego", propone Tudor.


-¿Es muy quejón el futbolista chileno de ahora? 
-Estos muchachos se acostumbraron, como mis hijos, a ganar. Mis hijos estaban los dos llorando cuando quedaron fuera del mundial y varios hijos de amigos también. Los jugadores se acostumbraron a ganar, a que los alaben, a que les pongan nombres rimbombantes, "El Rey", "El Niño Maravilla", "El Príncipe", y en algún momento, como siempre pasa en la vida, uno decae y, cuando no estás en lo mejor, te critican. Entonces, como no estás acostumbrado, dices: "Me están persiguiendo".

El garzón aparece para ofrecer el postre de la casa. Hay tres opciones, pero la tentación viene en la carta: una torta mil hojas, rebosante de manjar en cada ranura, gruesa y apetitosa. "Esto no es todos los días, ¿ah? Tengo que volver a hacer ejercicio", se repite Tudor mientras empuja una pequeña pirámide de torta.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia