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Diplomáticos recurrieron a consultora de ex presidente del Central para reajustar sus sueldos

domingo, 27 de enero de 2008

Bernardita Serrano
Enfoques, Economía y Negocios

Los funcionarios se asesoraron por una oficina prestigiosa del país. Hicieron una propuesta a la Cancillería, fueron escuchados y esta última les dio la razón.





Llevaban 3 años sin reajuste. Desde 2004 que los diplomáticos destinados al exterior no veían incrementar sus sueldos, y cuando en junio de 2007 se enteraron de que sí cambiarían, pero no usando como base la tradicional escala de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sino que una que no conocían, se desató la polémica.

El directorio de la Asociación de Diplomáticos de Carrera (Adica), que en esa época estaba presidida por Gabriel Jara, decidió atacar en grande, y pidieron una consultoría a una de las oficinas más prestigiosas del mercado, Zahler & Co., fundada por el ex presidente del Banco Central, Roberto Zahler.

Les solicitaron que hicieran un estudio y que propusieran la mejor fórmula para calcular los sueldos, porque sentían que el último reajuste no reflejaba realmente lo que estaba pasando en el extranjero.

Algunos diplomáticos incluso lo calificaron de "burla". Funcionarios en todo el mundo, en especial los de países europeos, aseguraban que con el ajuste que les habían dado no se alcanzaban a cubrir -ni en parte- la inflación y devaluación del dólar y, por lo tanto, sufrirían el daño.

Con el informe en mano -que según cercanos al proceso fue clave para cambiar el rumbo de la discusión- más la "ayudita" de la filtración de una carta enviada por el embajador en Italia, Gabriel Valdés, a la Cancillería, y las declaraciones posteriores, lograron que se instalara la discusión del tema.

La Cancillería aceptó la idea que le presentó Adica y que elaboró Zahler & Co. (ver recuadro), y a partir del viernes pasado llegaron, a través de comunicación interna, las novedades salariales a cada una de las embajadas. "El Mercurio" solicitó formalmente a la Cancillería que le enviara el listado de los reajustes, pero sólo se logró que hicieran llegar los datos de algunos de los países.

La duda que queda
Aunque las presiones bajaron, el punto que quedó dando vueltas es por qué el 2007 el director general administrativo de la Cancillería, Pablo Piñera, decidió cambiar la fórmula de cálculo de la ONU por la del Fondo Monetario Internacional (FMI). Aunque se solicitó una respuesta oficial, en el ministerio se limitaron a asegurar que "las metodologías que apelan a los índices del FMI y de la ONU tienen ventajas y desventajas, aunque arriban a resultados que no son demasiado diferentes". Asimismo, agregaron que para el 2008 "en conjunto con el Ministerio de Hacienda, se acordó utilizar el índice de Naciones Unidas, el que además contaba con la opinión favorable de las asociaciones gremiales".

El punto de discordia
Con los sueldos base estancados hace más de 40 años, el factor del costo de vida se convierte en "la forma" de tener un sueldo que les permita vivir en países extranjeros. "Se trata que la gente recupere el poder adquisitivo, sobre todo en Europa. El gran drama es que a nosotros se nos paga en dólares", asegura Marco Aguayo, actual presidente de Adica.

Para el ajuste de junio de 2007, se usaron como factor de costo de vida los datos del FMI, que responden a la inflación de cada país y al comportamiento del dólar frente a la moneda local.

Fue así como un funcionario de igual grado que vivía en Jamaica, Brasil o en República Dominicana quedó ganando más que uno que vivía en Alemania, Dinamarca o España; uno que vivía en Venezuela casi lo mismo que el que vivía en Suecia, y el de Londres, un poco más que el de Montevideo.

Frente al descontento, Pablo Piñera, director general administrativo de la Cancillería, se defendió diciendo, en ese minuto, que la fórmula era más beneficiosa para los funcionarios y que ellos recibirían un aumento sustancialmente mayor que el que habría obtenido utilizando el criterio que entregan las Naciones Unidas.

A pesar de la defensa, lo cierto es que la Cancillería vuelve a usar los índices de las Naciones Unidas. Una decisión que la mayoría de los destinados en el extranjero aplaude.

Pero con el cambio de fórmula no todo queda solucionado. A pesar de que desde ahora el ajuste se hará anualmente, el rezago de por lo menos un año de los datos que se utilizan obliga a que los funcionarios deban hacerse cargo del poder de compra que pierden.

Así, un diplomático que vive en Europa este año seguirá teniendo un déficit de un 15% aproximadamente, porque lo que se le está ajustando corresponde al periodo entre diciembre de 2005 y diciembre de 2006.




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