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Hacia un Santiago de calidad mundial

Medellín, la ciudad símbolo

sábado, 14 de octubre de 2017

Miguel Laborde
Nacional
El Mercurio




¿Es tan maravillosa Medellín? Así como durante años fue Curitiba el referente entre las ciudades de América Latina, ahora destaca esta urbe colombiana que, no hace mucho, era sinónimo de narcotráfico y guerrillas.

En 2014, la multinacional Indra, en su ranking de mejores ciudades para vivir en la región, ubicó a Medellín y Santiago en el primer lugar.

¿Por qué es Medellín la que más figura, y no Santiago? Entre las razones del premio aparece una diferencia; en la nuestra destacan los servicios sanitarios, el uso de tecnologías en su administración y la limpieza; en la colombiana, algo más complejo, su desarrollo sostenible. Es el único índice en que Santiago es inferior al promedio mundial.

En favor nuestro, el estudio realizado en 234 ciudades refleja que los santiaguinos nos demoramos 46 minutos en llegar al trabajo; 13 menos que quienes trabajan en Buenos Aires y 12 menos que en Sao Paulo. Medellín nos supera, con solo 42. El puntaje de Santiago, a su vez, es superior a las tres en seguridad.

A Medellín se le estudia como virtual laboratorio en innovación y transformación urbanas. Frente a su cultura anterior, de enfrentar cada problema con una solución viable, ahora se consideran la arquitectura y el urbanismo como las herramientas estratégicas. Algo muy similar a lo preconizado aquí por Alejandro Aravena y el Grupo Elemental, pero con una gran diferencia; en Medellín hay una autoridad central que permite desplazar recursos libremente. El Plan de Ordenamiento Territorial (POT), el Proyecto Urbano Integral (PUI) y el Plan Director de Zonas Verdes se aplican sin barreras comunales. Cada intervención barrial está inserta en un plan global, de transformación de toda la ciudad, lo que permite actuar con equidad.

El segundo factor relevante es el sentimiento positivo de los habitantes. A veces considerados los más amables de Colombia, no son autoflagelantes, pero tampoco autocomplacientes. Sin dificultad reconocen muchos aspectos pendientes. Y son más críticos que muchos extranjeros que los han idealizado. Pero también celebran sus avances y tienen la disposición a seguir mejorando, con fe en el futuro. Por lo mismo, repuntó la actividad productiva y aumentó el empleo.

Un sector muy beneficiado es el que habita las laderas de los cerros, el que ahora con el Metro Cable conectado al Metro puede bajar y entrar al sistema en 10 minutos, lo que antes le tomaba -a más de 130 mil personas- cerca de una hora.

Hubo un líder adecuado, el alcalde Sergio Fajardo, quien en nombre del "urbanismo social" generó un movimiento interesado en atacar las inequidades: en transporte público, en vías peatonales, en áreas verdes, en acceso a la educación... Las bibliotecas parque, asociadas a las escuelas y con nueva arquitectura, son un símbolo de esta Medellín más equitativa.

Hacer política y combatir la violencia mediante desarrollo cultural e inclusión social, es lo que ha seducido al mundo urbanístico.

Curiosamente, es la zona rica de Medellín -al sur- la que ahora busca su destino. En los años de violencia se aisló, se amuralló, no creció en espacios públicos, y su vida prácticamente se encerró en los centros comerciales. Ahora, que la ciudad es otra, debe encontrar su camino de regreso, para reintegrarse al exitoso resto.

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