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Ciencia, Tecnología, Innovación y Emprendimiento (CTi+e): un tema país

miércoles, 11 de octubre de 2017

Economía y Negocios


Conrad von Igel
Director del Centro de Innovación UC Anacleto Angelin

A casi un mes de las elecciones presidenciales y en pleno período de discusiones programáticas y presupuestarias, no puedo dejar de hacer un llamado a los candidatos, al actual gobierno, a las empresas y a las personas a poner a la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento (CTi+e) en el eslabón estratégico que se merecen. Como país debemos empezar a invertir más en el desarrollo de capital humano avanzado, en generar una estructura de incentivos correcta para la CTi+e y aportar los recursos necesarios para construir el ecosistema y las capacidades necesarias para desarrollar productos y servicios de alto valor agregado de manera sostenible. Hay cada vez más evidencia contundente delos beneficios de esta inversión, aunque sabemos que se perciben sólo en el mediano y largo plazo.

Actualmente, Chile invierte un 0,39% de su PIB en investigación y desarrollo (I+D), una cifra bastante baja frente al 2,4% que promedia la OCDE y el 4,29% que invierte Corea del Sur o el 4,11% de Israel, dos países que supieron pegarse el salto en la carrera del desarrollo poniendo sus fichas en estas materias. Además, casi dos tercios de la inversión de Chile proviene del Estado y sólo un tercio de privados, lo que ocurre justamente al revés en los países más avanzados.

Revertir esta situación no depende de un solo gobierno ni de un esfuerzo acotado por parte de las empresas, por lo que es importante que como país hagamos el difícil ejercicio de mirar a largo plazo y entender que son necesarios sacrificios, particularmente del consumo presente y los retornos inmediatos, y que en un período de estrechez económica como el actual, para asegurar el mañana es necesario postergar algunas cosas hoy. ¿Pero cómo pensar en entregar mayores recursos a la CTi+e cuando vemos que aún no hay educación de calidad para todos, que los servicios de salud no dan abasto y que aún muchas personas viven en la pobreza? ¿Cómo hacerlo si además los resultados probablemente no los veremos en el corto plazo? No es una decisión fácil de tomar, pero la verdad es que la única forma que en el futuro superemos todas las precariedades de nuestra sociedad y que podamos darles una solución sostenible, es generando muchos más recursos de los que logramos hoy, y lo hagamos de forma mucho más sustentable, que simplemente haciendo más de lo mismo. Potenciar la CTi+e es la única manera que en el futuro no haya niños en situación de calle, personas sin hogar o sin acceso a los servicios básicos, pero también buenos trabajos. Invertir en estas materias es imprescindible si realmente queremos llegar al tan ansiado desarrollo y otorgar a las personas las oportunidades y calidad de vida que ello conlleva. No se trata de un subsidio social, sino de una decisión económica estratégica para todos nosotros. El mundo no para, todo lo contrario, los cambios sociales y tecnológicos se aceleran, y nos van dejando atrás.

Un buen ejercicio para graficar cómo la CTi+e puede cambiar nuestro futuro es dar una mirada a las compañías más ricas actualmente y a las personas detrás de ellas. Apple, Microsoft, Alibaba, Waze y otras tantas provienen de personas más o menos “comunes y corrientes” que gracias a la innovación y la tecnología hoy generan valor, no sólo económico, sino también social y medioambiental, incluyendo buenos empleos que benefician enormemente a las demás personas de su país y que de otra manera no podría ser posible. ¿Por qué eso no puede ocurrir en Chile? ¿Por qué no potenciar el desarrollo de personas y empresas que puedan tener un crecimiento e impacto exponencial en nuestra economía? Esto requiere un esfuerzo conjunto, donde el gobierno, las empresas, las instituciones y las personas con alto patrimonio o know how, contribuyan a crear el ecosistema necesario para tener estos casos de éxito y permitir que se vayan replicando.

El llamado a las empresas, que al fin y al cabo las conforman personas, ya sea como inversionistas o como empleados, no es sólo por una mirada país, colaborativa y desinteresada. Como lo han descubierto, en general recientemente, altos ejecutivos de algunas de las más emblemáticas empresas del país, la amenaza competitiva de compañías que se han subido al carro de la CTi+e, ya no es un tema marginal y lejano, casi futurista, sino que está a la vuelta de la esquina. O sino que digan lo contrario quienes trabajan en alguno de nuestros buques insignia del retail a propósito de la llegada de los “tsunamis” llamados Amazon y Alibaba.

Hoy son muchos más los chilenos que comprenden esto, y es grato ver cómo estas temáticas cada vez cobran más relevancia en distintas aristas de las sociedad; más los “evangelizados” aún tenemos la relevante tarea de continuar impulsando esta cruzada e invitar a más actores a sumarse y contribuir con ella. Es así que la RICh, la Red de Innovación de Chile, constituye una importante plataforma para elevar la voz de todos aquellos que creemos en esto; para impulsar políticas públicas a favor de la ciencia, la innovación y la tecnología; para educar y generar cultura, e invitar a nuestros compatriotas y líderes a tener altura de miras y proyectarse a ellos, a las futuras generaciones y al país entero más allá de cuatro años.

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