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Oralidad en juicios tributarios genera debate entre expertos

lunes, 21 de enero de 2008


Economía y Negocios

Mientras unos plantean que la oralidad es indispensable, otros creen que los temas tratados son muy complejos para esto.

En la Facultad de Derecho de la Universidad de Diego Portales se debatió, hace algunas semanas, sobre qué perfeccionamientos hacerle al proyecto de ley que crea tribunales tributarios y aduaneros. Y, entre las materias más destacadas, surgió la idea de introducirle a la iniciativa la exigencia de juicios orales.

Con el proyecto, se termina el actual sistema en que el Servicio de Impuestos Internos (SII) es juez y parte en los procesos tributarios con contribuyentes.

Según los abogados tributaristas Hugo Hurtado y Mauricio Ducci, de la Universidad Diego Portales, no es posible que esta reforma se base sólo en un procedimiento escriturado, esto es, únicamente con pruebas documentales. Para ambos, si otras reformas -procesal penal, familiar- ya han establecido el criterio oral, ésta también debería hacerlo. En Estados Unidos así funciona el sistema.

No todos opinan igual. "Tal vez sería posible que algunos juicios tributarios de carácter infraccional pudieran ser vistos mediante procedimientos orales, pero serían la excepción. Para la gran mayoría de los juicios tributarios es mejor un juicio documental", comenta Álvaro Mecklenburg, de Deloitte. "Estos temas son per se más complejos que el resto. Las pruebas en un juicio tributario requieren más tiempo de análisis", argumenta Rodrigo Hernández, de Ernst & Young.

Para Hurtado, sin embargo, es labor de un abogado hacer simples los asuntos complejos. Cuando conversó con jueces en Estados Unidos le dijeron que lo que se resuelve son los principios controvertidos en una causa -en una primera etapa, las partes van refinando su conflicto poniéndose de acuerdo en qué no es objeto del juicio-, y luego es tarea de los peritos determinar los montos.

Con todo, tanto Hernández como Mecklenburg piensan que, si bien varias cosas son perfectibles, es el minuto de que el Congreso despache lo que hay, pues temen que la tramitación del proyecto siga demorándose.

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