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Ariel Farace, director y dramaturgo argentino:

"Hay que tratar la muerte desde un lugar nuevo"

viernes, 06 de octubre de 2017

Por Magdalena Andrade
Wikén
El Mercurio

Una de las nuevas voces del teatro trasandino está detrás de "Constanza muere", un montaje que apela al humor y la empatía para abordar la muerte, Aquí, habla de la inspiración para escribir esta obra, una de las más exitosas del circuito off bonaerense, y que estará mañana y el domingo en cartelera como parte del IV Festival Internacional de Buenos Aires en Chile, presentado por Fundación Teatro a Mil.



Podría ser atragantada con una masita mientras toma el té. O intoxicada por una fuga de gas. O víctima de un ataque cardíaco mientras ve la TV. O de un golpe en la cabeza tras haberse enredado con la alfombra.

Es domingo, cae la tarde y Constanza, una mujer de 70 años, no tiene idea de cómo va a morir, pero le gusta ensayar el momento previo a su deceso. Es una rutina habitual, pero un día, en medio de sus recreaciones, un hombre con una capa y una guadaña, y una niña que toca el piano se aparecen en su living.

Hay música, hay bromas, hay recuerdos de películas antiguas. Después de eso, Constanza muere.

La muerte, dice el dramaturgo argentino Ariel Farace (35), autor y director de esta pieza que se presentará mañana, a las 20:00 horas, y el domingo, a las 18:00 horas, en el Teatro Municipal de Las Condes, es la más grande de las ficciones: la razón por la que quiso hablar de ella en esta obra, que desde su estreno en 2015 ha tenido un exitoso paso por el circuito off bonaerense, y que ese mismo año fue distinguida con un premio ARTEI, que impulsa la producción independiente.

-Me interesaba tratar el doble juego que hay en el tema de la muerte: sabemos que existe, pero al mismo tiempo nunca vamos a vivirla. Toda la construcción que tenemos alrededor de nuestra propia muerte es una ficción. Uno puede imaginar: "Voy a morir así, voy a morir asá", pero nadie lo va a poder contar como una experiencia. Nos pareció interesante bucear en el imaginario de una anciana, cuando la muerte se hace palabra y las personas empiezan a decir cosas como: "Me queda poco tiempo", "Ya falta poco" -cuenta Farace.

"Constanza muere" tiene un trasfondo triste, pero su puesta en escena juega con el humor. Esa fue la forma que el dramaturgo eligió para tratar la muerte alejándose de los lugares comunes en torno al tema.

-Uno de los problemas a los que nos enfrentábamos era que la muerte es un tema tan amplio, y tratado de tantas formas, que poder decir algo, o hacer sentir algo sobre eso solo lo lograríamos mediante algo más liviano en apariencia -explica.

Por eso, la estética que eligieron para representar la obra es como la de un cuento infantil en el que la muerte, por ejemplo, está representada por un hombre que lleva una guadaña y una cabeza de burro, porque la primera vez que Constanza vio una muerte, cuando era chica, vio también un burro. La niña que toca el piano parece una muñeca. Y la misma Constanza no es una anciana, sino una mujer joven que usa una vistosa peluca e imposta la voz para que suene artificialmente ronca y cansada.

-Elegimos esos recursos para no generar ninguna solemnidad, aunque después se va dando un espesor dramático más fuerte -cuenta Ariel Farace-. Lo que queremos demostrar todo el tiempo es que esto es teatro, pero aún así, cobra un sentido de realidad muy fuerte. En un momento uno llega a creer que Constanza vive más allá de la actriz, a pesar de que hay una barrera que hace pensar: ¿cómo puedo creer en esto? Es un mundo fantástico lleno de detalles realistas -dice para explicar por qué, por ejemplo, Constanza durante la obra hace pasos de baile imposibles para una mujer de su edad, pero a la vez se mueve con dificultad por las escaleras.

-También es una forma de tocar eso de que en nuestro imaginario somos mucho más jóvenes de lo que realmente somos.

En cada función, las reacciones del público a estas "provocaciones" son distintas. Ariel Farace va a cada una de las presentaciones de la obra -que hasta algunas semanas tuvo una nueva temporada en el teatro Timbre 4, de Buenos Aires-, y ha visto cómo los asistentes a veces están rápidamente riendo, y otras, pareciera que están buscando permiso para reírse de un tema como la muerte.

-Las personas más grandes, los adultos mayores, se ríen mucho menos y lo entiendo, porque tienen una mirada más seria, más experimentada, mientras que los jóvenes entran en el juego de la pieza muy rápido, porque, en general, no tienen un peso sobre la muerte. Recuerdo que en las primeras funciones había señoras mayores que les decían a los jovenzuelos cuando se reían: "Chssst, chssst", o: "Yo no entiendo de qué se ríen. Para mí es tristísimo". Pero aquí no hay incorrección. La invitación es a des-solemnizar, hay que tratar la muerte desde un lugar nuevo, reírse para salir de la zona trágica e inevitable que ya sabemos que tiene, y sobre la cual no hay nada que pensar.

PERSONAJES ENTRAÑABLES. "Constanza muere", que llega a Chile como parte de la selección del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) que se presenta en Santiago -impulsado por Fundación Teatro a Mil-, nació como la derivación de una lectura dramatizada que Ariel Farace hizo en 2013, en el Teatro Cervantes, llamada "Constanza" e inspirada en el cuento "La ilustre fregona", de Miguel de Cervantes.

"La ilustre fregona", por cierto, no tiene mucho que ver con la muerte, pero de ese cuento, Ariel Farace tomó tres ladrillos que construirían su futura obra: el nombre del personaje principal -Constanza-, la idea de poner un burro en escena -que también aparece en "La ilustre..."- y a la actriz: Analía Couceyro (42), protagonista de "Constanza" y "Constanza muere".

-Es una de las mejores actrices que tenemos en Argentina, y de su generación; para ella, este trabajo supuso un gran desafío: la composición de una anciana, algo que nunca había hecho antes -dice de ella Ariel Farace, quien incluye en escena también el trabajo de la intérprete musical Florencia Sgandurra (quien no tenía ninguna experiencia actoral antes de participar en "Constanza" y "Constanza muere") y del actor Matías Vértiz, como la muerte.

-La obra es una creación de todos -cuenta el dramaturgo, quien agregó en el texto referencias a "Malone muere", de Samuel Beckett; a la poesía de Sylvia Plath y a la cinta "El séptimo sello", de Ingmar Bergman, autores que han sido referentes durante toda su carrera, y que de alguna u otra forma están relacionados con el tema de la muerte. Aunque él, personalmente, no tiene una obsesión particular por el tema.

Sí la tiene, reconoce, con que sus personajes sean extremadamente empáticos con el público.

-Me han dicho mucho que se vuelven entrañables. Constanza es un poco mi abuela -que murió hace unas semanas- y como la abuela de muchos; hay algo de entrañabilidad en la mirada de los personajes. En mis obras nunca hay grandes tramas ni grandes acciones; es un teatro más bien poético, muy apoyado en los personajes. Hay una mirada tal vez tierna, o compasiva.

Esa falta de acción de la que habla, de hecho, era uno de los principales comentarios que, mientras estudiaba dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático de Buenos Aires, los profesores le hicieron alguna vez a Farace,  autor de más de una decena de montajes, que generalmente también dirige.

Entonces, él decidió solucionar el tema de raíz: poner la acción del montaje en el título de sus obras: "Ulises no sabe contar", "Luisa se estrella contra su casa", "Constanza muere".

-"Constanza muere" me parece que era fuerte, porque el mayor spoiler está en el título. Pero, más allá de eso, lo importante es ver que todo lo que se ve en la obra -pensar la muerte, bailar, limpiar- es morir. Ya que morir no se puede vivir, la obra intenta eso, que pertenece a la fantasía.

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