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El viaje más personal de Eleanor Coppola

viernes, 29 de septiembre de 2017

POR ERNESTO GARRATT VIÑES
Wikén
El Mercurio

"París puede esperar", que se estrenaba ayer en cines, es el debut en la ficción de la esposa de Francis Ford Coppola, quien a los 80 años dirige una amena comedia sobre el viaje por la campiña francesa que realiza la mujer de una importante figura de Hollywood, interpretada por Diane Lane. ¿Similitudes con la realidad? Todas, pero amparadas por una dulce ficción que incluye una referencia al paso más duro de la familia Coppola: la muerte de Gian-Carlo, su hijo mayor.



"París puede esperar" es el debut en la dirección de películas de ficción de Eleanor Coppola. A los 80 años, la esposa de Francis Ford Coppola se lanzó a dirigir una comedia romántica tan dulce como amena, nada de simple y sembrada de claves para apreciar que este relato, con Diane Lane y Alec Baldwin, se trata de un filme tan entretenido como personal para la mujer que ha estado al lado del director de "El Padrino", durante los últimos 54 años.

Eleanor Coppola, artista, escritora y directora de documentales (como "Hearts of Darkness: A Filmmaker's Apocalypse", de 1994, sobre el rodaje del clásico de Francis Ford Coppola, "Apocalipsis ahora"), nunca había estado frente a los focos como ahora. Nunca había salido de detrás de la figura de su marido, el famoso, premiado y admirado cineasta, para atreverse a dar una mirada propia de lo que significa vivir bajo la sombra de un gigante del mundo del cine como Francis Ford Coppola. Y, más vale tarde que nunca, Eleanor Coppola lo hace en el género de la comedia y a través de una road movie sencilla y encantadora: un viaje que posee las paradas necesarias para comprender a esta figura clave en la industria de Hollywood de los últimos años y, sin duda, figura más clave en el clan Coppola.

"París puede esperar" se basa en el propio viaje que hizo Eleanor Coppola cuando, después de finalizado el Festival de Cannes de 2009, su marido presentó en la sección Quincena de Realizadores el filme "Tetro", historia de una familia (que podría ser la familia Coppola) filmada en Buenos Aires, y ella decidió embarcarse por su cuenta, acompañada por un amigo francés del cineasta, por un periplo en auto hasta París: de la Costa Azul a la capital francesa. Al final, lo que iba a ser un viaje en auto de unas horas, se transformó en un recorrido que duró tres días por hermosas villas y paradas del sur de Francia, y toda esa experiencia, al final, tomó la forma de "París puede esperar": la historia de una mujer, Anne (Diane Lane), esposa de un personalidad con poder de Hollywood, Michael (Alec Baldwin), que hace lo mismo que hizo Eleanor: desde el corazón mismo del Festival de Cannes, cuando el certamen está llegando a su fin, se embarca inesperadamente en un viaje en auto con un francés coqueto, simpático y amigo de su marido, Jacques (Arnaud Viard).

Eleanor Coppola ha dicho que esa torcedura en su camino, esa decisión improbable cuando Francis Ford y la familia iban hacia Budapest, fue la que gatilló el nacimiento de una nueva ruta en su camino: tomar la dirección como norte, una vocación y gesto que ignoró toda su vida pese a sentir el llamado del arte fuerte y claro en su interior.

SER UNA DUEÑA DE CASA. En muchas entrevistas, Eleanor Coppola ha usado con ironía la frase: "Soy una dueña de casa que se puso a dirigir a los 80 años". Pero la verdad es que su pedigrí como creadora y artista se remonta a los años 60, cuando salía con un estudiante de cine desgarbado y algo torpe del que se enamoraría y con quien trabajaría en su primera cinta como director: "Dementia 13", un filme de terror clase B, producido por el legendario Roger Corman, y que marca oficialmente el debut de Francis Ford Coppola como director. Bajo ese alero, Eleanor trabajó como asistente de dirección.

Durante el rodaje, la pareja ya estaba enamorada, y fue en 1963 que ella descubrió que estaba embarazada. Desesperada, esta chica norteamericana que estudiaba diseño en la Universidad de California, pensó, según ha dicho, dar en adopción a su hijo, el primogénito Gian-Carlo, pero fue Francis Ford Coppola quien la convenció de lo contrario: el futuro director de "El Padrino" puso un anillo de matrimonio en su mano izquierda, se casaron en Las Vegas, al estilo american way, y fundaron de esa manera una familia que luego consideró el nacimiento de Roman y de Sofia.

Sobre lo mucho que se demoró en hacer su primera película y en salir de detrás de la órbita de su poderoso marido, Eleanor Coppola ha señalado que la respuesta se halla en su mentalidad de mujer criada en los años 50 en el Estados Unidos de posguerra. De hecho, puede que use algo de sarcasmo para referirse a sí misma como una "dueña de casa", pero lo cierto es que ella misma fue criada para ser una mujer al servicio del marido, una actriz secundaria de su propia vida mientras el hombre a su lado triunfaba y ella, resignada, criaba a sus tres hijos.

Así lo ha señalado, y sabe que en estos días, donde las mujeres han ganado su espacio, su hija Sofia, cineasta consagrada, y su nieta Gia Coppola, también directora, consideran inconcebible no seguir sus propios sueños y aspiraciones, más si son artísticas y creativas.

EL DOLOR DE UNA FAMILIA. "París puede esperar" quizás tenga el envoltorio de una comedia leve y sin muchas capas, pero en verdad se trata de una pieza que encaja en el puzzle que explica a los Coppola, como clan y fuerza creativa que, con talento, ha tomado su sitial en la intelligenza de Hollywood.

A los temas de la libertad femenina, vivir bajo la sombra de un portento de Hollywood y recorrer un camino propio, se suma un dato a la causa que ha sido trágico en la historia de los Coppola: la muerte de un hijo; por eso Diane Lane carga con un prendedor con la foto de un niño pequeño y hay lágrimas y emoción. Es un espejo con la propia tragedia vivida por Eleanor Coppola cuando su primogénito, Gian-Carlo Coppola, a los 22 años, un día de mayo de 1986, falleció en el volcamiento de una lancha en Maryland que conducía el hijo de Ryan O'Neal.

El hijo mayor de Eleanor y Francis había empezado a actuar a los 16 años en los filmes de su padre. Fue director de segunda unidad en el injustamente subvalorado filme-de-jazz-y-mafioso-musical "The Cotton Club" (1984), con Richard Gere y Diane Lane, y además apareció en "El padrino" (1972) como uno de los hijos del lugarteniente Tom Hagen (Robert Duvall). El cine iba a ser su vida, como lo fue finalmente en el caso de sus hermanos, Roman y Sofia, y como lo es también en el caso de su propia hija: Gian-Carla Coppola, Gia, que nació pocos meses después de la muerte de su padre, el 1 de enero de 1987.

Con "París puede esperar", entonces, Eleanor Coppola está hablando de lo que ha vivido, sufrido y aprendido entre dolores, alegrías y la única experiencia de haber acompañado a Francis Ford Coppola durante más de medio siglo en una de las más colosales carreras cinematográficas de la historia. Pero, y lo más crucial, "París puede esperar" también es su propia mirada sobre un hecho fundamental: dejar el estrado de actriz secundaria para ocupar el rol principal: el de una joven creadora, pese a sus 80 años.

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