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miércoles, 20 de septiembre de 2017


El Mercurio

Manola Sánchez
Directora de empresas

Con admiración y preocupación estamos presenciando cómo la inteligencia artificial se configura como un desarrollo científico que está cambiando las reglas del juego, tal como las conocemos hoy en día.

Basta con buscar en la web qué opinan Marc Zuckerberg y Elon Musk en este tema. Mientras el primero ve cómo los avances tecnológicos serán una gran plataforma para desarrollar nuevas formas de interacción entre personas y el entorno, Musk está preocupado de que este desarrollo pueda llegar a un punto en que se vuelva fuera de control.

En la medida que las tecnologías avanzan, vemos cómo muchas actividades repetibles o predecibles pueden o podrán ser reemplazadas por "máquinas" en unos años más. Solo como ejemplo: servicios de atención al cliente y muchos call centers ya están siendo robotizados.

Esto nos trae un nuevo desafío que principalmente se centra en el rol de la educación y los negocios en ella. ¿Qué es lo que tenemos que enseñar a nuestras futuras generaciones? ¿Cuál es la capacidad adaptativa de las empresas y políticas públicas a esta nueva realidad?

Cuando pensamos en el futuro, tenemos que incorporar estas grandes disrupciones, ya que serán un factor importante de nuestra sostenibilidad en el largo plazo.

Tengo la suerte de poder estar cerca de la frontera del conocimiento en temas de negocios (hace una semana me tocó visitar y participar en la acreditación de una de las mejores escuelas de negocios del mundo), y he visto cómo el objetivo de la educación se está transformando. Las herramientas de negocios, que son muy necesarias en el día a día, se van convirtiendo en un “commodity” y comienzan a ser desplazadas por nuevos roles que tenemos los hombres y mujeres en este entorno económico. Conocimientos técnicos son importantes, ya que hoy es muy fácil acceder a ellos (hay muchos cursos online pagados o no pagados que se pueden tomar) si uno tiene ganas de aprender.

¿De dónde viene y se presenta el desafío?

Capacidad adaptarse al nuevo entorno y leer la situación, siendo capaz de romper el status quo. Si la naturaleza del negocio o su sostenibilidad está en riesgo, hay que plantearse nuevas formas de avanzar. Un buen ejemplo de principios de este milenio es IBMcuando separó su negocio de software y hardware, decisión que les permitió reinventarse y volver a crecer.

Otro ejemplo es la evolución que en este poco tiempo ha tenido Amazon, una de las ganadoras de los dot.com y que no ha parado de innovar en sus 22 años de vida.

Capacidad de trabajar en equipos diversos y “amalgamar”: un buen líder tiene que apreciar la diversidad en su entorno, pero a la vez tiene que poder aunar voluntades, perspectivas y experiencias para poder llegar al mejor resultado.

Aprender a empoderar a otros para lograr resultados. En una sociedad cada vez más compleja y en la que la velocidad del cambio es muy grande, empoderar es imprescindible. Pero para ello es necesario tener una cultura y código ético muy bien enraizado en la organización.

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