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Será el cuarto título de la serie "Las marcas de la historia"

Patria dulce: La memoria de los confites en Chile

domingo, 17 de septiembre de 2017

IÑIGO DÍAZ
Cultura
El Mercurio

El investigador Óscar Aedo Inostroza ya está trabajando en un libro dedicado a la industria de galletas, chocolates y caramelos.



En 1979 se vendían por toneladas a $10 en los semáforos de la capital: doble oblea bañada en chocolate, suficiente para hipnotizar a niños. "El Súper 8 era grito y plata. Jorge McKay, descendiente de tercera generación de esos fabricantes de galletas y chocolates, lo bautizó así en honor a su octavo hijo", dice Óscar Aedo Inostroza, coleccionista y principal investigador de productos de consumo doméstico.

Suyos son los libros ilustrados de la serie "Las marcas de la historia", que recuperan las memorias de fábricas ya evaporadas en el tiempo. En 2000 dedicó el primer título a la industria del cigarrillo; en 2006, a las bebidas de fantasía y cervezas, y en 2013, a la historia del té en Chile, siempre llamativamente ornamentados con imaginería de época: etiquetas, envases, cajas, latas, frascos, botellas.

Sus libros se han elaborado a partir de sus propias colecciones, reunidas en sus excursiones a los basurales del desierto de Atacama, donde las piezas se conservan prácticamente íntegras, debido a la aridez, y también en mercados persas y baratillos.

Empuje de inmigrante

"La investigación sobre los dulces y confites en Chile está en proceso y el nuevo libro saldrá a comienzos del próximo año. No es el último: al menos hay dos más en consideración", dice Aedo, que viene de realizar una exposición en Food & Services, la principal feria sobre la industria alimentaria del país. Expuso allí una aplaudida serie de piezas históricas que llamó "Alimentos del año de la Cocoa". "Desde el 1900 hasta los años 30, en los desayunos se tomaba Cocoa, un chocolate en polvo al que se le echaba agua o leche", rememora.

Su cuarto trabajo aborda la azucarada industria de galletas, chocolates, bombones y caramelos, instalada desde el siglo XIX con gran popularidad. La más antigua es la que se instaló en Quinta Normal: Fábrica de Chocolate Francés y España de Giosa Luis & Cía. De esa factoría, Aedo conserva una lata de cacao en polvo de 1874. Este hallazgo abre el índice del libro "La dulce historia de Chile".

"Los inmigrantes fueron los grandes emprendedores de esta industria. Los más conocidos, por supuesto, son los McKay, que venían de Escocia, y los Hucke, de Alemania. Con el tiempo, sus grandes fábricas pasaron a ser solo marcas con productos", señala Aedo.

Alejandro McKay llegó a Chile en 1868, regresó a Francia para estudiar "galletería" y se instaló en 1892 en Talca. Un siglo después, la familia vendió la marca a una gran firma. En cambio, Federico Hucke comenzó a fabricar galletas y chocolates en 1872 y 20 años después, la fábrica era una empresa familiar poderosa, con los hermanos George y Otto Hucke. El edificio mecano de su fábrica fue ensamblado en Valparaíso en 1907 y hoy pertenece a la UV.

Las páginas relevan al italiano Federico Costa, de Costa; al anarquista español Serrano, que se empleó en una verdulería en Valparaíso y tras la muerte del verdulero se casó con la viuda. "Entonces comenzó a elaborar sus primeros confites, que lo convirtieron en un empresario con una gran fábrica en calle Chiloé, en Santiago", dice Aedo.

Otras marcas eran Congo, de la familia húngara Klein, que introdujo en Chile la cereza con coñac; la talquina Calaf, de los hermanos Esteban y Enrique Calaf, y Ambrosoli, de Constantino Ambrosoli, quien llegó desde Italia en 1949 y se espabiló rápidamente: "Como no le dieron permiso para elaborar confites, retomó el oficio familiar de la miel. Fue el primero en hacer dulces de miel, el primero en envolverlos en un papel y el primero en instalar en los almacenes el frasco de caramelos, que fue todo un éxito. Fueron las primeras maneras de de marketear un producto", completa Aedo.

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