Dólar Obs: $ 897,11 | -0,49% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.354,68
IPC: 0,50%
Sergio "Pirincho" Cárcamo

"No tengo miedo a quedarme ciego"

sábado, 16 de septiembre de 2017

Por Janina Marcamo Fermín, fotos Carla Dannemann
Reportaje
El Mercurio

El legendario locutor radial se sometió, por tercera vez, a un trasplante de córnea para recuperar la vista. Aquí cuenta cómo adaptó su vida cuando estaba casi ciego y cómo ha iniciado el incierto proceso para volver a ver.



Fue hace poco más de un mes. Había pasado una noche desde que le habían hecho la operación que le permitiría ver mejor. Esta era la tercera vez que a Sergio "Pirincho" Cárcamo le realizaban un trasplante de córnea, por lo que nuevamente salía de la clínica con parches en los ojos. Tenía instrucciones médicas de no retirarlos hasta el día siguiente. Solo podía levantarlos para ponerse las gotas que debía aplicarse cada hora durante la noche.

Ahora, en una de las cabinas de radio Futuro, donde ha trabajado los últimos 18 años y desde donde saldrá al aire en un par de horas, Pirincho recuerda esa mañana:

-Cuando desperté, me quité el parche del primer ojo.Vi clarísimo, mucho más que los cuatro años anteriores. Me quité el otro parche y vi incluso mucho mejor.

Aunque es fanático del fútbol -colocolino, para ser exactos-, hace más de un año que había dejado de ver los partidos porque, dice, se le perdía la pelota en la pantalla del televisor. Ese día justamente jugaba Colo-Colo. Cuenta que esperó con ansias a que se iniciara el partido.

-Apenas empezó, vi el balón. 

Los problemas a la vista comenzaron a inicios de 2013. Lo primero fue una molestia que hoy, a sus 71 años, Pirincho Cárcamo, una de las voces radiales más reconocidas, califica como una estupidez.

-Resultó ser presbicia y seguramente toda persona mayor de 40 la tiene -dice. Sus ojos, completamente azules, a veces lagrimean cuando la luz lo golpea de frente. Por eso, en ocasiones, como ahora, usa lentes oscuros.

Luego de la presbicia, vinieron otros diagnósticos: le dijeron que había un círculo rojo alrededor de sus ojos que era indicativo de catarata, y que era mejor operar, reemplazar la córnea y asegurarse de que la situación no empeorara. Ese mismo día le pidió al doctor que coordinara la cirugía.

-Recuerdo que me acosté en la camilla, me pusieron anestesia local y me abrieron los ojos al máximo con un aparato. Y ahí vino una aguja que desde arriba se fue acercando hacia uno de mis ojos. No me dio tiempo de tener miedo, porque la operación duró unos cinco minutos. Eso fue un viernes y el lunes siguiente estaba trabajando normalmente. Se suponía que con los días vería mejor.

Pero a los seis meses empezó a tener otras sensaciones. Describe que era como si una basura hubiera entrado a sus ojos: no podía tenerlos abiertos durante mucho tiempo. Con el tiempo, la molestia se agudizó y leer se le hizo cada vez más complicado.

-Desde chico mi mamá me inculcó la lectura. Siempre leí sobre un montón de ralladuras que tengo: parasicología, astrología o mitología. Y entonces ya no pude leer más novelas ni best sellers, porque las letras eran demasiado chicas, y no lograba distinguirlas. Así que reemplacé la lectura por dedicarme a entender cosas que el común de la gente no entiende de ellos mismos: quién soy, por qué soy así.

-¿Y descubrió algo?

-¡Un montón de cosas! Descubrí que tengo mis mañas, que soy porfiado. La mayoría me dice que soy buena onda, pero los que me conocen con más confianza saben que soy mal genio, neurótico y que de repente exploto, pero soy tolerante y respetuoso.

Meses después, su doctor descubrió que la molestia en la vista no era síntoma de rechazo por algo externo. Lo que sus ojos estaban rechazando era la córnea que le habían puesto. Entonces, en 2015, hubo que hacer un segundo trasplante que le permitió estar bien casi un año, hasta que en marzo pasado notó que veía turbio.

-Era exactamente como si estuviera debajo del agua.
Fue en ese tiempo cuando se dio cuenta de que se le perdía el balón al ver los partidos de fútbol por televisión. Entonces, dice, entendió que algo no andaba bien con su vista.

-¿Se asustó?

-No. Lo que pensé fue: "¡Bah!, será por viejo". También se me ocurrió que me estaba volviendo miope. Y en todo caso, estaba bien. Ya tenía cierta edad. De hecho, siempre he bromeado diciendo que me gusta hacerme el viejo para que no me molesten, para que no me anden pidiendo que haga cosas.

Después vinieron los problemas para ver películas. Un día descubrió que también se le movían las letras de los subtítulos y le costaba llevarle el ritmo las historias. Entonces decidió ir al doctor para que le hicieran exámenes.

Cuando llegaron los resultados, recuerda, la córnea estaba bien, el nervio óptico bien, retina bien. Pero a medida que pasaba el tiempo, seguía viendo como debajo del agua y no entendía por qué.

Los amigos

Pronto los problemas de la vista se hicieron evidentes en la emisora. Pirincho se dio cuenta de cómo sus compañeros de trabajo se preocupaban por él: vigilaban que no se cayera y que no se tropezara.

-Y verlos así me empezó a preocupar a mí. Pero la verdad es que nunca estuve tan mal como para eso. Sé que lo hacían por cariño. Nunca les pedí demasiada ayuda, ellos solos me la brindaron. Y eso tiene que ver con otra cosa que aprendí durante este tiempo: que el orgullo hay que pasárselo por dónde mejor te quepa, pero que la dignidad jamás hay que perderla.

Aunque en ese tiempo uno de sus amigos lo pasaba a buscar a su casa y lo llevaba al trabajo, Pirincho cuenta que nunca le gustó sentirse una carga. Al final, dice, se aprendió la ruta de memoria y desde entonces camina solo -vive a cien metros de la radio-. Y todos los días hace lo mismo.

Pirincho Cárcamo tiene 48 años de carrera, en los cuales solo ha tenido pequeñas interrupciones.

-Nunca sentí que la vista me pesara para seguir trabajando. Quizá porque no siento que trabaje, vengo a entretenerme. De hecho, esta semana me obligaron a pedir vacaciones. Pero me da lata irme.

No usa libretos. Cuando tiene que leer algo, les pide a sus compañeros que lo ayuden con los textos. Se los escriben más grandes y en negritas.

En los episodios más críticos, cuando no podía ver prácticamente nada, admite que más de una vez no reconoció los títulos de las canciones mientras estaba al aire. Pero cuenta que lo resolvía sin preocuparse demasiado.

-Cuando eso pasaba, les preguntaba fuera del aire: "¿Oye, cuál es el título del tema que viene ahora?", y ya. Entonces, nunca tuve grandes problemas, ni sentí mucha diferencia en el ritmo de trabajo. La gente podría pensar que he vivido los episodios más terribles de mi vida por la ceguera, y lo más malo no ha tenido nada que ver con eso, si no que con el cigarrillo. Soy tremendamente fumador. Llegué a fumar dos cajetillas diarias durante años y por eso debo hacerme chequeos cada seis meses.

Sin embargo, dice, no tiene ninguna enfermedad por fumar.

-Lo único es que mi sangre es más oscura y espesa. Además tengo el colesterol alto porque me gusta comer cochinadas. Hace un tiempo los doctores me dijeron que esa mezcla podría provocar que un golpe termine en un moretón inmenso y ese moretón provoque un derrame cerebral o un infarto. Ese día sí me asusté un poco. Así que dejé de practicar fútbol y con el tiempo nunca nadie me invitó a jugar más. Y con el tema de la vista, menos me iban a llamar.

A mediados de 2016, Pirincho veía cada vez más borroso. Su doctor no entendía lo que le pasaba. Le decía que era un caso único en el mundo. En diciembre de ese año, el locutor viajó a Argentina para hacerse chequeos y tampoco le encontraron nada. Pero él insistía en lo mismo: seguía viendo como debajo del agua.

Pensar e imaginar

El proceso de experimentar la soledad, de no poder hacer las cosas que le gustaban, le sirvió para reducir la cantidad de cigarrillos. Ahora fuma un poco más de una cajetilla al día, calcula. Cree que es porque como no veía bien, tenía más cosas en qué pensar.

-Pasé mucho tiempo viajando y soñando. Hay gente que usa drogas. Yo, en cambio, no las necesito para pegarme unas voladas del porte de un buque. Es muy entretenido pensar. Entendí que nadie tiene tiempo para nada. Y eso pasa porque no nos damos momentos para nosotros mismos, creemos que todo el tiempo lo hemos invertidos en las cosas que nos gustan, pero en realidad no es así.

Hijo de una viñamarina que trabajó durante años en el laboratorio de la policía de investigaciones de esa ciudad, Pirincho siempre fue un joven curioso. Cree que esa necesidad de entender el mundo la heredó de su madre.

-Ella empezó a trabajar allí cuando recién se había creado el laboratorio y también era muy curiosa, me enseñaba y me guiaba. Si yo quería saber algo, me daba pistas para que yo lo fuera descubriendo hasta encontrar una respuesta satisfactoria para mi intelecto o para mi espiritualidad.

Para mediados del año pasado, él ya había dejado de leer, porque no lograba ver bien las letras. Eso, hasta que sus amigos de las radio le enseñaron el uso del "Ctrl +".

-Apenas aprendí el comando, empecé a ir al computador cada vez que tenía una duda, trataba de aumentar las letras lo más que pudiera y me quedaba ratos buscando información. Así descubrí que Wikipedia tiene unos errores tremendos.

También se dedicó a oír televisión, porque no podía verla. Entonces, cuenta, descubrió que los canales norteamericanos tienen un exceso de comerciales que le empezaron a molestar. Lo único que siguió oyendo fueron los documentales de Discovery Channel y de National Geographic.

Pirincho es padre de tres hijos. El menor de ellos, cuenta, llega todas las madrugadas hasta su casa para ayudarle con sus gotas. Le abre los ojos y se las pone, cosa que no le molesta, pero que tampoco le gusta.

-No entiende que puedo hacerlo yo mismo. Mis tres hijos me ayudan con todo. Y en este tiempo se han portado el descueve. Aunque me encanta estar solo. De hecho, vivo solo y hago todo. Lo único es que no cocino tan bien como antes. Ahí sí que me afectó el tema de la vista. Como se me olvidaron las medidas con las que se preparan las sopas, no puedo hacerlas porque no logro leer bien las instrucciones. Hace poco me iba a hacer una y al final no pude. Quedé muy picado, admito que fui orgulloso y no llamé a nadie para preguntar.

Espíritu rockero

Se terminó 2016 y Pirincho seguía viendo turbio. Y así se mantuvo su vista hasta que decidió operarse hace poco más de un mes. Días antes, ya había tomado la decisión de cambiarse de horario en la radio Futuro. Ahora hace su programa, Planeta Rock, desde la una hasta las dos de la tarde.

-Y en la noche hago otro. Ese es una especie de continuidad para acostumbrar a la gente al hecho de que ya yo no estoy tanto como antes. La verdad es que apenas hace poco empecé a entender un poquito el lado malo de todo esto. Estaba bien cansado -reconoce.

Después del cambio de horario, decidió ir a hacerse otro chequeo en la vista, consulta en la que su doctor descubrió algo nuevamente: la válvula que se encarga de expulsar el exceso de líquido de la córnea no le estaba funcionando. Entonces decidió hacerse un tercer trasplante de córnea. Fue la operación que se hizo hace poco más de un mes y que le permitió al día siguiente ver el partido del Colo-Colo sin que se le perdiera la pelota. Hoy veo mejor, pero no claramente todo el tiempo.

-Pero se supone que en tres meses más va a estar pegada la córnea, me van a sacar los puntos y voy a ver más.

-¿Qué le dejó este proceso?

-Ahora lo que pienso es en lo poco que valoré la vista cuando la tenía al ciento por ciento. Y creo que eso pasa con casi todas las cosas, que las damos por sentado porque nacimos con ellas y las valoramos únicamente cuando las perdemos. Pero yo no me voy a derrotar porque vea menos. Soy rockero y el rock es un movimiento con características sociales tremendas. La primera de ellas es la actitud hacia la vida. Por eso yo siempre digo que la gran madre del rock en Chile es Violeta Parra y el gran padre es Víctor Jara, consecuentes hasta el último día y llenos de rebeldía. Creo que un buen rockero tiene eso: no se puede dejar aplastar por las contingencias o por las variables que imperan en el sistema.

Aunque aún está en proceso de recuperación y le sigue costando hacer algunas actividades, Pirincho dice que ahora ve mucho más, pero en otras formas.

-Tengo mucho más desarrollado el tacto y el olfato, y hasta he podido trabajar un sexto sentido: el sentido común. Ese que tenemos atrofiado por andar distraídos y de puro consumistas que somos, porque si sale un teléfono con una lucecita nueva, lo queremos. Estamos destruyendo al planeta, pero seguimos haciendo las mismas cosas. Hay una frase que me gusta mucho, que dice: "Aquel que tiene conciencia, aunque esté oculto detrás de una corbata, siempre tiene un corazoncito rockero". Me encantó esa frase, porque creo que el rockero es más consecuente en ese sentido.

-¿Le da miedo que vuelvan los problemas de la vista?

-No me da miedo que la ceguera vuelva a aparecer porque creo que estoy preparado para recibirla. Además lo encuentro justo. Ya estoy en edad de que me falle alguna cosa. Y si me ha fallado la vista, será cosa de Dios, como dicen. No tengo miedo a quedar ciego, tengo miedo de aburrirme, eso sí.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia