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"La tarea número uno es crecer, todo lo demás es música"

martes, 12 de septiembre de 2017


El Mercurio

Klaus Schmidt- Hebbel
Profesor Titular, P. Universidad Católica de Chile

Crecer o no crecer: la disyuntiva en el corazón del debate público

Esta columna está titulada con la frase del ex Presidente Ricardo Lagos (pronunciada en un reciente seminario), que representa una contundente crítica al gobierno de la Presidenta Bachelet. Se merece esta crítica, porque ella ha demostrado un sistemático desprecio por el crecimiento económico a lo largo de su gestión. Este menosprecio culminó hace pocos días, cuando la Presidenta se deshizo de su gabinete económico. Los tres economistas renunciados habían defendido la aprobación del proyecto minero Dominga (previamente aprobado en su evaluación ambiental y ciudadana), frente al rechazo del proyecto por el Comité de Ministros, por instrucciones de la Mandataria.

La Presidenta despidió a sus tres colaboradores expresando un lugar común, que en este contexto resultó tan maniqueo como ofensivo: "No concibo un desarrollo a espaldas de las personas, donde solo importan los números". Pocos días antes, la Presidenta ya había hecho gala de su desprecio por los números (y las personas), cuando afirmó, respecto del estudio, hecho por Hacienda, del impacto de su proyecto de reforma previsional sobre el empleo: "Desconozco esos estudios, cuán serios son". En este caso su desprecio fue particularmente gravoso, porque se trata de la pérdida estimada de entre 2.200 y 394 mil empleos asalariados formales, que se traducirá en mayor informalidad, más desempleo y menores ingresos, para miles de personas y familias, en caso de aprobarse el pésimo proyecto de ley.

Un vigoroso crecimiento económico es condición necesaria para lograr un desarrollo integral. Sin crecimiento, no hay reducción de la pobreza ni inclusión social, no hay igualdad de oportunidades ni felicidad de las personas. Por supuesto, el crecimiento no es condición suficiente para un desarrollo integral. Debe ser acompañado por políticas públicas bien diseñadas e implementadas por un Estado eficiente y musculoso, que complemente y no compita con la iniciativa privada, que corrija y no reemplace el buen funcionamiento de los mercados.

Enfriamiento polar del crecimiento de Chile

El año 2017 cerrará con un crecimiento del PIB en torno al 1,4%, con lo cual el crecimiento promedio bajo este gobierno (2014-2017) alcanzará solo un 1,8% anual, mientras que el mundo crecía casi al doble, al 3,3% anual. Este resultado desastroso contrasta con nuestras tres décadas previas, en que crecíamos bastante más que el mundo, y mucho más que las economías desarrolladas, cerrando sistemáticamente la brecha de ingresos que nos distancia de los países desarrollados.

El enfriamiento polar del crecimiento chileno está asociado al colapso de la inversión, a la caída sistemática de la productividad y a la pérdida de empleos de calidad en el sector privado. Al mismo tiempo, el gobierno de Bachelet contrata a destajo a nuevos funcionarios públicos en empleos de dudosa productividad, les paga sueldos un 50% superior a lo que reciben los empleados privados, y evalúa con calificación máxima al 100% de los funcionarios públicos.

Ha sido lento reconocer el deterioro de las condiciones para el progreso de Chile. Desde el 2013, y año tras año, el Comité Consultivo de Hacienda corrige hacia abajo sus estimaciones de crecimiento del PIB tendencial. Por ejemplo, en 2013 su estimación del crecimiento tendencial fue de 4,7% para el 2017; en 2017 su estimación es de apenas 2,6% para el 2017.

¿Qué explica el enfriamiento polar?

Según el Gobierno, el menor crecimiento se debe fundamentalmente a factores externos, en particular la caída del precio del cobre. Sin embargo, los datos objetivos dicen otra cosa. El precio del cobre disminuyó 27% en 2014-2017 respecto de 2010-13. Pero el precio del petróleo (el más importante producto de importación) ha caído un 38% en el mismo período. Así, los términos de intercambio (el precio relativo de exportaciones a importaciones) han disminuido solo en 7%. El crecimiento económico mundial ha sido algo menor bajo Bachelet que bajo Piñera. Pero las condiciones financieras internacionales han sido similares. En resumen, mientras las condiciones mundiales que enfrentaba Chile en 2010-2013 eran excelentes, en 2014-2017 fueron muy buenas.

Si hubiesen continuado las condiciones internacionales de 2010-2013, y sin Bachelet, se puede estimar que Chile seguiría creciendo en 2014-2017 al 4,0% que crecimos el 2013. Alternativamente, con las condiciones internacionales efectivas del 2014-2017, el crecimiento podría haber disminuido hasta un 3,3%. El resto -por ejemplo, la diferencia en 2017 entre el 3,3% anterior y el crecimiento efectivo de 1,4%- podría atribuirse a las malas reformas del gobierno de Bachelet. (Algunas pocas han sido buenas: la agenda de energía del ex ministro Pacheco y la agenda proemprendimiento del ex ministro Céspedes). Pero debido a la predominancia de las malas políticas y reformas, nuestro PIB efectivo alcanzará en 2017 un nivel estimado en un 6% por debajo de lo que podríamos haber alcanzado sin la mala gestión de Bachelet.

¿Cómo volver a crecer?

A la luz del estancamiento económico de Chile, se ha elaborado una docena de propuestas para retomar un crecimiento económico vigoroso. Las propuestas son de distintas instituciones e iniciativas internacionales y nacionales. Entre ellas, destacan las propuestas que forman parte de las bases programáticas del ex Presidente y actual candidato presidencial Sebastián Piñera, cuya primera prioridad es volver a crecer.

Hay un denominador común que une las propuestas de distintas instituciones y personas: su énfasis en algunos o en todos los tres grandes ámbitos de iniciativas procrecimiento.

Primero, corregir las reformas "emblemáticas" del Gobierno, en sus aspectos que dañan el ahorro, la inversión, el empleo de calidad, la educación de calidad, el emprendimiento y la iniciativa privada. Esto significa corregir profundamente los proyectos de ley y las reformas aprobadas en materia tributaria, laboral, educacional y previsional; las malas reformas que dos de cada tres chilenos rechazan.

Segundo, hacer reformas profundas en áreas cuyo deterioro se arrastra por décadas, pero que se ha acelerado bajo el gobierno actual: la delincuencia y la inseguridad; el terrorismo del sur; la burocratización y judicialización de la aprobación de los proyectos de inversión; la ineficiencia, corrupción, hipertrofia y excesiva centralización del Estado, y la coexistencia de programas inefectivos de transferencias públicas con la falta de acceso de la población vulnerable a servicios de calidad del Estado.

Tercero, implementar un número muy elevado de reformas sectoriales de muy variada índole, eliminando lomos de toro estatales y corrigiendo externalidades negativas del sector privado, promoviendo una mejor institucionalidad pública y privada.

Reimpulsar el crecimiento con buenas reformas será la primera tarea del gobierno que asumirá el 11 de marzo de 2018.

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