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Entrevista Su nueva escritura:

Juan Forn recordará por nosotros

domingo, 10 de septiembre de 2017

Roberto Careaga C.
Revista de Libros
El Mercurio

El escritor argentino lanza en Chile una nueva selección de sus textos de contratapas del diario Página12, Yo recordaré por ustedes . Son pequeños textos que condensan la vida y obra de escritores y artistas, un formato que se impuso al Forn novelista.



Quedarse a vivir en un libro es una idea que acecha a Juan Forn (Buenos Aires, 1959). Por supuesto, es una idea impracticable, pero a él le da vueltas incluso después de haberlo intentado una vez hasta fracasar: hace una década, creyó que podía estar escribiendo por años una historia en torno a los hechos reales que habrían inspirado "Madame Butterfly", la ópera de Puccini, y en los que aparentemente estuvo involucrado su bisabuelo. Fue en la época en que recién se había instalado en el balneario de Villa Gessel, y cada vez que trabajaba en la novela sentía un dolor en el estómago que le recordaba la pancreatitis que estuvo entre las razones por las que dejó Buenos Aires. Publicó el libro como pudo. Solo fue entonces que Forn encontró lugar donde quedarse a vivir: unos textos de 100 líneas en la contratapa del diario Página 12, casi siempre en torno a las vidas de escritores o artistas, que lentamente modificaron su forma de escribir.

Pieza central de la narrativa argentina de los 90, Forn jugó en esos años en todos los puestos: mientras fue editor en Emecé y Planeta -donde creó la influyente Biblioteca del Sur-, era a la vez uno de los rostros de la renovación literaria de su país -con libros como Nadar de noche (1991) y Frivolidad (1995)-, y también el hombre a cargo de Radar Libros, de Página 12. Otros tiempos. Hoy Forn, con 58 años, es otro: desde que se instaló a vivir frente al mar, dejó la edición, la prensa y la ficción. Se dedicó por completo a "los viernes", que es como llama a esos textos por ocho años aparecían ese día de la semana en la contraportada del diario. Hace 4 meses los dejó y volvió a la edición, dirigiendo la colección Rara Avis para Tusquets. A la ficción no piensa regresar

"Todo empezó cuando me saqué de encima María Domecq , que es un libro en el que me quería quedar a vivir: quería que tuviera mil páginas y fuera la novela de mi vida. Pero me di cuenta de que cada vez que me ponía a escribirlo, me agarraba una puntada en el páncreas y tuve que soltarlo", cuenta Forn al teléfono desde Villa Gesell. "Publiqué una versión lo más sintética posible del libro y me quedé tan vacío que casi te diría que me fui a esconder a la contratapa de Página 12. Nunca creí que de esos textos saliera... no sé como llamarlo, una forma literaria nueva para mí, un lugar literario. Sería muy raro que vuelva a escribir un texto de 400 páginas. Me da la impresión de que este es el formato en que me voy a quedar", añade.

En los ocho años que escribió "los viernes", publicó alrededor de 400 textos, de los cuales se han publicado en Argentina selecciones en tres tomos, Los viernes 1 , 2 y 3 . Hace seis años en Chile se publicó una versión titulada El hombre que fue viernes , que ahora la editorial Libros del Laurel reedita actualizado con el nombre de Yo recordaré por ustedes : son 47 textos que recogen lo mejor del último Forn, el que después de leerlo todo encuentra momentos en que en las vidas de escritores y artistas, y también de políticos y científicos, se refleja en su obra, y luego nos cuenta cómo sucedió. Parecen cuentos. Escribe del poeta chino GuCheng al hijo pianista de Kenzburo Oe, de Anna Ajmatova a Serguéi Eisenstein, y también de Robert Walser, Wittgenstein, Tom Wolfe, Cabrera Infante, Manuel Puig, Bioy Casares, entre muchos otros. Su texto sobre Joseph Brodsky es modélico: las 72 horas que pasó en la casa del poeta británico W.H. Auden tras ser expulsado de la Unión Soviética, le sirven a Forn para encontrar la hebra que recorre la existencia y la escritura de Brodsky.

-¿Estos textos son periodismo, ensayos, cuentos?

-Para mí es literatura. Textos que son hijos de una manera casi transparente de Las vidas imaginarias , de Marcel Schwob.

-También son ecos de un lector.

-Hay una cosa que yo descubriendo con los años: el lugar más atractivo, a mi gusto, de un escritor es cuando habla de sus lecturas. Y encontré en este formato, además, la posibilidad de trabajar en tres niveles. Primero: la mejor manera de comunicar algo es en forma de cuentito. Cualquier cosa, sea un texto de antropología o geografía, contado en forma de cuento es más atractivo. Por otro lado, dar cuenta del telón de fondo de una época. Y en tercer plano, está lo que a mí siempre me ha interesado muchísimo, que es el lugar donde se cruzan vida y obra, lo que durante muchos años fue considerado una especie de anatema para el canon literario, con todas las teorías de la muerte del autor... En eso no creo para nada, para mí vida y obra dialogan y se cruzan.

-¿Nunca quiso extenderse en un personaje?¿Hacer un libro entero sobre un autor?

-Lo que fui descubriendo es que cada vez tenía una fascinación con la condensación: la posibilidad de meter adentro de este corsé, con las 100 líneas, todo lo que pudiera. En una época se vendían en la Argentina unos paquetes de café que venían al vacío total. Era una especie de ladrillo macizo que cuando uno cortaba el borde el paquete se inflaba y alcanzaba su tamaño real. Mi apuestacon "los viernes" es producir el mismo efecto: es que en el interior del lector esos textos alcancen un tamaño mucho mayor. Y lo que he encontrado a lo largo de los años es la posibilidad de incluir tanto a través de la condensación, que cuando me pongo a escribir sin límite de extensión me pongo a condensar igual.

-Es un modelo con el que podría continuar y continuar trabajando.

-En cierto sentido, sí. Si te ponés a pensar la vida de casi cualquiera se puede contar eligiendo ciertos puntos más o menos decisivos. Cuando son escritores, son hechos relacionados con sus libros; cuando son otro tipo artistas, también empiezas a ver un correlato con sus obras. Y de pronto descubres que es una forma que es aplicable casi a cualquier persona. Aunque ahora que dejé de mandar contratapas al diario estoy esperando contra toda esperanza que me caiga en las manos una historia en la que pueda quedarme a vivir un tiempo. No sé si todavía no terminé de cambiar de piel, pero me está costando salir de este formato

-¿Piensa en una historia real o podría ser ficción?

-Siempre estoy pensando en una historia real. Se me hace muy difícil pensar en algo que yo invente enteramente; la sola idea de inventar un personaje se me deshace entre los dedos. La combinación de trabajar sobre lo real con el formato de la narrativa me resulta tan natural que creo que es muy improbable que me ponga a escribir una historia ficticia.

-¿Cómo lee hoy sus libros de ficción de los 90, "Nadar de noche", "Frivolidad", "Puras mentiras"?

-De la misma manera que uno ve su juventud a partir de cierta edad. Hay una teoría que dice que cada siete años cambiamos todas las células de nuestro cuerpo. La impresión mía cuando leo esos libros es que casi no soy yo: puedo ver con nitidez a la persona que los escribió y notar las enormes diferencias entre esa persona y yo.

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