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"Cualquier persona puede bailar", dice:

Coreógrafa chilena descubre nuestros pequeños placeres

jueves, 31 de agosto de 2017

Romina de la Sotta Donoso
Cultura
El Mercurio

Con apoyo de un Fondart , Ana Carvajal invita al público común y corriente a ser parte de tres formas de exploración táctil.



Entre las obras de Ana Carvajal (1978) se destacan "Desierto de mediodía" (2010) y "Creo falso" (2011). Las creó en la residencia "Conexión Danza" de Matucana 100, fueron repuestas en el Festival Santiago a Mil, y tuvieron itinerancias en Tarapacá y Atacama.

No tiene una compañía, sino un proyecto coreográfico, titulado Por Defecto Danza, cuya composición es dinámica. Ahora mismo su asistente de dirección es Daniela Álvarez, y su productora, Gabriela Bravo. Juntas trabajan en el proyecto "Trilogía del pequeño placer", que ganó un Fondart y tiene tres etapas, todas vinculadas al tacto, y con acento en el común de los mortales.

"La danza ha tendido a la perfección corporal y estética, a que todo tiene que ser muy lindo, armonioso y acrobático, además de imposible de imitar. Pero yo creo que cualquier persona puede bailar", asegura Carvajal.

En "Solaz", la primera etapa del proyecto, ha convocado a la ciudadanía a enviar a Solaz.cl una fotografía o un video de 15 segundos donde se retrate en su gesto táctil favorito. "Son gestos que pasan desapercibidos y que podemos entender como una pequeña danza diaria", apunta.

La segunda etapa del proyecto, "Pogo", explorará esa conocida práctica punk de dar vueltas en círculo, lanzando puñetazos y patadas al aire. "Es bien gracioso que por pudor a bailar ellos terminen empujándose y pegándose. Porque nunca se hacen daño y están pasándolo súper bien, pero no asumen que quieren bailar", aclara Carvajal. Para desarrollar esa obra está convocando a 50 personas en Pordefectodanza.cl, y las funciones serán en la Estación Mapocho, el 22 y 23 de septiembre. Los registros y las inscripciones se reciben hasta el día de hoy. La tercera etapa, "Tacto", en abril, será una síntesis escénica de las experiencias anteriores.

Además de explorar la danza en cuerpos no entrenados, hay otro elemento que motiva a Carvajal en este proyecto, algo que descubrió después de haberse formado como bailarina en la U. Academia de Humanismo Cristiano, y de haberse perfeccionado en Francia.

Fue cuando aprendió el Método Feldenkrais, en Cali: "La formación del bailarín es súper dura, supone que hay que sufrir, y que solo a través del rigor y de pasarlo pésimo tú vas a lograr mejorías. El Feldenkrais, que es una técnica de autoconocimiento y reeducación corporal, implica todo lo contrario, que el placer, el sentirte cómodo contigo mismo, ayudaría más a mejorar".

Y detalla: "Antes yo solo conocía el toque de la improvisación de contacto, que es bien duro y fuerte. El toque del Feldenkrais es muy suave y preciso, y no genera resistencia". Ese toque "suave y dulce", asegura, puede traspasarse a la danza, y ser una nueva vía de democratización de la disciplina.

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