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Colegio Padre Pedro Arrupe, en la Región Metropolitana:

Aprender fuera de cuatro paredes es la clave detrás del éxito de este liceo en Quilicura

lunes, 21 de agosto de 2017

Margherita Cordano
Educación
El Mercurio

Como una forma de premiar a los alumnos que destacan por cumplir con la asistencia y fomentar el compañerismo, el establecimiento los invita a pasear por cuatro días por el sur del país. Desde que se instauraron los viajes, el comportamiento de los estudiantes ha mejorado en forma importante.



Stephanie Capristán supo que su visita a la Región de La Araucanía sería una experiencia distinta cuando en vez de sacar su celular para alumbrar, decidió dejarse guiar por la luz de la luna.

"Teníamos que caminar por un sendero oscuro cerca de un río. Y mi instinto fue usar la tecnología como ayuda, pero después me di cuenta de que el reflejo de la pantalla molestaba y que era mejor aprovechar la naturaleza. Todo el viaje terminó siendo un poco de eso; de volver a conectarnos con la naturaleza", cuenta la estudiante de 4° medio del colegio Padre Pedro Arrupe de Quilicura, institución de dependencia particular subvencionada.

La joven de 18 años se remite a un viaje que hizo hace dos años en compañía de nueve compañeros, además de algunos profesores y el rector de su colegio. En ese entonces visitaron Pucón, conocieron las termas de la zona, alojaron en el Parque Nacional Conguillío e hicieron caminatas en las que conocieron sobre la flora y fauna del sector.

"Los paseos son una forma de aprender fuera del aula. Porque puedes tocar temas de geografía, de historia... ¡de física incluso! Es distinto hablar sobre conceptos que se relacionan a un volcán cuando ves que tienes uno al lado. Mirar un lago puede ser una forma de partir una conversación sobre cómo cuidar los recursos hídricos del país", plantea Manuel Arredondo, director del colegio y quien en 2014 sugirió dar un vuelco en la forma en la que se premiaba a los alumnos más destacados del colegio.

Desde ese año, todos los estudiantes de 2° medio que llegan puntuales al colegio, que obtienen un promedio de notas sobre cuatro, que presentan una asistencia de más de 90% y que no tienen problemas de convivencia, pueden participar en el viaje. Este se financia con recursos de la Subvención Escolar Preferencial y con aportes de la Fundación Arturo Irarrázaval Correa.

Alumnos motivados

El interés por ser parte de la experiencia ha hecho que el número de inscritos pasara de siete alumnos durante el primer año de la experiencia, a más de 40 en 2017.

Los cambios de conducta y la mayor responsabilidad que muestran los escolares, luego de que se instauraran las bases para participar en el Proyecto Conguillío, hicieron que este año el colegio Padre Pedro Arrupe fuera seleccionado para formar parte de la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza, iniciativa que impulsan Fundación Chile, Fundación Educacional Arauco, Fundación Minera Escondida y "El Mercurio". Su objetivo es destacar la labor de colegios que entregan educación de calidad en contextos vulnerables. En el caso de este establecimiento, el índice de vulnerabilidad de los alumnos de educación básica llega al 78%, mientras que en media alcanza el 73%.

"Aunque para nosotros, el término vulnerable no es parte del lenguaje. Nuestros estudiantes no tienen límites para soñar y se están movilizando para alcanzar sus propósitos sin miedo", indica el director, quien entrega un dato a modo de ejemplo: ocho de cada 10 alumnos que se graduaron del colegio en 2016 hoy cursan una carrera en el sistema de educación superior.

Obtener un título profesional es justamente el sueño de Maximiliano González, alumno de 4° medio que aspira a convertirse en Ingeniero Informático y que en 2015 conoció la Región de La Araucanía con sus compañeros. "Es un premio que uno se gana, entonces uno se motiva por seguir haciendo las cosas bien", dice de la experiencia.

"Hubo un día en que caminamos como una hora para ir a conversar con una señora de origen mapuche. Y fue eso, pasar el rato con personas con realidades distintas a las nuestras: nos mostró sus gallinas y nos presentó frutas de la zona".

Durante los cuatro días que duró la visita a esa región, los jóvenes también tuvieron la oportunidad de conversar con apicultores, quienes les comentaron sobre la importancia de cuidar mejor a las abejas. "Uno toma conciencia de su labor y empieza a entender todo lo que significan para el planeta. Lo mismo nos pasó con los árboles; ahora entendemos que no es llegar y cortarlos", dice Stephanie Capristán.

Con orgullo, la estudiante cuenta que este no es solo un discurso aprendido, sino algo que el colegio se toma muy en serio. "Para no talar el árbol que cruzaba el casino donde comemos, se decidió abrir el techo. El árbol tiene una protección que le permite seguir creciendo sin problemas", comenta.

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