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La masculinidad en Chile

martes, 15 de agosto de 2017


Crónica
El Mercurio




Según el psicólogo Gonzalo Soto, académico de la Universidad Diego Portales con un doctorado en el área de género y masculinidades, nuestros niños y jóvenes están creciendo en un entorno con un doble discurso sobre lo masculino que los confunde. Así lo confirma el estudio "Ideas de masculinidad y femineidad en jóvenes en Santiago de Chile", que desarrolló en 2016 para obtener su doctorado en la Universidad Pontificia de Salamanca y que será publicado este mes por la revista Liminales, que edita la Escuela de Psicología de la Universidad Central (además, está en espera para ser publicado por la revista Psyke, de la PUC). En la investigación participaron 685 estudiantes entre 15 y 18 años de cinco comunes de Santiago (Santiago Centro, Maipú, Providencia, Las Condes y Vitacura), los que dieron cuenta de cómo la tensión entre la vieja y la nueva masculinidad se da también en nuestro país.

-En grupos mixtos vimos harta noción de que lo masculino y lo femenino ya no son lo de antes. No comparten las ideas antiguas: ese es su discurso cuando los grabas. Pero apagas la grabadora e inmediatamente se comienzan a relacionar entre ellos de la manera tradicional -cuenta el psicólogo.

Su investigación mostró que a los hombres adolescentes les gustaría expresar más sus emociones y romper un poco los moldes asociados con los estereotipos masculinos más rígidos. Pero en situaciones de cortejo o de pololeo, hombres y mujeres tienden a insertarse en el discurso tradicional.

-Las niñas incluso toleran cierta violencia de género, como que el hombre te cele. Entienden que se permite "porque están pololeando"-acusa.

Soto tiene una hipótesis para esta dualidad:

-Desde el jardín hasta quinto básico nuestros jóvenes crecen oyendo hablar de diversidad, de inclusión, de respeto, de que la violencia de género no es correcta, de que llorar está bien. Pero al mismo tiempo aparecen los papás que, con sus juicios y prejuicios basados en los estereotipos tradicionales de lo masculino, proveen un modelo de hombre que va en el sentido contrario.

En este escenario ambivalente, asegura Gonzalo Soto, los niños tienden a hacerle caso a su otro significativo más importante, que es el papá, lo que en la mayoría de los casos va perpetuando el modelo tradicional en desmedro del más vanguardista, representado por la equidad de género.

-Como resultado, se quiere a un hombre proveedor, pero no tanto; sensible, pero no tanto; afectivo, pero no tanto -describe.

Según el psicólogo, los estudios actuales dan cuenta de cómo el avance femenino ha sido innegable, mientras que a los hombres se les ha cerrado su campo de acción: mientras ellas entran en lo que tradicionalmente era campo masculino sin que se cuestione su femineidad, los hombres sienten aún una sanción social fuerte cuando se desplazan hacia lo femenino. Las mujeres, ejemplifica Gonzalo Soto, hoy pueden ejercer con libertad profesiones tradicionalmente consideradas "de hombre", como las ingenierías o la construcción, pero a ellos aún los miran raro -si no algo peor- cuando quieren ser parvularios o cosmetólogos.

En las familias chilenas, los padres están siendo cada vez más activos en la crianza. Es un espacio donde, observa Soto, el hombre sí ha podido abrirse a valores más "femeninos", como la demostración de afecto y la expresión de las emociones.

-En esto hay un gran cambio de mentalidad -acota-. El padre hoy aporta y decide en la crianza, además de demostrar afecto; antes solo era responsable de los límites. Esto ha ocurrido porque la familia es un espacio de intimidad, donde recibe menos cuestionamientos y no tiene miedo a ser feminizado. Pero en lo social, el hombre aún tiende a retroceder. Los niños ven un papá que lava la loza, pero ven también que si se enferman o les pasa algo en el colegio, llaman a la mamá, no al papá. No hay una igualdad real aún.

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