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Reencauzando el crecimiento (II)

martes, 08 de agosto de 2017


El Mercurio

Jorge Marshall
Economista y Ph. D. Harvard

"La tarea número uno de Chile es crecer, todo lo demás es música", dijo Ricardo Lagos la semana pasada, marcando una inflexión en el debate asociado a la campaña electoral y una prioridad clave para la próxima administración.

Esta aserción encuentra su base en la ausencia de una estrategia efectiva para volver a impulsar el crecimiento. Ambos hechos -tomados en su conjunto- configuran el desafío de fondo que enfrenta el país en la actualidad.

La Nueva Mayoría continúa entusiasmada con un enfoque de continuidad en sus propuestas económicas de responsabilidad fiscal, fomento de sectores estratégicos y apoyo a las pequeñas empresas, agregando ahora el aumento de la inversión en infraestructura. Si bien esta estrategia funcionó bien en los 90, no ha sido adaptada a los desafíos que tenemos en la actualidad.

Chile Vamos está encandilado por la expectación que genera liderar en las encuestas y por el temor a que se mantenga el deterioro de las confianzas que existe en la actualidad. Parece importarle más el "quién gobierna", que el "cómo se gobierna". Su estrategia para 2018 comete los mismos errores en que cayó Macri en 2015, PPK en 2016 y -guardando las proporciones- Trump en 2017. En todos estos casos se confió en que el cambio de administración y el viraje a la derecha bastaban para reimpulsar el crecimiento. La complejidad de los mercados mostró una vez más algo obvio: sin una estrategia efectiva de crecimiento, el efecto de quien gobierna es menor.

El Frente Amplio carece de un programa económico. Su foco es, fundamentalmente, de cambio social, poniendo el acento en el reconocimiento de los derechos en una sociedad moderna, pero sin una estrategia que se haga cargo de los recursos para financiar estas aspiraciones.

En estas condiciones, las declaraciones del ex Presidente llevan a poner sobre la mesa los tres elementos que se deben observar en la construcción de una estrategia de crecimiento.

En primer lugar, hay una convergencia gradual hacia un nivel de ingreso que depende de los fundamentos económicos, de las instituciones, de la calidad de las políticas, la infraestructura y el capital humano. Los países cierran paulatinamente la brecha entre su nivel de ingreso actual y este nivel esperado, a un ritmo de 2% a 3% de dicha brecha anualmente. Hace tres décadas, nuestra brecha era de más de un 60%, mientras ahora está en torno a un 30%, por lo que apostar solo a este factor es insuficiente para crecer sostenidamente. En la administración pasada esta estrategia pareció funcionar porque el superciclo de los productos básicos generó un impulso adicional, pero ahora la situación es muy diferente.

En segundo lugar, está el crecimiento que generan los sectores líderes, que depende menos de las condiciones internas del país y más de los mercados globales en los cuales están insertos, a lo que en el caso de Chile, se agrega la disponibilidad de recursos naturales. Es un motor que funcionó en los 90, pero que no está disponible hoy. Por ejemplo, se puede señalar que la producción de cobre creció a un promedio de 10% anual, entre 1994 y 2005, y desde 2009 a 1,2%; la industria del salmón creció a un promedio de 40% anual, entre 1993 y 2004, y a un 3,8% desde 2009, y las exportaciones de celulosa crecieron, en promedio, en un 12% anual en la década de los 90 y en torno a un 6% anual por casi dos décadas.

El efecto de estos cambios también fue atenuado por el superciclo que terminó en 2013.

El tercer mecanismo para una estrategia de crecimiento es la gestión de la transformación productiva, a través de la cual los recursos que están en actividades en declinación o en sectores de baja productividad se incorporan a sectores competitivos y de alta productividad. Este mecanismo depende de la eficiencia de la transformación y del dinamismo de los sectores líderes.

El ejemplo emblemático de la insuficiente efectividad de los procesos de transformación en Chile es que aún se mantienen los empleos de emergencia que se crearon en Lota en 1997. La principal causa de este hecho está en el enfoque centralizado y fragmentado sectorialmente que tiene la estrategia que ha seguido el país, mientras la mayor parte del mundo ha adoptado enfoques territoriales en sus estrategias de crecimiento.

La actual estructura productiva de muchas ciudades en los países desarrollados es radicalmente diferente a la que existía hace tres o cuatro décadas. Es el reflejo de una capacidad de adaptación generada localmente, reconociendo que la principal fuente de transformación productiva es intersectorial, que la innovación es interdisciplinaria, que las interacciones cara a cara son fundamentales y que los casos de éxito son los que incorporan activamente a los diversos actores de un territorio y se apoyan en una gobernanza multinivel (nacional, regional y local).

En síntesis, junto con reconocer que el principal desafío del país es volver a un crecimiento dinámico, debemos evitar las recetas que ofrecen "más de lo mismo", y reencauzar nuestra estrategia de crecimiento, incorporando la dimensión territorial a la transformación productiva, generando proyectos de largo plazo que se adaptan a un contexto y una geografía específica.

LAS DECLARACIONES DEL EX PRESIDENTE LLEVAN A PONER SOBRE LA MESA LOS TRES ELEMENTOS QUE SE DEBEN OBSERVAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ESTRATEGIA DE CRECIMIENTO.

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