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Entrevista Libro a cuatro manos:

La confianza escéptica de Carla Cordua y Roberto Torretti

domingo, 06 de agosto de 2017

Juan Rodríguez M.
Filosofía
El Mercurio

"Perspectivas" reúne las ocho conferencias que este matrimonio de filósofos ha dictado, cada uno por su cuenta, entre 2013 y 2016 en la Universidad Diego Portales. En esta conversación hablan de ciencia, de historia y de la equívoca idea de progreso.



Todo está condicionado, o casi. "Nada excepto la vida posee valor y significación incondicionales; el resto del pensamiento, la poesía, el saber solo tienen valor en la medida en que de algún modo se relacionan con lo vivo, parten de ello y tienen la intención de retornar a ello", dijo en 1801 el filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte.

La cita está en "La vocación humana. Homenaje a Fichte en el bicentenario de su muerte", una de las cuatro conferencias que el filósofo Roberto Torretti (Santiago, 1930) dictó en la Cátedra UDP, entre 2013 y 2016. El mismo número, en la misma Universidad Diego Portales, y en los mismos años, que ha dictado la filósofa Carla Cordua (Los Ángeles, 1925).

Las ocho conferencias fueron reunidas en un volumen y publicadas recientemente por Ediciones UDP. En ellas, además de homenajear a Fichte, Torretti cuestiona al "cosismo", la doctrina que "sostiene que vivimos en un mundo hecho y derecho, compuesto de cosas"; revisa los alcances y límites que tiene la metáfora de la vista para referirse al conocimiento; y se refiere al uso de modelos en las ciencias empíricas. Cordua, por su parte, acompañada por filósofos o teóricos como Nietzsche, Heidegger, Foucault y, especialmente Peter Sloterdijk, reflexiona sobre la técnica, el terror de su uso militar, el historicismo, la modernidad y la sociedad actual y sus antagonismos.

Un revoltijo

Cordua y Torretti son matrimonio desde el 11 de julio de 1953. En 2011 recibieron en conjunto el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, a pesar de que sus investigaciones van por caminos distintos: la filosofía de las ciencias, en el caso de él; la filosofía contemporánea, además de algunos estudios de crítica literaria, en el caso de ella.

Esa diversidad, como vimos, se refleja en el libro publicado por UDP. De ahí su título: "Perspectivas".

-"Ella lo eligió. O sea, yo asentí, claro, pero ella inventó el título", dice Torretti, sentado en el living de la casa que comparten, en Las Condes.

Así es que a ella, que está sentada a su izquierda, le toca explicar: "El libro queda como un revoltijo de dos autores que eligen sus temas y van por su cuenta. En ese sentido no era fácil poner un título". Luego agrega: "Lo que pasa es que 'Perspectivas' es un título que dice muy poco".

-"Pero dice bastante -cree Roberto Torretti-, porque dice...".

-"Dice puntos de vista distintos", completa Cordua.

Sin embargo, se podría pensar que al armar el libro trabajaron en conjunto. Pero no, o no del todo. Cordua aclara que "las conferencias son completamente personales. Bueno, nosotros siempre nos leemos mutuamente, y en ese sentido, claro, hay una intervención de otra persona, no se puede negar. Pero cada uno hace sus propios temas".

-¿Esas lecturas son muy críticas?

C: "Son críticas, claro..."

T: "Sí, pero cuando yo la leo, nunca pretendo corregir lo que piensa, sino cómo está escrito, por ejemplo una palabra que rima...".

C: "Sí, cuestiones insignificantes".

T: "Nosotros escribimos directo a la computadora. Entonces, sucede muchas veces que uno pone algo, después se arrepiente, borra, pero no lo borra completo, y quedan vestigios. Yo le ayudo a remover ese tipo de cosas, y ella a mí".

C: "Sí, porque siempre se le escapan a uno palabras a las que le falta una letra, o una coma que hay que poner".

Progresismo

A pesar de la diversidad de temas, en "Perspectivas" hay coincidencias que muestran la distancia que tienen Cordua y Torretti de cualquier totalidad y que, tal vez sin quererlo, le dan más sentido al título del volumen. Ambos exponen una posición historicista o "historista"; se hacen cargo de la contingencia de la razón.

Torretti, por ejemplo, habla de la "volubilidad de las ciencias" y muestra que ellas nada tienen que ver con la unidad y firmeza que solemos atribuirles. Cordua, por su lado, escribe sobre la "multiplicación de las historias", sobre los "quiebres y discontinuidades" en el acaecer.

-¿Eso los hace escépticos?

T: "Yo de las ciencias no soy escéptico; confío bastante en lo que confían ellas. Y ellas, si usted quiere, son escépticas respecto de verdades definitivas, unitarias y totalitarias. Porque si ciencia aceptada es la mecánica cuántica, y también lo es la relatividad general, entonces ni siquiera se pretende que sean consistentes, ¿verdad? Entonces, no es que yo sea escéptico, es que la ciencia lo es profundamente... La ciencia, no la metafísica que a veces profesan, incluso, los científicos. Pero eso es por mala educación no más"

-Se suele decir: "esto está demostrado científicamente".

C: "Como verdades definitivas".

T: "Demostrado científicamente no hay más que teoremas matemáticos. Y aun esos solo son verdaderos dentro de su teoría. La ciencia es fundamentalmente un proceso. En ese sentido sería historicista, o 'historista' respecto de las ciencias".

-¿Y usted, Carla?

C: "Bueno, yo me confieso como historicista, absolutamente. Creo que ser humano es ser, a la vez, un heredero de un largo pasado y un programador de un futuro desconocido; nos guste o no. No solo somos un producto histórico, sino que además somos entusiastas inventores de un futuro posible. Y en ese sentido no veo el historicismo como una limitación de la condición humana, sino como una declaración que se centra en lo principal de que somos capaces. Desgraciadamente, el historicismo ha sido casi siempre maltratado -en comparación con supuestas cosas eternas- como relativista, como incapaz de afirmarse en verdades que han valido siempre y serán siempre igualmente válidas. Pero, personalmente, no he oído nunca que se den ejemplos definitivos y compartidos por todo el mundo de esas cosas eternas".

-La historia se ha encargado de mostrar que no es así.

C: "Exactamente. Y el relativismo no me da ningún miedo, absolutamente no. Justamente porque no me siento capaz de pensar en verdades eternas. Y tampoco me siento disminuida por creer que lo que llamamos verdades son las nuestras, que son limitadas por el hecho de que nosotros nacemos en un momento y nos morimos en otro, y que eso (sonríe) no tiene ningún remedio".

Se podría pensar, entonces, que Cordua y Torretti no creen en el progreso. Pero al preguntarles, ella responde, con seguridad, que sí cree. "Siempre que se use la palabra progreso con cierto cuidado. Si progreso significa nada más avanzar en cierta dirección, todos los grupos sociales, todas las naciones no solo tienen detrás de ellos una historia, sino además están llenos de representaciones sobre lo que se podría hacer mejor", explica. "El progreso es una idea un poco peligrosa, por el hecho de que habitualmente se la entiende no meramente como ir en cierta dirección, sino como conseguir, entre las posibilidades realizables, arreglar el mundo de los muchos defectos que tiene, o privarlo de las muchas limitaciones. No creo en el progreso en ese sentido. Los hombres nos vamos a seguir muriendo en este mundo, haya los progresos que haya... jajajá...".

-"Y menos mal", acota Torretti.

-"En ese sentido, el mundo no tiene ningún arreglo. Si usted se fija en eso, no hay progreso. Pero usted puede fijarse en otras cosas que son posibles. Yo en ese sentido soy absolutamente progresista, a pesar de que el nacimiento y la muerte no tienen arreglo. Eso no impide que uno pueda pensar en posibilidades humanas que verdaderamente son deseables, ¿verdad?, y que harían mejor las cosas".

-"Yo agregaría dos detalles. Uno, que el concepto de progreso está desacreditado porque hubo la idea de un progreso necesario, en una dirección prefijada, que era lo que soñaron ciertos ideólogos del progreso, como Marx. Eso es ridículo y todo lo que ha pasado después...".

-"En Marx no hay más que una línea, en todas sus obras, en la que habla del progreso. O sea que ándate con cuidado por ese lado", le apunta Cordua a su marido.

Él responde:

-"Pero Marx, por lo menos cuando joven, soñaba..."

-"Se le atribuye..."

-"...con una sociedad en la que se le podría dar a cada cual según sus necesidades. Y entre tanto, hemos desarrollado una en la que las necesidades crecen casi exponencialmente, mientras los recursos van avanzando un poco. Eso es lo primero que quería agregar. Lo segundo es que casi no hay progreso sin pérdida...".

-"Absolutamente".

-"Por ejemplo: el otro día, un colega nuestro, que escribe en otro diario, se quejaba de que la reforma agraria había acabado con la hacienda".

-"Se quejaba... jajajá".

-"Nos reímos mucho de eso, lo hallamos grotesco. Y después el rector Peña (de la UDP) escribió una columna sobre este mismo tema -cuenta Torretti, y ríe-, y la pérdida de la hacienda no le parecía tan mala. Pero indudablemente ahí, con el progreso, se perdió algo que hay gente que añora".

El centro de la vida

Torretti y Cordua dijeron que van cada uno por su cuenta, pero ya vemos que sus perspectivas se tocan. Recordemos las palabras de Fichte: nada excepto la vida posee valor y significación incondicionales.

-¿Están de acuerdo?

C: "¿Que la vida es el centro en el cual las cosas adquieren un sentido? Yo estaría totalmente de acuerdo con eso".

T: "No hay un pensamiento que no sea de un ser humano vivo, aunque haya los extraterrestres, pero esos no cuentan todavía".

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