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Empresas que comercializan este producto se han multiplicado en últimos años:

Venta y consumo de agua embotellada muestra fuerte alza en Antofagasta y Calama

sábado, 22 de julio de 2017

Claudio Cerda Santander
Nacional
El Mercurio

La gente aún mantiene la idea de que el líquido potabilizado contiene arsénico y tampoco le agrada el sabor. La mayor parte corresponde a agua desalinizada.



El consumo de agua embotellada en las ciudades de Antofagasta y Calama se ha masificado a tal punto que la mayoría de los hogares y oficinas nortinas cuentan con dispensadores de líquido purificado, los que reemplazan casi en su totalidad el consumo de agua potable.

"Acá, el agua de la llave se usa para lavar y bañarse. Para tomar, usamos los tradicionales botellones", cuenta Pamela Cruz, vecina de Calama, en referencia a la habitual compra del insumo, que exhibe una creciente demanda en los últimos años, a lo que se agrega la compra de agua embotellada en el pequeño comercio y los supermercados.

En Antofagasta ya resulta habitual observar camionetas que recorren los barrios anunciando, mediante altavoces, recargas de agua en bidones de hasta 20 litros por $2.200. Si en 2012 tres empresas contaban con Resolución Sanitaria de la Seremi de Salud para vender este producto, este año ya son 26, lo que representa un 866% de aumento.

Un alza igual de drástica evidencia Calama, donde en 2011 solo se contabilizaba un local con patente municipal para la venta de agua purificada, para lo cual debe contarse con la certificación de la Seremi de Salud. Este año, la cifra aumentó a 12.

Para Carlos Guerra, académico de la Universidad de Antofagasta y director del Centro Regional de Estudios y Educación Ambiental (Crea), una de las causas de este hábito se hallaría en el "temor" en la población de que aún persisten trazas de arsénico (As) en el agua potable, tal como ocurrió hasta la década del 60, situación que -afirma- se ha remediado con las sucesivas plantas de abatimiento del líquido. Con todo, para Guerra sigue siendo una tarea pendiente mejorar la cobertura del servicio de la empresa a cargo del suministro en la región, que hoy abastece con agua desalada de mar al 80% de la población de Antofagasta y a la totalidad de Mejillones. "Le tengo más confianza al agua desalada, ya que la planta cuenta con sistemas únicos de tratamiento del arsénico, que está en el agua que proviene de la Cordillera", afirma.

Sin embargo, agrega, "hay una desconfianza permanente hoy por la calidad del agua, lo que abre un mercado para quienes lucran con una oferta distinta, pero nadie sabe si es mejor. La gente recuerda episodios incluso con agua de mar con gas sulfhídrico, que es como el olor a huevo podrido".

La expansión del consumo de agua embotellada en la región ha despertado críticas en algunos sectores, porque se emplea la misma agua potable procesada. Pese a ello, su consumo resulta sigue siendo prioritario: "El gasto de agua embotellada en Antofagasta ya forma parte de la canasta básica", comenta Lucía Hurtado, dueña de la empresa de agua purificada Pronor Ltda., pionera en el rubro en la región.

Asegura que "si alguien viene a Antofagasta y hace la prueba del gusto del agua, va a ir a comprar agua purificada de todas maneras". En temporada alta emplea hasta 120 operarios.

Desde Aguas Antofagasta responden que cumplen con los más estrictos estándares en calidad del servicio, cumpliendo las exigencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como también las de la Seremi de Salud y Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS). La empresa ha reconocido como el gran hito operacional de 2016 la ampliación de la planta desalinizadora en el sector norte de la ciudad, con una inversión de US$ 21 millones, la que permite una producción de 850 litros por segundo.

COBERTURA
En 2016, la empresa Aguas Antofagasta amplió su planta desaladora para llegar al 80% de la población de la capital regional.

$1,8
por litro es el valor del agua potable en Antofagasta. 20% del agua potable proviene de la cordillera. El resto es agua desalinizada.

0,05 mg/l
fija la norma chilena la concentración máxima de arsénico en el agua potable. La OMS presenta límites más estrictos, con un máximo de 0,01 mg/l.

2003
fue el año en que comenzó a operar la planta desalinizadora en la región.

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