"Nuestra meta es ofrecer un producto seguro en un ambiente más que inseguro", explica Iván Magdic, gerente de ventas de Hurtigruten.
Es que el énfasis en la seguridad que deben poner los operadores de viajes a la Antártica tras el hundimiento del "Explorer" la semana pasada, va más allá de lo que están acostumbrados.
Afortunadamente para ellos, el problema no pasa de dar explicaciones, pues el creciente mercado del turismo antártico aumenta su número de adeptos año tras año.
Desde 1997 a la fecha, se ha quintuplicado la cantidad de turistas que visitan la zona y ya bordean los 38 mil. "La gente cuenta con mayor ingreso, tiempo y recursos que antes, por eso hoy se atreven a ir a este destino exótico que prácticamente es el último antes de la luna", asegura Mauricio Retamales, gerente general de Antarctic Shipping.
"Hemos aumentado las ventas en los últimos años e incluso esperamos crecimiento en las temporadas venideras", afirma Odd Erik Kjelkvik, gerente de ventas de Hurtigruten, con sede en Noruega. Es tal la confianza de los operadores, que no temen a que el incidente del "Explorer" actúe como freno al desarrollo de sus áreas y disminuya el nivel de ventas.
A la fecha, ninguno ha visto cambios y, de haberlos, deberían apreciarse después de enero, cuando la gente tenga tiempo de asimilar el accidente y ver los alcances de éste.
"Lo único que aumentó fueron las consultas de aquellos que tenían reservas para viajar en el "Explorer" en el futuro", comenta la gerente de márketing de Quark Expeditions, Prisca Campbell.
Los que contratan un tour a la Antártica son de alma aventurera. Están al tanto de los riesgos que pueden correr en un lugar tan inhóspito como el Polo Sur, pero aún así quieren tener claro a lo que van y lo que les puede ocurrir durante el viaje. Por ello, todos los operadores instruyen a los viajeros en las medidas de seguridad a través de folletos, foros de consulta y simulación de emergencias a bordo.
"La tripulación está entrenada para las emergencias. Contamos con la capacidad de rescatar y desembarcar al doble de las personas que llevamos a bordo", explica Retamales. En la misma línea, Kjelkvik agrega que "si no están las condiciones para hacer desembarcos, simplemente se cancelan, pues no estamos en posición de arriesgar la vida de nuestros pasajeros".
Para los más inseguros, la compañía norteamericana Abercrombie & Kent, tiene un plan especial diseñado para los viajes nocturnos, que fue el horario en que se estrelló contra un témpano el "Explorer". "Por la noche los barcos reducen considerablemente la velocidad y siempre hay dos oficiales de cubierta provistos con sendos focos", aclara Pamela Lassers, directora de comunicaciones.
"Puedes esperar pagar alrededor de US$ 5 mil por persona por un crucero de 10 días. La mayoría no cuenta con eso en el bolsillo", dice Kristy Royce, vicepresidenta de ExpeditionsTrips. Ciertamente el programa no apunta a jóvenes, sino que a mayores de 50 años, con alto poder adquisitivo y en lo posible, provenientes de Inglaterra, EE.UU., Canadá y Alemania.
La mayoría de los viajes zarpa desde los puertos de Ushuaia, en Argentina, y Punta Arenas, en Chile. Las opciones son llegar a los barcos vía aérea y sumarse al viaje o, alcanzar los puntos de zarpe por cuenta propia. Desde ahí recorren el Paso Drake, Cabo de Hornos, Estrecho de Magallanes y la Península antártica. A ellos se suman cruceros que también incluyen tours por las Islas Malvinas y Georgia del Sur.
Los valores oscilan entre los US$ 4.699 y US$ 14.999, pero hay que tener muy en cuenta lo que se desea como turista. Los cruceros pueden transportar hasta más de 1.000 pasajeros, pero las normas de la IAATO (International Association of Antarctica Tour Operators) no permiten que desembarquen más de cien a la vez, por lo que su actividad se limita a apreciar la belleza antártica, pero no a recorrerla.
El timonel de Antarctic Shipping ve entonces una ventaja de los barcos "menores" por sobre los grandes cruceros. "El turista que contrata nuestros paquetes sabe a lo que va, son exploradores por esencia. En estos casos, el alto valor del viaje no se justifica por el lujo, sino por la experiencia de vida que les brindamos en un contexto de seguridad amplio", enfatiza Retamales.
Los interesados en sumarse a esta vivencia deben realizar sus reservas con casi un año de anticipación y, así, asegurarse un cupo para "recorrer vastas colonias de pingüinos y aves marinas, apreciar los icebergs y glaciares, fotografiar la vida salvaje desde cerca. Además, si las condiciones climáticas lo permiten, salir en balsas de expedición a tener contacto con el continente blanco", como relata Pamela Lassers, la gerente de la estadounidense Abercrombie & Kent.