Esteban Murúa, de 27 años, se despertó el 11 de febrero con pocos recuerdos de lo que había hecho la noche anterior. Rememora haber ido con unos amigos al Parque Araucano, en Las Condes. Está seguro de haber bajado a Centro Parque, un subterráneo donde se realizan fiestas, y tomar un par de tragos. Hasta ahí llega su recolección mental. Al día siguiente se despertó y se dio cuenta de que las tarjetas de crédito y débito que estaban en su billetera no eran las suyas, sino otras idénticas. Cuando revisó su cuenta, vio un pago que había realizado por cerca de un millón 400 mil pesos. En un bolsillo tenía una boleta por casi $50 mil de un taxi limosina, que no recordaba haber tomado. De su tarjeta de crédito sacaron un adelanto por otros $400 mil, el máximo que permite la tarjeta. "Afuera del parque siempre hay taxistas estacionados, y yo creo que uno de ellos estaba involucrado con los que me hicieron esto", asegura. Murúa fue víctima de la llamada "droga de la voluntad", la burundanga. Su nombre científico es escopolamina, una droga de larga data. Pueblos indígenas, incluidos los mapuches, lo utilizaban como medicamento y parte de varios rituales. Su uso delictual surge en los años 80 en Colombia. Si bien en pequeñas cantidades funciona como un antiespasmódico y está presente en algunos medicamentos, en dosis superiores a los 100 mg produce un compromiso de conciencia. "Esto te anula la voluntad, entonces la persona tiene privación de decisión. Más que dar las cosas voluntariamente, la persona no opone resistencia a la hora de entregar los documentos o dinero", explica César Cortés, jefe del servicio de urgencias del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Además, esa misma dosis puede producir convulsiones o arritmias, lo que puede llevar a la muerte de la víctima. El capitán Alejandro Molt, vocero del Departamento Antidrogas de Carabineros (OS-7), explica que esta sustancia está muy asociada a la vida nocturna, ya que es casi indetectable para la víctima, pues no tiene olor ni sabor, y sus efectos son muy rápidos. "La escopolamina corresponde a una sustancia alucinógena, sus efectos comienzan entre los 15 y 30 minutos luego de haberla ingerido y pueden durar hasta 72 horas, dependiendo de las dosis consumida y de las características físicas de la persona que la consumió", explica. Por esto, se presenta como un polvo o líquido altamente soluble, que es introducido en la bebida alcohólica o de fantasía que la víctima esté consumiendo. No pasa, hasta que pasa "Lo último que recuerdo es que compramos un shot de tequila con mis amigos. De ahí tengo un borrón y me veo afuera de la disco y después desperté en mi casa", relata Rafael de la Torre. Esto ocurrió el primero de junio, cuando el joven de 24 años salió a bailar a la discoteque Amanda, en Vitacura. Cuenta que se juntaron tres amigos, tomaron algo de alcohol en el departamento de uno de ellos y luego fueron al local. Adentro, el joven dice no haber consumido más licor, excepto el tequila. Cuando despertó, revisó su estado bancario y se dio cuenta de que estaba en cero. Alguien había utilizado su tarjeta para retirar $70 mil de un cajero cercano. Para el joven fue un shock , pero no era una situación nueva. No mucho antes, un amigo de él había pasado por una situación similar. "Quedó mal. Hasta hoy sigue yendo a terapia porque lo afectó mucho", explica De la Torre. Murúa también conocía el fenómeno de cerca. "Yo supe de inmediato lo que había pasado, porque dos meses antes un amigo fue al Club de Baile (en Ciudad Empresarial) y habló con dos mujeres y cuando despertó, no tenía nada", asegura. Relatos de episodios similares circulan por las redes sociales. Murúa publicó su historia en Facebook y fue compartida más de 220 veces y recibió cientos de comentarios. Cristián Araya, coordinador de Denuncia Vitacura, una página de Facebook con poco más de 20.000 seguidores, ha recibido más de diez denuncias en lo que va del año. "Cuando hemos publicado casos nos contactan otras víctimas a las que les ha pasado esto. Lamentablemente muchos prefieren no denunciar y superar lo sucedido, en vez de investigar y perseguir penalmente a los agresores. Hay una cifra negra preocupante", dice Araya. Salir de noche; despertar sin dinero Todas las historias comparten la misma trama: jóvenes que salen a un local nocturno y despiertan sin dinero, tarjetas y celulares. Carabineros tiene registro de 18 denuncias desde 2015, de las cuales siete se han realizado este año. Para la PDI este tipo de crímenes es muy difícil de verificar. De hecho, no tienen un número de casos, porque las personas al hacer la denuncia lo hacen reportando el delito del que fueron víctimas, y el hecho de haber sido drogados queda dentro de los antecedentes. El comisario Nelson Parada, del Departamento de Investigación de Sustancias Químicas Controladas de la PDI, dice que este es un fenómeno que se encuentran investigando. "Nosotros no tenemos registro médico de que se haya usado esta droga en el país, pero estamos al tanto de la situación. Hay una infinidad de sustancias que se conocen como 'droga de la violación, entre la que está la escopolamina. Se ha hablado mucho de ella, sobre todo que basta con un toque en la piel para que la persona sea drogada, pero eso no es cierto, porque este tipo de químicos debe ser ingerido para que tenga efecto", explica Parada. Tanto la PDI como el OS-7 coinciden en que, si bien existe un auge en este tipo de denuncias, no se ha podido acreditar que estén relacionadas a la escopolamina. Uno de los motivos es que esta no es la única sustancia que, utilizada sin el conocimiento de las personas, produce el mismo efecto en las víctimas. Las benzodiazepinas son psicotrópicos usados comúnmente en terapias de epilepsias, abstinencia alcohólica o desórdenes afectivos serios. Actúan sobre el sistema nervioso central y, por lo mismo, su venta se hace solo con receta médica y está fuertemente controlada. Pero existe un mercado negro de medicamentos, que es algo que la unidad especializada de la PDI vigila. Ahí es donde se pueden conseguir estos fármacos. "Estamos monitoreando el tráfico ilegal de medicamentos. Dentro de estos están las benzodiazepinas, que son usadas en el área psiquiátrica y tienen efectos similares a la burundanga cuando son mezclados con alcohol", dice el comisario. La soledad de un pasaje en La Florida J.P.D. tiene 34 años y el tres de junio pasado fue, junto a su primo y un amigo, al Club Chocolate, ubicado en Bellavista. A eso de las 4 de la mañana, estando fuera del local, se le acercó una mujer a pedirle un cigarro. Lo siguiente que recuerda es estar en la parte trasera de un auto, acompañado de dos mujeres que manejaban un frasco pequeño con un líquido y que le dieron algo de tomar. Luego de unas cuantas horas, cuando ya había amanecido, Carabineros lo encontró tirado en un pasaje de la comuna de La Florida. "Desperté en la Clínica Alemana rodeado de mi familia sin saber nada. Me sacaron $800 mil de un cajero con mis tarjetas de crédito y débito, y para eso tienen que haber tenido acceso a mi clave, lo que me hizo pensar en esta droga u otra que doblegara la voluntad", relata. El capitán Alejandro Molt, vocero del OS-7, explica que el término burundanga hace referencia a más que solo la escopolomina, sino que a cualquier hipnótico que pueda controlar la voluntad de la víctima. "La escopolamina se trata de una droga insípida, inodora, incolora y altamente soluble en agua, motivo por el cual se puede agregar a bebidas. Muchas veces se mezcla con alguna benzodiazepina, como son el clonazepán o el diazepán, porque algunas personas reaccionan de forma violenta con la droga, y las benzodiazepinas calman esos instintos", asegura. Actualmente la Fiscalía Centro Norte se encuentra realizando una investigación sobre el uso de estas drogas. Sin rastros J.G.F., de 35 años, vino a Santiago por el fin de semana pasado a ver a un amigo. Era un poco pasada la medianoche y transitaba por Pío Nono, en Bellavista, buscando algo para comer, cuando tres personas, dos mujeres y un hombre, se le acercaron. Le ofrecieron una cerveza, la cual aceptó. No recuerda nada hasta la mañana siguiente. Para ese entonces, ya había perdido un poco más de un millón doscientos mil pesos. "Fui a Carabineros a dejar la denuncia. El problema es que no me hicieron el examen toxicológico en el Servicio Médico Legal", dice. La revisión que se realiza en las clínicas y hospitales no siempre detecta la presencia de estos químicos, porque su metabolización es muy rápida, y para cuando la víctima se recupera y decide hacerse el test, este puede ya haber salido de su sistema. "Este examen tiene que hacerse en el minuto, para poder detectar la sobredosis, pero eso es algo que, evidentemente, es muy difícil. La mayoría de las víctimas se despiertan, van al baño y no saben que con eso están eliminando la toxina", explica el doctor Cortés. "Hemos tenido denuncias en Carabineros, pero el problema es que se retardan mucho los exámenes químicos que nos permitan establecer si efectivamente la persona fue sometida al uso de la escopolamina. A la falta de ese antecedente no podemos atribuir el delito en conexión con esta droga", asegura el capitán Molt.