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exposiciones por Chile Llega al Centro Cultural de Las Condes:

Lea Kleiner, magia y renovación de la acuarela en Chile

domingo, 16 de julio de 2017

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Artes y Letras
El Mercurio

Un significativo proyecto de acuarelas sobre las salitreras itinera por el país. Casi 100 obras del taller de Lea Kleiner muestran las innovaciones en esta expresión, "en la que hay que navegar en el agua", señala la precursora de la acuarela contemporánea nacional, protagonista de este arte y sobreviviente de un capítulo de la historia del siglo XX.



Cuesta imaginar que Lea Kleiner, quien recorre por estos días el país, a sus 88 años, exponiendo un nuevo y gran proyecto de su taller, es una sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. Esta mujer muy alta y linda, de agudeza y jovialidad sorprendentes, fue educada en medio de la burguesía europea de principios del siglo XX, en una familia de origen judío y de gran cultura. Tocaba el piano a cuatro manos, a los seis años, con su tía, e interpretaban las mejores arias de ópera, ante los ojos atentos de la institutriz. Todo ello hasta los 10 años, porque su biografía familiar fue truncada por la guerra. "Quedamos las dos hermanas, yo y Doris (después Doris Brynner viuda del famoso actor Yul Brynner). Todos los primos por el lado materno murieron en los campos de concentración, pero por el lado de mi padre se salvaron y tengo un enorme familión en Israel, que vinieron para mis 80 años", nos cuenta Kleiner, "la mejor acuarelista chilena", en palabras de Waldemar Sommer.

Llegó a Chile con sus padres, en un barco de refugiados en diciembre de 1939. Su amor por la música, 70 años después, permanece. "Soy muy de piano porque ¡soy una romántica empedernida! Separada, madre de dos hijos, sigue cantando en alemán, junto a su pasión, la magia del agua sobre el papel: la acuarela. "Canté ahora con el alcalde de Temuco -en la inauguración de la muestra en el Museo Pablo Neruda- una canción que viene de la época de mi mamá. Estamos exhibiendo allí el proyecto de las salitreras ante un público muy entusiasta", detalla la artista, quien abrió en nuestro país el lenguaje de la acuarela contemporánea.

El agua es su elemento. "Trabajo con agua. Soy de agua. Fui nadadora y competí. Hasta salimos con una amiga en la portada del Zig-Zag, en los años 40. Éramos nadadoras bonitas", ríe con coquetería. Profesora por años de dibujo en la Universidad de Chile, integrante del Taller 99, con Nemesio Antúnez, y reconocida fotógrafa, a los 50 años de edad inventó una novedosa técnica de acuarela. El reconocimiento fue inmediato (tiene hasta obra en el MoMA), y desde entonces han sido alumnos suyos numerosos artistas, arquitectos y profesionales de distintas generaciones. Presidenta de concursos de acuarela (entre ellos, el Ricardo Anwandter de Valdivia, que también inaugura en Santiago), cerca de 100 obras de su taller itineran hoy por regiones. Hay sorprendentes acuarelas sobre Humberstone y Santa Laura, en diversos estilos y con notables innovaciones. El periplo partió en Iquique, con el apoyo de la Unesco. El 3 de agosto llegan al Centro Cultural de Las Condes, para luego seguir al centro cultural El Austral, de Valdivia; Bodegón Cultural de Los Vilos, Universidad de Talca y más.

Nuevos aportes, innovaciones

-Usted dijo que este nuevo proyecto tiene como fin poner en valor y enseñar sobre la acuarela.

"Eso es clave y parte de la forma como hago la acuarela y la enseño. Se trata de trabajar con mucha agua. El agua es la que hace la imagen. Esto para quien no sabe es complejo. Cuesta entender el camino que hace la mancha y buscamos explicarlo en cada lugar. Exhibimos y hacemos talleres con niños de colegios y profesoras de arte. Existe un enorme interés.

"Este trabajo duró un año y cada una creó, desde su mirada -añade-. Algunas se encantaron con juguetes antiguos, otras abordan el paisajes, detalles. Todo fue realizado en comunidad, compartiendo imágenes e ideas, en un ambiente muy especial".

-¿Algo así como el Taller 99 en tiempos de Nemesio Antúnez?

"¡Sí! Tengo un carácter parecido al de Nemesio. No tengo tapujos, comparto, no tengo secretos ni soy de rodeos. El taller, además, está hace dos años situado en un oasis, en la "Villa de vida natural" en Tomás Moro. Curiosamente ahí hay una sinagoga que funciona y le subarrendamos al rabino un espacio que da a un jardín de 20 mil metros; en ese ambiente se hacen las correcciones".

-Lea, ¿y con qué se encantó usted en las salitreras?

"Siempre me encanto con el paisaje. Usé el lila, a veces, para el cielo, estaba trabajando con ese color; en otras composiciones circula la Luna en medio de grandes explanadas".

-Las acuarelas de figuras de camas de Ana María Cisternas sobresalen...

"Esas camas son de un expresionismo y una frescura notables. Ella crea todo en medio minuto y se atreve con el color. Porque para mantener esa frescura hay que trabajar muy rápido, lo ideal es entre 1 y 5 minutos. Paola Fernandino es otra alumna que trabaja en forma muy interesante: hace paisaje con mucho cielo y al final, en tamaño mínimo, instala un elementos figurativo. Transmite esa gran soledad del desierto nortino".

-Hay algunas que han inventado su propia técnica, que están innovando en el lenguaje.

"Está Jacqueline Blanchard, quien ganó el concurso Ricardo Anwandter, cuando lo presidí, junto a Jorge Swinburn. Percibimos el valor de su originalidad. La artista moja la hoja de papel y luego coloca el pigmento sobre el agua y lo va moviendo con sus brazos y cuerpo, hasta que se arma la imagen que imagina, en este caso de azules en el cielo y ocres en la tierra árida. Representa un extremo de trabajar con agua. Blanchard después de ganar el premio de Valdivia me pidió ingresar al taller. Mariana Bronfman es otra creadora de una técnica. Usa alusa o un rollo de film que arruga y luego lo coloca sobre el papel mojado con el color y aparecen en la obra las texturas de las arrugas del elemento que utiliza".

-Usted ha abierto las puertas de la innovación con el agua...

"Siempre he trabajado con papel y pincel mojado, con mucha agua. Hay toda una escritura de los chinos antiguos que habla de lo que la muñeca hace. Siempre enseño e insisto que hay que hacer un símil de cuando uno toca el piano: el hombro sujeta el brazo y por eso vuelan los dedos. Les hago tomar conciencia del cuerpo, que no es asunto de presionar el pincel, sino de navegar con el pincel en el agua".

-Están también en una constante investigación...

"Sí. Recién descubrimos con mis ayudantes, Inge Schöbitz y Luz María Villarroel, a un acuarelista serbio, Endre Penovac. Está haciendo una obra muy novedosa. Usa el agua más allá del límite: en papel mojado, empieza a trabajar desde afuera hacia adentro del papel y reserva el centro para ir haciendo ingresar el color a ese blanco, que es donde se empiezan a formar sutilmente las plumas o pelos de los animales que él recrea. Puede ser, a veces, la sola cola de un gato. Algunas alumnas irán luego a aprender con él".

Lea, a su vez, acaba de inventar algo. "Trabajo con un papel muy fino de algodón que al pasar la brocha se recoge, entonces le tiro una manchas de color al tablero y tomo ese papel y lo voy imprimiendo con lo que está en el tablero, hasta que se arma el paisaje, como una monocopia".

Tendencias, Morandi, Hockney...

-¿Es contraria a la copia del motivo en acuarela?

"No tengo problema, porque la dificultad de la técnica hace imposible que copien. El resultado de lo que hace el agua no tiene nada que ver con el modelo. Influye, además, el clima en el manejo de agua; en estos días muy húmedos el papel se demora mucho más en secarse".

-¿Y relaciona la acuarela figurativa con una concepción más antigua de este arte?

"No. Incluso la artista premiada el año pasado en el Salón Hardy Wistuba, Verónica Terrazas, trabaja con el tema de flores. Renato Telleria, de Coyhaique, inventó un lenguaje que no es abstracto ni figurativo, soslaya un puntillismo".

-¿Cómo observa el trabajo de la acuarela sobre otros soportes?

"Algunos lo hacen aquí. Alejandra Bobadilla lleva la acuarela al género, al vestuario. Patricia Fernández lo hace en su arte. Yo he trabajado sobre tela, pero es más difícil..."

-En la Bienal de Arte de Venecia 2017 hay artistas como Michele Ciaccofera, quien incorpora la acuarela en objetos, en instalaciones, aunque la trabaja sobre papel ...

"Eso es muy interesante, representan nuevas tendencias. Hay que ver a otros sobre qué la trabajan. El papel sigue siendo el soporte que mejor se da. El próximo gran proyecto lo voy a hacer sobre acuarela en distintos soportes".

-Y de la historia reciente nacional, ¿ubica en primer lugar al artista Agustín Abarca?

"Lo suyo es paralelo al trabajo de Israel Roa, pero Abarca trabajó con agua y su lenguaje fue más fluido. Su uso sutil del color lo lleva a un planteamiento más realista en el que plasma la naturaleza muerta y la figura humana. Aunque Nemesio Antúnez fue el primero prácticamente que se atrevió con el agua, y en un tamaño no habitual. Los paisajes de Wistuba de su primera época son también de sumo interés".

De la historia moderna le interesan Emil Nolde y August Macke, ambos denostados por Hitler. "Turner, por supuesto. Pero Morandi es el gran maestro. Trabaja con el vacío. El vacío arma su acuarela. Y el británico Toni Onley es muy significativo. Él iba a pintar al Ártico, en su avión, en el que luego se estrelló. No le tenía miedo a la mancha y dibujó con acuarela un paisaje magistral en el que no hay nada".

-Pero David Hockney es el que más le conmueve.

"Es que su uso del color y atrevimiento remecen. Su capacidad de inventiva. Mi hermana Doris me trajo una libretita de apuntes con sus acuarelas sobre Yorkhshire. Es maravillosa. Tal vez de ahí viene mi uso del lila en estos paisajes de las salitreras" -reflexiona-. Mientras se desplaza por su departamento-taller en Vitacura, frente a una agreste plaza, reordenando sus libros de arte. Y apaga la computadora donde mantiene orgullosa las imágenes de la inauguración de la muestra en Temuco. El Centro Cultural de Las Condes la recibirá también, sin duda, con honores y un cuidadoso montaje de las obras. El director de esta corporación cultural, Francisco Javier Court, fue otro de los alumnos notables de Lea Kleiner.

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