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La travesía en el desierto de José Luis Sierra

sábado, 08 de julio de 2017

por Arturo Galarce foto sergio López i.
Entrevista
El Mercurio

Después de una turbulenta salida de Colo Colo, el ex mundialista de Francia 98 vive sus días en Arabia Saudita, desconectado de la realidad local y entrenando al segundo equipo más popular de ese país. De vacaciones en Santiago, detalla por primera vez su arduo proceso de adaptación a Medio Oriente, opina sobre el nivel de los entrenadores chilenos y aclara los puntos más conflictivos de su paso por el equipo de Macul.



José Luis Sierra, 48 años, tres hijos, casado, ex futbolista y mundialista en Francia 98, estaciona su Porsche Cayenne al interior del estadio Santa Laura y luego baja para caminar bajo la lluvia. Mientras avanza, reparte apretones de mano con los guardias, abraza a la secretaria y hace chistes con los funcionarios del club donde se formó como hincha, jugador y entrenador. Es viernes. En su muñeca derecha lleva una pulsera amarilla donde se lee "I love Al-Ittihad": el nombre del equipo que entrena en Arabia Saudita.

Ahora José Luis Sierra, el "Coto", sonríe y se relaja sobre una silla al interior de una oficina del estadio. Se le pregunta si se reconoce en sus últimas conferencias en Chile, previas a su renuncia de Colo Colo, cargadas de ironías, monosílabos y un humor de perros. Ha pasado casi un año de eso. Y Sierra dice que sí. Que entonces estaba cansado, aburrido de oír filtraciones desde la directiva del club y de las duras críticas de la hinchada; que le cansó todo lo que se decía de él y de las críticas públicas a su desempeño hechas incluso por sus jugadores de confianza.

Durante sus temporadas en Unión Española (campeón en 2013), para muchos su carrera se proyectaba como la del sucesor natural de Manuel Pellegrini, a quien Sierra considera como el mayor de sus referentes. Pero la salida de Colo Colo, dice Pedro Reyes, su ayudante, fue dolorosa. Cuenta que vio a José Luis cabizbajo en los días posteriores a la renuncia.

Lo que vendría también acapararía la atención de los medios: José Luis Sierra se iría del país.

Vida de árabes

Cuando su representante le informó del ofrecimiento del Al-Ittihad, a pocos días de su renuncia, Sierra tomó la opción de inmediato. Según él, ni siquiera quiso negociar, aceptando las condiciones: un contrato por un año, un vehículo y una casa para cada miembro del cuerpo técnico (los ex futbolistas Pedro Reyes y Clarence Acuña, y el preparador físico Marcelo Canessa).

-No cambié nada. Mi contrato no es tan distinto al que yo tenía aquí -dice Sierra, al interior de una oficina del estadio Santa Laura-. Lo que yo quería era ir y que nadie me contara cómo es la vida allá como entrenador.

Reyes y Acuña explican los otros motivos que aceleraron su decisión:

-Si no dirigía en otro equipo que no fuera Colo Colo, el Coto tenía que seguir subiendo un escalón. Lo normal era la Universidad de Chile, pero ellos tenían su técnico -dice Acuña.

-Esta opción representaba salir de todo -dice Reyes-. Alejarse de todo lo que se podía hablar acá sobre él. Eso lo sedujo, además de tomar el desafío de algo que no conocíamos.

Sierra y su equipo de trabajo fueron ubicados en un hotel en Jeddah, la segunda ciudad más grande de Arabia Saudita. Inmersos allí, derribaron prejuicios: primero, creyeron que se encontrarían con algo parecido a Qatar o Emiratos Árabes, pero comprendieron que eso es Miami comparado con Arabia Saudita: un país antiguo, cuna del islam y con el régimen religioso más restrictivo de Medio Oriente.

Lo segundo que comprendieron fue que hablarle a una desconocida está prohibido, y que las mujeres, incluso sus esposas e hijas, deben salir cubiertas con la abaya (túnica). Que el consumo y venta de alcohol están prohibidos y que en los restoranes deben ubicarse en el sector para hombres solteros. Que no hay cines, ni teatros, porque, al igual que en los restoranes, el resguardo es que hombres y mujeres solitarias no tengan posibilidad de relacionarse; que para estudiar o trabajar las mujeres necesitan autorización masculina y que internet es de libre acceso, salvo las páginas para adultos. O que en las tiendas suceden incoherencias como vitrinas con ropa deportiva, vestidos, chaquetas y jeans para mujeres que, en la calle, jamás podrán utilizar.

Semanas más tarde, la dirigencia del Al-Ittihad trasladó a Sierra y a su equipo a un compound. Un enorme condominio protegido por guardias militarizados y privados, habitado en general por empleados occidentales de distintas empresas. Ahí cada uno vive en una casa y los gastos corren por cuenta del club, además de los dos BMW y la camioneta GMC que manejan. En el interior del condominio, las normas del islam no cuentan: las mujeres no usan abaya, se pueden hacer fiestas y hombres y mujeres pueden saludarse con tranquilidad. El alcohol, claro, sigue siendo ilegal, pero suele haber vecinos que producen vino o cervezas artesanales que según Sierra no valen la pena probar: son muy malas. Afuera de ese oasis, el mundo real saudí sigue ahí:

-Aprendimos que allá todo es tan radical que tú siempre estas equivocado -dice Reyes-. Uno es el que tiene que adaptarse, y en ese sentido José Luis ha tenido un trabajo importante adaptándose a lo que esperan de él.

Lo que esperan de él, explica Sierra, son resultados.

-Desde Chile se ve de manera distante -dice-. Y no te digo que sea la mejor liga del mundo, pero es una liga como todas. Con las mismas dificultades para ser campeón. Las mismas exigencias de resultados. En la temporada pasada comenzamos 14 entrenadores, y tres terminamos.

Con sus jugadores, el desafío ha sido entenderlos: los rezos generalmente se topan con el calentamiento del plantel, y los jugadores suelen enfriarse antes de entrar a la cancha. Aunque lo más complicado, cuenta Clarence Acuña, ha sido la comunicación. Para eso cuentan con la ayuda de un traductor, pero también con estrategias.

-José Luis ha llegado a explicar movimientos con monitos, o con vasos en una mesa -dice Acuña, de vacaciones también en Chile-. Y nos pusimos de acuerdo para que cuando diera indicaciones o arengas, lo hiciera poniendo cara de malo, para que los jugadores capten su ánimo. Por suerte los resultados están a la vista.

Fueron el cuarto equipo del campeonato. El campeón de la liga fue el Al-Hilal, el equipo más poderoso, dirigido por el ex entrenador de River Plate Ramón Díaz. Jugaron un amistoso con los titulares del Atlético de Madrid, que perdieron 2-3, y en abril de este año ganaron la Copa del Príncipe, que el club no conseguía hacía ocho años.

El Coto camina bajo la lluvia de Santa Laura. No sabe, dice, ni vio ninguna de las publicaciones de la prensa chilena sobre sus triunfos en Medio Oriente: no lee prensa nacional, de manera definitiva desde que estaba en Colo Colo.

-Sobre todo en el segundo semestre -dice-. La preocupación ya no era el rendimiento del equipo. Tenía que contestar un sinnúmero de cosas que no tenían nada que ver con eso. Afortunadamente hoy estoy en un medio donde no entiendo una mierda lo que escriben. Me preocupo solo de lo importante: del equipo.

La tormenta

"Es el momento de dar el salto. Son desafíos mayores, entiendo la responsabilidad. Esa responsabilidad me llena de ilusión...". El 19 de mayo del 2015, José Luis Sierra fue presentado como nuevo técnico de Colo Colo. El "hombre de moda", como lo llamó el sitio Marca.com gracias a sus campañas con Unión Española, firmó por el club que defendió como jugador en dos períodos: seis años en total.

Y en un comienzo todo fue sobre rieles: siete victorias consecutivas, igualando en puntos al Colo Colo de Claudio Borghi. Pero todo empezó a descascararse cuando en un partido frente a San Marcos de Arica, el cuerpo técnico sustituyó a Humberto Suazo, que le respondió con un insulto. Dos minutos más tarde San Marcos hizo el gol del triunfo. Sierra, molesto, citó a Suazo a una reunión. Pero el delantero no llegó al entrenamiento. Al día siguiente, Suazo respondió con una frase que llenó páginas durante esa jornada: "No hablo con mediocres".

La polémica acabó con Humberto Suazo separado del plantel, y despedido por incumplimiento de contrato. El incidente hipotecó la relación de Sierra con parte de la hinchada, y también con algunos jugadores que no estuvieron de acuerdo con la decisión, como Gonzalo Fierro. Dos meses después, Suazo demandó a Blanco y Negro por despido injustificado y acoso laboral, exigiendo una indemnización de 815 millones de pesos. Durante el proceso, José Luis Sierra declaró en contra del jugador.

-Yo fui a contar lo que pasó -dice ahora Sierra, recordando ese episodio.

-¿Sintió presión del club para declarar? Se decía que Blanco y Negro tenía en sus planes despedir a Suazo tras la marginación y de esta forma no pagarían su sueldo.

-No. Yo me sentía con la responsabilidad de hacerlo porque fui quien tomó la decisión de que Humberto no siguiera. Y conté la historia tal cual fue. Que no es tan distinta a lo que dijo Humberto. Es exactamente lo que pasó. Hice lo que creía que era correcto y lo sigo creyendo.

Pedro Reyes, su ayudante técnico en Colo Colo, también declaró como testigo. Según él, ambos se sentían incómodos testificando en contra de un ex compañero de profesión.

-Era algo muy fuera de lugar -dice Reyes, al teléfono-. Había que hacerlo por cumplir una cuestión legal, pero es algo que nadie quisiera vivir, porque en el fondo es hacerlo frente a un colega. Es algo que no está en nuestros códigos. Todas esas cosas fueron perturbando el ambiente.

Reyes explica que Sierra reunió a los jugadores del plantel para explicarles la situación por la que estaban pasando y que debían dar vuelta la página. El equipo se coronó campeón en diciembre, y fueron segundos en el campeonato siguiente, pero la relación con la dirigencia estaba debilitada por la demora en la contratación de refuerzos. El estilo de juego de Sierra también despertó críticas de la hinchada (lo apodaron "Coto Siesta") y de jugadores como Julio Barroso, quien alegó a la prensa falta de trabajo y preparación de partidos.

-¿Le parecía normal que los jugadores lo criticaran por la prensa?

-Yo hablé con Julio después de eso y hoy no tenemos ningún problema. Es uno de los jugadores cercanos que tenía en Colo Colo y con el que consideraba que podía conversar, más allá del plantel. Lo que hablé con Julio es una conversación privada y le manifesté lo que yo creía sobre lo que pasó. Yo no me voy a victimizar en este tema y decir que se me pusieron todas las dificultades. Hay muchos que podrán considerar que me podría haber ido antes, o seguido. Yo creo que era el momento de irme. Las condiciones ya no estaban.

Pedro Reyes cuenta cómo vivieron esa situación al interior del plantel.

-Uno no quiere echarle la culpa a Julio, pero lo que dijo hizo un retumbe enorme. Quizá lo hizo sin mala intención, pero se equivocó en las vías que utilizó para hacer la crítica.

Ya al final de su paso por Colo Colo, Sierra enfrentó conferencias de prensa en las que le deslizaron supuestos: que Aníbal Mossa, presidente de Blanco y Negro, ya se había reunido con el actual entrenador de Colo Colo, Pablo Guede, para reemplazarlo. Su rostro y actitud cambiaron. El 6 de julio renunció a Colo Colo.

Renacer

-Ahora lo veo contento -dice Clarence Acuña-. Tiene un equipo que se identifica con él. Jugadores que cuando hacen un gol lo van a abrazar.

Opuesto a los meses turbulentos en Colo Colo, en Jeddah, Arabia Saudita, José Luis Sierra es una celebridad. Cada vez que sale a la calle, cuentan Acuña y Reyes, deben frenar el tranco para que José Luis se tome fotos con los fanáticos del Al-Ittihad.

-Sí. Me reconocen -dice, acomodando su pulsera-. Ha sido una satisfacción, porque, que en una cultura tan distinta la gente te pida una foto, me llena de orgullo. Además, es un reconocimiento a los resultados que hemos conseguido en una liga exigente. No es que uno vaya a pasarla bien un rato y a ganar plata.

-¿Qué piensa de los que ven con desdén las ligas de Medio Oriente?

-Ignorancia. Una de las cosas que me motivaban era conocer, y descubrí que allá dirigieron entrenadores que venían de estar en Europa, que más allá del aspecto económico podían dirigir en cualquier lado. Algunos, incluso, estuvieron muy poco tiempo porque los resultados no se dieron, lo que demuestra que también es un medio exigente.

-Pero acá la sensación es otra: que cuando un jugador chileno firma por un equipo de Medio Oriente, es casi un caso perdido. Alguien que solo va a asegurar su futuro económico. ¿No es así?

-Nosotros tenemos a un chileno: Carlos Villanueva. Carlos estuvo seis años en un equipo en Emiratos Árabes. A los seis meses, si no rindes, acá te sacan.

Eso, agrega, Clarence Acuña, es así. Cuando Villanueva llegó a Arabia le costó adaptarse y la hinchada inició una campaña para que fuera expulsado del país. Villanueva tuvo que cerrar su cuenta de Instagram, que abrió solo cuando su rendimiento subió. Fue elegido el mejor jugador de la temporada pasada.

Sierra continúa:

-Todas las ligas tienen sus dificultades y si no me preparo, no voy a rendir ni en Arabia Saudita ni en Inglaterra. Para un técnico es lo mismo.

-¿Por qué cree que hay tan pocos entrenadores chilenos en el extranjero? Salvo Pellegrini, usted, el Fantasma Figueroa y Carlos Reinoso, en México, no hay muchos más.

-¿Cómo vamos a salir al extranjero si resulta que en la competencia nuestra la mayoría de los entrenadores son extranjeros? Y está demostrado que en los últimos años los chilenos han ganado más que los extranjeros. Mario Salas dos veces, Héctor Tapia, Pellicer, yo. Tendemos a creer que lo de afuera es mejor que lo que hay en casa. En Chile, al que le había servido un café a Bielsa lo querían contratar para que dirigiera un equipo. Y era puro márketing de las dirigencias. A la mayoría de esos entrenadores le fue más mal que bien.

-¿Le dan ganas de volver a entrenar a Chile?

-No.

Clarence Acuña y Pedro Reyes coinciden con Sierra. Chile, por ahora, está lejos. Solo hace pocos días acaban de firmar contrato por un año más con el Al-Ittihad y regresarán a Jeddah por estos días. Juntos, se reunirán como siempre a mirar partidos de televisión de la liga española, su única conexión con el idioma, soñando, en la artificialidad de un compound, con entrenar en ese país.

-Yo creo que se puede -dirá José Luis Sierra, antes de perderse por los pasillos del Santa Laura-. Desde Chile quizá se ve más distante. Pero nuestra meta está allá. Y España está a solo cinco horas de Arabia.

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