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Ayer, el colegio Rafael Sanhueza asignó sus 90 vacantes mediante un sorteo:

Las escenas de alegría y frustración que deja una admisión por tómbola

miércoles, 05 de julio de 2017

Javiera Herrera
Nacional
El Mercurio

Mientras algunas familias celebraron que hermanos puedan estudiar en el mismo establecimiento, otras quedaron con las manos vacías, partieron en búsqueda de un nuevo recinto y criticaron el sistema de selección.



Mientras en el patio del colegio Rafael Sanhueza algunos alumnos jugaban bajo la lluvia, los más de 150 apoderados que llenaban el gimnasio no se movían e intentaban ocultar su nerviosismo. Es que ayer, a las 10:00 a.m., la escuela de la Sociedad de Instrucción Primaria (SIP) realizó un sorteo con tómbola para decidir quiénes ocuparían los 70 cupos disponibles para prekínder.

También realizó otro proceso para los 20 cupos de kínder y al menos 12 sorteos más para definir el orden de las listas de espera de los cursos superiores.

El evento partió con algunos minutos de retraso y se extendió por casi una hora y media. Allí, la subdirectora de básica fue ingresando las bolitas a una tómbola transparente, el presidente del centro de alumnos las fue sacando y el subdirector de media las fue leyendo con micrófono en mano. Mientras esto ocurría, los gritos, los abrazos y uno que otro llanto se fueron repitiendo. Pero también hubo quienes abandonaron el gimnasio frustrados y con las manos vacías.

"Lamentamos que no todos los niños puedan acceder a los colegios de la SIP, pero tenemos más demanda que oferta", explicó la gerenta general de la red, Lily Ariztía.

Y también defendió el sistema: "No hacemos pruebas (de admisión) porque creemos que ahí hay una selección (...) y nuestro desafío es enseñar a todos los alumnos; poder dar una educación de calidad a los que tienen mayores facultades, habilidades, y a quienes no".

27 horas de espera

El martes 13 de junio, Paulina Morales llegó a las 9:00 a.m. al colegio Rafael Sanhueza de Recoleta y esperó 27 horas para obtener un número para la tómbola. Ayer, cuando anunciaron que su nieta estaba dentro, la mujer gritó y abrazó a la apoderada que estaba sentada a su lado. "Fui accidentada a hacer la fila (...). Y ahora estaba vuelta loca con que saliera el número", confesó. Tanto así -aseguró-, que no sentía su pierna fracturada. "Pero afortunadamente salió el número, y se va a seguir una tradición de que todas mis hijas, y ahora mi nieta, van a haber estudiado acá".

Quien tampoco ocultó su emoción fue Elizabeth H., quien ya tiene a una hija en el colegio de la SIP, y ahora postuló a sus mellizos. "Todo el esfuerzo valió la pena, y ahora lo importante es que los tres (hijos) van a quedar en el mismo colegio, y no voy a andar de un lado a otro". La mujer reconoce que esa era su opción si solo uno de sus hijos era aceptado. "Hubiera dejado a uno acá y hubiera esperado a que la lista corriera", confiesa.

La pena del abuelo

Carlos Croce sabía que su nieto tenía pocas posibilidades de quedar, pues la prioridad fue para los que tenían hermanos en el colegio. Pero igualmente hizo la fila en junio para obtener un número para la tómbola, y ayer esperó todo el proceso para ver en qué lugar de la lista de espera quedaba.

Al ver que quedó bien atrás no disimuló su pena. "Dios quiera que haya más colegios como este, y así uno pueda tener más oportunidades (de ingresar). Yo no estudié, así que quiero que mi nieto estudie bien, que sea un hombre grande, de bien", explicó, al mismo tiempo que se iba del Rafael Sanhueza para ir a ver otro colegio de la SIP, ubicado a cuadras de distancia.

Quienes también se fueron descontentos son Marta Espinoza y Alfonso Valverde, cuya bisnieta quedó a 34 lugares de ser seleccionada. "Encontramos que es injusto que uno venga a las tres o cuatro de la mañana (a hacer fila) y no quede", señaló Marta, mientras que Alfonso agregó que la escuela "ya tendría que haber tenido alguna solución, porque es un curso completo el que queda en lista de espera".

"Estaba vuelta loca con la tómbola. Igual este mecanismo no me gusta: me gustan más las pruebas, porque así los niños se motivan más".
PAULINA MORALES
Abuela de niña aceptada en el colegio

"Encontramos que es injusto que uno venga a las tres o cuatro de la mañana (a hacer fila), y no quede".
MARTA ESPINOZA
Bisabuela de niña que no que

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