Antes de cumplir cuatro años, Viet Thanh Nguyen salió escapando de Saigón. Mientras las bombas se acercaban, sus padres lo subieron a un avión tripulado por soldados estadounidenses, justo antes de que la ciudad fuera finalmente tomada por el Frente Nacional de Liberación de Vietnam. Corría 1975 y después de 20 años, la guerra llegaba a su fin. El pequeño Nguyen se convirtió en un refugiado en Estados Unidos y junto a su familia pasó de un campo provisorio en Pensilvania a vivir en San José, California, donde creció en medio de una tensión permanente: su historia como vietnamita, una marca tan innegable como su nombre, se enfrentaba día a día al estilo de vida americano que, no tan escasamente, lo despreciaba: en las decenas de películas de Hollywood sobre la Guerra de Vietnam los vietnamitas eran apenas el decorado del infierno. Especializado en estudios étnicos y profesor de la Universidad del Sur de California, Nguyen hoy tiene 46 años y, más que por sus labores como académico, es conocido por su literatura: el año pasado ganó el Premio Pulitzer con su primera novela, El simpatizante , un relato que precisamente pone en escena el conflicto que él mismo vivió. Pero de autobiografía no hay nada: durante el caos de la caída de Saigón, un avión estadounidense rescata a un centenar de autoridades y diplomáticos vietnamitas que resistían a los comunistas del Viet Cong, y entre ellos viaja uno en particular, sofisticado y encantador, que esconde un secreto: es un doble agente. Es el protagonista de El simpatizante , un personaje sin nombre que también es una voz hipnótica: la novela es la confesión de un espía comunista que al llegar al corazón capitalista americano trastabilla: la libertad y el dinero brillan. "Soy un espía, un agente infiltrado, un topo, un hombre con dos caras. Previsiblemente, quizá, también tengo dos mentes. No digo que sea ningún mutante incomprendido salido de un cómic ni de una película de terror, aunque hay quienes me han tratado como si lo fuera", se lee en el inicio de El simpatizante y ahí está el tono de la novela: es un relato ágil, cargado de humor negro, que integra al lector en un secreto para llevarlo a vivir una aventura: instalado en Estados Unidos, el protagonista de la novela termina convirtiéndose en asesor del equipo de producción de una película de Hollywood, precisamente, sobre la Guerra de Vietnam. Es el extremo: ese agente del comunismo que cree en Ho Chi Min es parte de un grupo de productores idiotas que quiere llevar al cine la sangre vietnamita para exorcizar los fantasmas de su derrota en la guerra. Desde California, Nguyen cuenta que después de ganar el Pulitzer, toda su labor académica y literaria ha estado envuelta en una agitación que jamás vivió: no ha podido volver a escribir ficción, pero sí escribió unas memorias sobre la historia de su familia, Nothing ever dies: Vietnam and the Memory of war . Sus padres, dueños de unas de las primeras tiendas de abarrotes vietnamitas en Estados Unidos, siguen viviendo en una zona de recuerdos donde su patria es fundamental: cuando recibió el galardón, su padre lo llamó emocionado contándole cómo se había enterado: "'¡Nuestros parientes en Vietnam dijeron ganaste el Premio Pulitzer!'. Su voz estaba aturdida de felicidad, lo que nunca sucede", cuenta Nguyen, que ha aprendido a vivir en un cruce de identidades: "Soy un americano, pero también soy un vietnamita estadounidense, un asiático-americano y una persona de color. Todas esas identidades son necesarias y verdaderas para mí como un escritor que desea reclamar su americanidad y, al mismo tiempo, desafiar a la cultura americana. Y también afirmo mi identidad vietnamita y pretendo desafiar su cultura", dice. Desafiar es un verbo clave para el escritor. "Me convertí en un escritor para contar historias vietnamitas, para desafiar las opiniones estadounidenses y para vengarme de Hollywood", dice. Y añade: "En cuanto a El simpatizante , quería escribir una novela ambiciosa que redefiniera nuestra comprensión de la guerra. El libro se propone ofender a todos, norteamericanos, vietnamitas del norte, vietnamitas del sur, capitalistas y comunistas. Ofender a todos era la única manera de llegar a la verdad, que la guerra era un abuso de poder por todas partes. Al mismo tiempo, la novela está destinada a entretener. Es por eso que elegí el género de la novela de espionaje". Y aunque ahora El simpatizante es una novela aplaudida en forma unánime, antes Nguyen recibió 13 rechazos de diferentes editoriales antes de que fuera publicada. Seguro la razón fue el punto de vista -un vietnamita que desmonta las leyendas trágicas de la guerra en los estadounidenses -, porque en la identidad literaria de Nguyen habitan claros ecos norteamericanos: está tan influido por autores como Ralph Ellison, Philip Roth, Kurt Vonnegut o Joseph Heller, como por Dostoievski y Celine, y añade con especial cariño, el portugués António Lobo Antunes. "Soy un escritor estadounidense, un escritor vietnamita, un escritor vietnamita estadounidense, y solo un escritor", dice. "Escribí una novela sobre la Guerra de Vietnam, pero también sobre temas que resuenan a través del tiempo y el espacio: el poder y su abuso, la guerra y su devastación, la inhumanidad inherente a la humanidad, la tendencia universal a usar máscaras y sentirse dividido. -¿Cree que "El simpatizante" molesta al lector americano tradicional? -Sí. La manera más fácil para que una minoría sea publicada en los Estados Unidos es escribir para la mayoría. Esto distorsiona el trabajo del escritor minoritario, ya que él o ella deben acomodar su voz al público mayoritario. O traducir sus ideas para ellos. Al escribir El simpatizante , escribí primero para mí y secundariamente para los vietnamitas. Al hacerlo, nunca tuve que traducir. Mi estrategia es escribir sobre las experiencias de las minorías como si yo fuera un escritor mayoritario. Esto hace que algunos lectores mayoritarios, estadounidenses o blancos, se sientan incómodos. No están acostumbrados a que la minoría asiática los critique. Algunos pueden manejar la crítica. Algunos no pueden. -El cine de Hollywood aparece en la novela para exponer una máquina de propaganda cultural. ¿Cree que las películas como "Apocalypse Now", "The Deer Hunter" o "Pelotón" han mostrado una visión muy sesgada de la guerra? -Sí. A los estadounidenses les gusta creer que solo los regímenes autoritarios tienen propaganda, pero en realidad, la cultura americana es bastante propagandística. Hollywood es el ministerio no oficial de propaganda de Estados Unidos. El gobierno no tiene que decirle a Hollywood qué hacer, porque la mayoría de la gente de la industria cinematográfica está de acuerdo con la cultura estadounidense y la importancia de ver el mundo a través del punto de vista de un hombre blanco. Estas películas que menciona, incluso si pueden ser consideradas antibélicas o críticas de la cultura estadounidense, reiteran, una y otra vez, que el único punto de vista que vale la pena es el del soldado estadounidense, especialmente el soldado blanco estadounidense. Eso es propaganda. -¿Cómo fue su experiencia como público de tantos libros y películas sobre la Guerra de Vietnam, todo desde una perspectiva americana? -Miré casi todas las películas que Hollywood hizo sobre la Guerra de Vietnam, que es un ejercicio que no recomiendo a nadie. Como vietnamita, ese ejercicio fue aún más doloroso, porque estaba claro que el único papel para una persona vietnamita en una película de Hollywood era ser asesinado, violado, silenciado o rescatado. Nuestra representación en los libros es un poco mejor, pero no mucho. Eso se debía a que cuando los estadounidenses decían Vietnam se referían a la Guerra de Vietnam, y cuando decían la Guerra de Vietnam, significaba la guerra estadounidense o cómo los estadounidenses la experimentaban. Los estadounidenses recuerdan sus 58.000 muertos, pero pocos saben que murieron 3 millones de vietnamitas o que murieron 3 millones de laosianos y camboyanos. Y debido a que los recuerdos americanos circulan a nivel mundial, a través del poder de la cultura estadounidense, el resto del mundo ve a Vietnam de la misma manera que los estadounidenses, o al menos, está influenciado por las percepciones estadounidenses. -¿"El simpatizante" puede ser leído como un reverso de todas las historias de ficción americanas sobre la Guerra de Vietnam? -La novela responde al hecho de que la literatura estadounidense sobre la guerra es casi completamente contada desde el punto de vista del soldado estadounidense. El punto de vista americano es solo una perspectiva. Peor aun, la guerra no era solo de soldados. La guerra nunca es solo de soldados. La Guerra de Vietnam no fue única en matar más civiles que soldados. Eso también es cierto para todas las guerras del siglo XX. Entonces, ¿por qué pensamos en la guerra como algo que involucra a los soldados, cuando los civiles sufren aún más? El simpatizante es una novela de guerra que exige que reconozcamos cómo los civiles y los refugiados forman parte tanto de la guerra como de los soldados, y más aún. -En su vida personal, como vietnamita en los Estados Unidos, ¿se sintió como un espía? -Creciendo en la casa vietnamita de mis padres, me sentía como un americano espiando sus costumbres extrañas, comida y lenguaje. Fuera de esa casa, en el resto de la sociedad americana, me sentía como un vietnamita espiando a los estadounidenses. Tomé esa experiencia personal, emocional y lo inserté en la figura de un espía que en mi novela es un hombre de dos mentes. Es medio francés y medio vietnamita, un espía comunista que ama la cultura capitalista, y siempre es, por lo tanto, un forastero que mira adentro. Nacido en Vietnam en plena guerra, Nguyen se crió en California como un refugiado y creció en medio de la tensión sobre su identidad. Apelando a su experiencia escribió El simpatizante, novela ganadora del Pulitzer 2016 sobre un espía comunista vietnamita que opera en suelo estadounidense tras el conflicto. "Me convertí en un escritor para contar historias vietnamitas, para desafiar las opiniones estadounidenses y para vengarme de Hollywood".