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Estudios sobre fauna local:

Conservación de especies domina la ciencia ciudadana en el país

jueves, 22 de junio de 2017

Paula Leighton N.
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Recurrir a personas comunes para que recolecten datos está ayudando a realizar amplios estudios sobre biodiversidad, salud, medio ambiente e incluso problemas sociales.



Desde 2011, cuando recurrieron a la ciudadanía para recibir reportes sobre la presencia de la voraz chinita arlequín en el país, las académicas Audrey Grez de la U. de Chile, y Tania Zaviezo de la U. Católica han recibido en su página web (www.chinita-arlequin.uchile.cl/) 2.800 registros verificados de personas que han contribuido a su investigación enviando fotos y datos de localización de la chinita.

"Gracias al aporte ciudadano hemos incrementado mucho el conocimiento de la distribución y tasa de dispersión de esta especie invasora, hemos generado publicaciones y modelos predictivos sobre su expansión en el país", enumera Grez.

Su estudio es uno de los ejemplos exitosos de ciencia ciudadana que se desarrollan en Chile y cuya experiencia compartirá en el Seminario Internacional de esta disciplina, que culmina mañana en Santiago, organizado por la Fundación Ciencia Ciudadana y la Universidad Autónoma (inscripciones: cienciaciudadana.cl/taller-cc/).

"Para quienes conservan la naturaleza, la ciencia ciudadana es una excelente herramienta, porque le permite al investigador recibir muchos registros de la especie que estudia y, a la vez, entregar información sobre el animal o la planta a las personas, que son fundamentales para la conservación", explica el biólogo de Bioecos Juan Luis Allendes, quien junto a su colega Annia Rodríguez creó en Facebook "Murciélagos de Chile: un proyecto de ciencia ciudadana". Este, señala, busca "contribuir a cambiar la percepción negativa hacia los murciélagos y, a futuro, hacer un mapa de uso público con la distribución de las 13 especies que habitan el país y una publicación científica".

Usando páginas web, redes sociales o aplicaciones en celulares, personas de todo Chile han contribuido a crear un atlas de aves que nidifican en el país, mapear la distribución del abejorro nativo, detectar moscas polinizadoras o rastrear la abundancia y distribución de los peces de roca en nuestras costas, entre otros proyectos asociados a biodiversidad y conservación.

Pero "esta metodología -que pone de igual a igual al ciudadano y al científico- también sirve para estudios de fisica, matemáticas, monitorización ambiental, humanidades, arquitectura... Siempre habrá gente con un interés en ayudar", sostiene Fermín Serrano, expositor del seminario y director ejecutivo de Ibercivis, una fundación española dedicada a colaborar con la investigación ciudadana.

Bacterias y enfermedades

Un ejemplo es ¡Respira!, proyecto del Instituto de Ciencias Biomédicas de la U. Autónoma que se lanzará mañana durante el seminario para conocer el microbioma o tipo de bacterias presentes en la cavidad nasal de 500 personas y su relación con hábitos de vida y enfermedades respiratorias. "Lo interesante es que después ellos podrán saber cuáles son sus bacterias, con qué hábitos se asocian y si tienen más riesgo de algunas enfermedades, con lo que también acercamos la ciencia a la población", dice Patricia López, una de las investigadoras.

Serrano agrega ejemplos en Europa, como GripeNet, que analiza la propagación de la gripe a través de reportes periódicos de síntomas que la gente envía por mail o celular; Vigilantes del Ciezo, en el que mil habitantes de Zaragoza envían por correo hojas de una planta de frutillas que los investigadores les entregaron en maceteros para monitorear en ellas la concentración de contaminantes ambientales.

Sebastián Escobar, director de la Fundación Ciencia Ciudadana, destaca que "participar o generar proyectos de ciencia ciudadana puede ser también una forma de reunir información para que la gente haga llamados de alerta o fundamente demandas sociales".

Es lo que hizo el proyecto Morris Justice Project, investigación ciudadana iniciada por vecinos del Bronx para demostrar que la policía hacía más detenciones por sospecha ahí que en otros barrios. "La gente empieza a entender el poder de usar la ciencia para entender mejor un problema, educar, atraer atención y cambiar políticas", concluye Karen Purcell, de la U. de Cornell.

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