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Juan Antonio Pizzi "Si vamos al Mundial, lo podemos ganar"

sábado, 10 de junio de 2017


Reportaje
El Mercurio

A una semana del debut de Chile en la Copa Confederaciones, adelantamos un extracto de Pizzi. Creer lo imposible, la primera biografía del DT. Aquí, él mismo habla sobre las dudas que había en su entorno cuando llegó a la selección, de cómo se ganó la confianza de los jugadores y del trabajo que hicieron antes Bielsa y Sampaoli.



Así que seis meses después, en el clímax de su carrera como entrenador, a minutos de haberse consagrado campeón con Chile de la Copa América Centenario, en Estados Unidos, Juan Antonio Pizzi elige recordar las derrotas. ¿A quién se le ocurre tamaño absurdo? ¿O acaso será cierto eso de que a Pizzi, el Macanudo, no le gusta vestirse de héroe ni en su hora más gloriosa?

"Es cierto que en ese momento me acordé de lo que perdí como entrenador. Es que se sufren más tiempo las derrotas que lo que dura la alegría de los triunfos. Pasé momentos muy feos en mi carrera, y la tristeza de la derrota me dura mucho más que las alegrías. Con la derrota cuesta mucho más volver a centrarse. Pero estoy convencido de que se aprende más de la derrota que de la victoria. Y se madura más. Porque las derrotas son mucho más didácticas que los triunfos".

Acaso sentado en esa sala de conferencia de prensa, una madrugada de junio de 2016, Pizzi recordó que apenas cinco meses antes había asumido la dirección técnica de Chile habiendo sido la tercera o cuarta opción que manejaron los dirigentes. Entrenadores como Bielsa o Berizzo habían dicho que no.

"Hubo opciones anteriores y por diferentes motivos no quisieron o no pudieron ponerse de acuerdo. Había un grupo de técnicos que estaban en un primer rango y ante esa imposibilidad tuvieron que buscar las segundas opciones, si querés llamarlo así. Y yo estaba dentro de esas porque había dirigido acá, porque salí campeón con la Católica y porque el equipo había jugado bien. Ellos creían que me podía adaptar a lo que venía", detalla Pizzi.

A primera vista, no haber surgido de una lista de nombres inicial puede parecer un condicionante. "No, no me condiciona no haber sido de las primeras opciones. Sé lo que tengo que hacer, sé lo que tengo que imponer, sé cómo hacerlo, confío en mi forma de trabajo. Y a partir de ahí te va bien o mal, pero me deja mucha tranquilidad tener esa seguridad de cuáles son los caminos". [...]

El descreimiento general y las difíciles condiciones en que asumió tenían cierta lógica desde la mirada de Pizzi. "La situación era difícil cuando asumí. Estaba la polémica salida de Sampaoli, la resolución de problemas dirigenciales que derivaron en los actuales dirigentes [con Arturo Salah a la cabeza]... Y para colmo el equipo venía de hacer dos partidos muy flojos en eliminatorias ante Colombia y Uruguay. Todo era negativo, porque el contexto era muy adverso. Entonces las expectativas que había en el ambiente eran más bien bajas".

Y sin embargo, como siempre en su trayectoria, él creyó: "Yo veía el nivel de jugadores que había y sabía que podíamos volver a competir como se hizo en la Copa América 2015. A veces ganar es más difícil, pero estaba convencido de que se podía competir".

El problema es que la transmisión de esas convicciones puede ser más difícil siendo entrenador que jugador: mientras fue delantero, con un gol Pizzi podía contagiar a todos los suyos. Desde el banco, esa traslación es más farragosa. "Lo primero fue hacer una gira por Europa para hablar con todos los jugadores que pensábamos que podían ser convocados. E incluso hablamos con algunos que todavía no hemos llamado. Fueron un poco más de dos semanas muy intensas. A veces los hacía ir al aeropuerto, tomábamos un café ahí y a las dos horas me tomaba un vuelo para ir a otra ciudad. La idea era presentarme: más que explicarles el método de trabajo, era charlar, preguntarles por las familias y si tenían ganas de seguir haciendo sacrificios. Porque lo que yo más valoro de los jugadores de selección de América Latina es el esfuerzo que hacen, es terrible: las horas de vuelo, la exigencia que tienen, después llegar a sus clubes y volver a ser exigidos al máximo. Y siempre compitiendo con mucha intensidad, por objetivos muy grandes. Mi pregunta apuntaba a que si se querían liberar, ese era el momento. Porque yo podía decir: 'No vienen porque no los convoco'. Pero si vienen, es para hacer el sacrificio. Y todos se comprometieron desde el comienzo". [...]

Un año después de la cúspide del fútbol chileno, la Copa América de Estados Unidos 2016 surgía como la oportunidad de demostrar que lo anterior no había sido un hecho aislado, que el campeón seguía vigente. "Antes de la Copa América, yo sí pensaba que se podía competir y ganar. Pero lo que veía era que los jugadores venían de una temporada muy dura, casi sin vacaciones después de la Copa América de Chile, muy fatigados".

Para buena parte de los aficionados y la prensa chilenos, las dudas se acrecentaron en los amistosos previos a la cita estadounidense. Dos derrotas, ante Jamaica (1-2) y México (0-1), parecían confirmar aquello de que el ciclo exitoso de esta generación de jugadores había comenzado su inexorable declive. En especial, tras el debut en la Copa, con derrota ante Argentina (sin Messi). El balance del nuevo ciclo tenía estadísticas nada alentadoras: apenas un triunfo y cuatro derrotas en cinco partidos.

Sin embargo, Pizzi y sus ayudantes miraban la situación de otra manera [...]: "Los jugadores veían lo que yo veía. Porque les mostraba, por ejemplo, el partido con Jamaica: tuvimos 7 situaciones de gol en el primer tiempo y 16 en el segundo. Y ellos patearon tres veces al arco y marcaron dos goles. Y entiendo que perdiste y que hay que sufrir la derrota, pero valorá estas acciones. Y se las mostraba".

Si los jugadores asimilaron el mensaje del cuerpo técnico, eso no se notó en los siguientes partidos de la primera fase de la Copa: dos triunfos opacos (y con polémica) ante Bolivia y Panamá seguían sin despejar las dudas que había sobre el equipo y sobre el entrenador. "Le ganamos a Bolivia con un penal discutible, es cierto, pero fuimos superiores. Y con Panamá, en el último partido del grupo, también fuimos superiores".

En realidad, lo mejor estaba a punto de llegar para la Roja. En cuartos de final lo esperaba México, un rival siempre difícil, que jugaba "casi" de local por la gran cantidad de público que lo siguió a Estados Unidos, y con el que habían perdido semanas antes un amistoso. Pero, contra todo pronóstico, Chile vapuleó a los mexicanos 7-0. [...]

"En el amistoso que perdimos con México jugamos un primer tiempo brillante. Y en el minuto 87, en un centro descolgado, gol de Chicharito Hernández. Pero nosotros salimos muy fortalecidos de ese partido. Tristes, pero mirábamos las imágenes y veíamos que se habían hecho bien las cosas. Por eso en el partido de cuartos de final, esperábamos que ellos cambiaran el esquema, porque nosotros habíamos sido muy superiores. Ellos no cambiaron, entonces nosotros hacemos el mismo planteo que en el amistoso que perdimos. Mirábamos las imágenes del amistoso y las mostramos en la preparación para ese partido: el planteo fue el mismo de los dos lados, pero la superioridad de Chile fue abismal".

Superada Colombia, también con incontrastable superioridad, solo quedaba el desafío de enfrentar a Argentina en el partido definitorio. Como en la final de 2015. Como en el debut de la Copa 2016. ¿Qué cambió del primer partido en el que Chile enfrentó a Argentina sin Messi y perdió, al de la final, en el que logró dominar a Argentina con Messi y ganar por penales?

"Cambió el resultado final, pero la filosofía con la que preparamos cada uno de los partidos fue siempre la misma. Nosotros creíamos que le podíamos ganar a Argentina y creíamos que podíamos perder con Bolivia. La preparación fue exactamente la misma: tratar de presionar lo más arriba posible y tratar de llevar el protagonismo del partido". [...]

-¿Sentís que este es un equipo tuyo, que te identifica?

-Absolutamente. Y ahí viene la polémica: yo no difiero mucho de lo que se venía haciendo. Algunos creen que me ofenden cuando dicen: "Bueno, pero el equipo de Pizzi hace lo mismo que el de Sampaoli". ¡Y si creo en lo mismo! ¿Y yo hago lo mismo que él o él hace lo mismo que yo? Porque yo en mis equipos intentaba hacer lo mismo.

Pizzi nunca quiso asumir más protagonismo del que tenía, pero tampoco quiere perder lo que siente que le corresponde. El título de la Copa América Centenario 2016 es suyo, no herencia del trabajo que hicieron otros antes.

"Claro, quiero agregar algunas cosas, a lo mejor imperceptibles. Porque antes estuvo otro entrenador, no voy a querer cambiar todo. Sí en otras situaciones donde hemos estado, por ejemplo San Lorenzo, lo que se venía haciendo en el club era todo lo opuesto a lo que nosotros planteábamos. Pero acá no. Es como si a mí ahora me dijesen de dirigir al Barcelona. ¿Hace lo mismo que Guardiola? ¿Hace lo mismo que Luis Enrique? Y sí. Siento que muchas de las cosas que se ven en este equipo son sellos que yo considero propios, aunque coincidan con otros. Yo tengo una valoración positiva de lo que se venía haciendo en el seleccionado. Entonces, como creo que lo hizo bien, voy a tratar de consolidar lo que se estaba haciendo".

En realidad, más que los sistemas tácticos similares o disímiles, o el juego en general, lo que generó alguna duda en ciertos sectores de la prensa chilena inicialmente es un imaginario sistema de trabajo laxo, una conducción poco rigurosa. [...]

"Sí creo que hubo críticas que apuntaban a ese lado, pero sin fundamento. No saben que nosotros somos muy rigurosos. Y con nuestra metodología de trabajo, hemos tenido menos problemas que los que habían tenido con otras metodologías. Tengo una metodología de trabajo que no es permisiva, pero no creo que sea militar ni mucho menos".

Alejandro Richino, el preparador físico que integra el cuerpo de trabajo de Pizzi, cree que esa dicotomía entre permisivo y riguroso también surge de la personalidad del santafesino. "Juan tiene un buen carácter, y eso siempre agrada de entrada. Y en nuestro grupo de trabajo él delega, pero siempre conserva su lugar de autoridad. Porque la autoridad no es gritar, sino saber que el que da el toque final a cualquier decisión es él. Yo a él lo vi manejar muy bien, por ejemplo, el vestuario del Valencia, que tenía mucha experiencia, con jugadores de muchas nacionalidades; ahí lo vi crecer mucho como conductor. Y acá también, no solo con los jugadores, sino también con los dirigentes y hasta con la prensa. Lo bueno es que, a pesar de las presiones que tiene, él transmite tranquilidad a su entorno de trabajo".

Por eso, porque sabe que las críticas sobre ese supuesto perfil existen, a Pizzi le interesa reforzar su concepto de exigencia y permisividad. "La base para mí es el respeto: por los horarios, por el esfuerzo en los entrenamientos, por la comunicación con los empleados, los superiores, los compañeros, con la vestimenta. Después tengo situaciones que considerar: si tengo un jugador de treinta y tres años y el doble entrenamiento no le hace bien porque después no se recupera, bueno, lo tengo que considerar; porque si lo perjudico a él, me perjudico yo".

Presente y futuro del fútbol chileno

Conquistado el desafío de la Copa América, el reto futuro para el seleccionado chileno y para Pizzi es sostener el nivel, para que el rendimiento del equipo no se detenga o se deteriore. Por ello, en el salón principal de trabajo de las oficinas de Pinto Durán el cuerpo técnico tiene una pizarra con una cancha de fútbol (con un esquema 4-3-3) con los nombres de casi cincuenta jugadores convocables de todas partes del mundo. Y a un costado, un calendario con todos los partidos en los que juega alguno de esos "seleccionables" sin importar la liga de que se trate.

"Pero ver los partidos de cada uno en su equipo no alcanza. Vos muchas veces convocás por las expectativas que tenés, de lo que viste en anteriores oportunidades, más que de la realidad. Porque yo podría no convocar a jugadores del fútbol chileno, porque el nivel no es bueno en estos momentos. Pero a veces llegan a la selección y tienen un rendimiento muy superior al que tienen en sus equipos. ¿Cómo se explica entonces este presente histórico de la selección de Chile? En principio, porque el ochenta y cinco por ciento de los jugadores que representan a la selección están en el extranjero. Y el hecho de competir afuera los potencia. Por otro lado, ha coincidido una camada de futbolistas que es difícil que se dé. Entonces tenés a Alexis, Vidal, Medel y Bravo, por ejemplo, y los rodeas de jugadores buenos; estos se potencian y genero un buen equipo, al margen del trabajo que cada entrenador hace. Pero el presente del fútbol chileno no es acorde a conseguir dos Copas América. Algo similar se podría decir de Uruguay: vos ves la liga uruguaya y podrías pensar que no tiene chances, pero juega una semifinal de un Mundial o gana una Copa América. Pero la mayoría de sus jugadores está compitiendo en las mejores ligas del mundo". [...]

Como sea, cuando se habla de la mutación que vivió el fútbol chileno en la última década, todos los caminos conducen a un nombre. Y Pizzi tampoco difiere en ese diagnóstico. "Es indudable que con Bielsa hubo un cambio de mentalidad en el jugador chileno. Yo creo que Marcelo fue el gran revolucionario del fútbol chileno, a pesar de no haber tenido resultados concretos. O mejor dicho: no tuvo títulos, pero sí muy buenos resultados. Bielsa es el que convence al jugador de que puede competir de igual a igual con cualquiera. Después Borghi, Sampaoli o yo tratamos de agregarle cosas. Pero Bielsa no les cambió la mentalidad solo a los jugadores: trascendió mediáticamente, socialmente, imprimió un sello, una identidad y la sociedad aceptó lo que él propuso. Y a partir de ahí, todos empezaron a intentar competir de igual a igual con todos, a creer en sus posibilidades.

"Si vamos al Mundial, lo podemos ganar. Yo soy consciente de eso, de que lo podemos ganar. Yo creo que estando todos en buen nivel, podemos competir con los mejores. El problema es que ese 'todos' es muy chiquito; detrás de ese 'todos' prácticamente hay muy poquito. Por ejemplo, Medel te garantiza un rendimiento de alta calidad; pero con los que vienen por debajo de él tenés una brecha importante. Y así en varios puestos. Entonces pasa a ser indispensable que estemos todos. Claro, primero hay que obtener la clasificación. Pero en un proyecto de estas características, el Mundial está en la cabeza, más allá de que en el camino se pueda sufrir".

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