miércoles, 24 de mayo de 2017
Economía y Negocios
Manola Sánchez
Directora de empresas
Duele lo de Carabineros. Duele en el corazón de los chilenos, con orgullo puedo decir que soy nieta de uno de ellos. Un problema que tiene sus raíces en una débil estructura de gobierno corporativo, que dejó en pocas manos la administración de muchos recursos, con insuficientes controles y baja transparencia.
Mirando las fotos de su revista institucional, los líderes de esta tremenda institución visten el mismo color, tienen estructuras técnicas parecidas e historias compartidas bajo el alero de carrera institucional. Poco y nada de diversidad.
En tanto, en los escándalos corporativos de los que hemos sido espectadores en los meses pasados también había un directorio atento… un “alto mando” corporativo, con poca diversidad, historias similares, orígenes parecidos, experiencias técnicas comunes.
Creo que la diversidad es un factor relevante en la prevención de este tipo de hechos. Ojos distintos con miradas profundas, que ayudan claramente a trazar una estrategia sostenible, con pocos espacios para el dolo.
Un reciente estudio de McKinsey concluyó que empresas con mayor diversidad de género tienen un desempeño 15% mayor en muchas variables financieras. Además, los directorios con mayor diversidad étnica -que es lo que más se mide internacionalmente- tienen un retorno 35% mayor. El retorno acá no sería financiero, sino de reputación para una institución que siempre estuvo en los primeros lugares de confianza y cercanía en las encuestas relevantes.
Acostumbrados a estar siempre en lo más alto de estos análisis, y con justa razón, a la semana de haberse destapado el fraude estos uniformados perdieron más de 10 puntos en la encuesta Cadem, llegando a un 65% de aprobación. Eran otros tiempos cuando en 2014 Monseñor Vargas, Obispo en esos años de diócesis de Temuco saludaba en el aniversario de la institución diciendo “Carabineros de Chile está llamada a ser una Institución que consolida su liderazgo nacional e internacional, inspirada en principios y valores esenciales y permanentes de la persona humana”. En cambio, en 2017 los líderes de la institución celebraron su aniversario con un mea culpa sentido y con 27 medidas para evitar que esto vuelva a ocurrir. ¿Cuánto aportaría por ejemplo crear un cuerpo de civiles que apoye y asesore organizacionalmente a esta institución?
Durante mi carrera trabajé en Mckinsey, consultora de talla mundial. Y no me olvido de las “7S”, que eran claves para el desarrollo de una organización, como una compañía promedio. Pero estoy pensando que esas siete letras sirven perfecto para una institución uniformada. Las siete S son STYLE (estilo-de liderazgo), STAFF (colaboradores), SYSTEMS (sistemas), STRATEGY (estrategia), STRUCTURE (estructura), SKILLS (habilidades), SHARED VALUES (valores compartidos). Es relevante la interacción entre STYLE y SHARED VALUES. Normalmente se asocia al primero el concepto de cultura empresarial o valores corporativos, y al segundo el concepto de misión. Ambos atributos reflejan la ética y liderazgo de la empresa.
Ojalá este episodio en Carabineros ayude a dar una vuelta de tuerca a sus estructuras y su “governance”. Y se cierre la herida que a todos nos duele.
