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Investigación sobre una de las fotógrafas pioneras de Chile

La huella valdiviana de Frida Boehmwald

martes, 23 de mayo de 2017


2 en 1
El Mercurio

Fue una de las escasas fotógrafas sureñas que profesionalizaron su oficio durante los inicios del siglo XX. Con arrojo y arte montó un estudio propio, donde retrató a su época y a su sociedad en la Región de Los Ríos. Su obra recién sale a la luz, gracias a una investigadora de Valdivia que, con su proyecto, obtuvo el Fondart.



adie sabe bien cómo era Frida B. de Boehmwald. Frida era descendiente de los primeros inmigrantes alemanes, quienes llegaron a partir de 1850 a la zona, y se la puede imaginar dando vueltas, como trompo, por las calles empedradas de la Valdivia de fines del siglo XIX. Se sabe que durante años visitó muchas casonas, hasta que pudo arrendar el segundo piso de una que pertenecía a Federico Borneck, en calle Yungay, a la altura del actual puente Pedro de Valdivia. Desafiando el paternalismo de la época y los estrechos márgenes sociales en que se desarrollaban las mujeres, instaló en ese segundo piso, y desde 1913, su propio estudio fotográfico y se convirtió en una artista profesional.

Ahora, un proyecto que estará listo en febrero de 2018 sacará a la luz su historia y su memoria. Es una investigación al alero del Centro Cultural El Austral de Valdivia, con el concurso y la colaboración de la Dirección Museológica de la Universidad Austral.

Nadie sabe bien cómo era Frida B. de Boehmwald -no hay retratos y ni siquiera completa seguridad de que ese fuera su nombre - pero subsisten datos clave. Nació en 1886 y estudió Bellas Artes, también se casó. Vivió siempre en Valdivia y trabajó con seriedad y talento durante casi 25 años, para producir una obra que hoy llama la atención por su calidad técnica y su sentido estético y que se convirtió con los años en patrimonio histórico de la ciudad. Aunque se han logrado recopilar solo 20 fotografías, su trabajo se adivina cuantioso: esta artista fue, probablemente, uno de los escasos fotógrafos de Valdivia que retrató exclusivamente a familias. La obra de Boehmwald se benefició del fenómeno inmigratorio en la zona de Los Ríos: fueron los alemanes y sus descendientes quienes, desde la mitad del siglo XIX, imprimieron en la región una especial apreciación por la tecnología y el interés en la representación de la imagen. No es casualidad que ahí hayan proliferado estudios fotográficos que impulsaron la fotografía durante fines del siglo XIX y principios del XX.

Lo explica la autora principal del proyecto, la licenciada en Arte Tanya Wagemann, directora del Centro Cultural El Austral de Valdivia -quien decidió investigar a fondo la figura emblemática de Frida B. de Boehmwald:

-El primer pie para esta investigación fue la realizada por Mariana Matthews y Margarita Alvarado para su libro "Los pioneros Valck", en 2006, sobre esta familia de fotógrafos y cineastas que tuvieron un estudio fotográfico en Valdivia, estudio que fue uno de los primeros en Chile. Al investigar se encontraron, en el Estudio Valck, con el trabajo de Frida B. de Boehmwald.

El volumen de obra de esta valdiviana, dice Tanya Wagemann, indica que la fotógrafa estuvo activa entre 1907 y 1930, aunque el registro es insuficiente y falta mucha información. Hay varias fotos con su timbre realizadas en el estudio de los Valck, por lo que se sabe que se inició al alero profesional de esta familia de inmigrantes, parte de la colonia alemana igual que ella. Pero Frida pronto se independizó y, seis años

después, trabajaba en su propio estudio. Esto se sabe porque las investigadoras de Valdivia encontraron un tesoro: un aviso publicitario publicado en un diario valdiviano por Boehmwald para atraer clientela. No corrió igual suerte su pesquisa en el registro de patentes comerciales de la época: no hay patente alguna que testimonie un pago por parte de Frida, probablemente porque en la época era impensable que una mujer tuviera estas responsabilidades pecuniarias. Se cree que alguien de su familia -padre, hermano o marido- se hizo cargo. Ella se limitó a su trabajo artístico. "En los registros de patentes de las dos primeras décadas en Valdivia, solo figuran las del Estudio Valck y del Estudio de Hans Fehrenberg. En muchos casos la investigación en estas fuentes primarias tan importantes se han perdido o son confusas", explica.

El trabajo de investigación encabezado por Tanya Wagemann sentará precedente en la recopilación del patrimonio fotográfico en el sur de Chile y dará a conocer la obra de quien ella considera como "una de las primeras fotógrafas femeninas del país". Wagemann, trabajando desde el Centro El Austral, con el Museo Histórico y Antropológico Mauricio Van der Maele de la Universidad Austral -quien es dueño de una parte de las fotografías de Boehmwald-, logró adjudicarse un Fondart para su investigación que deberá estar lista en febrero de 2018. Dice desde Valdivia:

-Frida fue, probablemente, la primera fotógrafa del sur de Chile que tuvo estudio propio. La tradición de la ciudad es vasta y la figura de Boehmwald nos presenta una nueva mirada de esta tradición: a través de su cámara muestra la realidad de las mujeres artistas en el Chile de inicios del siglo XX.

Su investigación, a la que colabora con material histórico la antropóloga Karin Weil, de la Dirección Museológica de la Universidad Austral, tiene una arista que involucrará a la comunidad. No solo recolectará cuanta obra de Boehmwald existe repartida en archivos y colecciones oficiales en todo el país, si no también en álbumes familiares de particulares.

Hasta hoy, un veinte por ciento de lo que está siendo estudiado fue donado por familias sureñas. La meta no es solo juntar imágenes fotográficas, sino, gracias al estudio de lazos familiares y la colaboración de los descendientes alemanes de la zona, poder llegar a identificar claramente a su autora. Saber, cien años después, quién fue Frida B. de Boehmwald, dónde funcionaron su casa y su familia, cómo se movió en las aguas masculinas de inicios del siglo veinte, y cómo pudo ejercer su arte de manera que perdurara.

Perspectiva de género

Es difícil analizar la obra de las artistas de los siglos XIX y XX sin tener la perspectiva de género, dice la autora del proyecto. La impronta femenina marcó no solo el resultado del trabajo de Boehmwald, sino sus inspiraciones y motivos, y la forma en que este se concretó hasta 1930. Por la veintena de fotografías de que se dispone, se sabe que se dedicó casi enteramente a retratos familiares: hermanos, padres con hijos, abuelos, clanes sanguíneos. Si para ella fue una limitante o una ventaja está en discusión, sí se sabe que al igual que otras fotógrafas, aplicó sus propios códigos estéticos, distintos a los de un hombre. Por ejemplo, muchos de los retratos fueron hechos haciendo uso de telones pintados que ella misma, en algunos casos, pintó. La ayudó su formación de artista en Bellas Artes.

La falta de información que existe sobre su persona y su obra, un siglo después, está también condicionada por su género: al trabajo de las mujeres en el siglo diecinueve la sociedad no le asignaba la misma importancia que al de los hombres, y sus registros no eran conservados, mucha información se perdió. Ellas tampoco tenían recursos propios y, en gran parte de los casos, ni siquiera la confianza de sus pares masculinos. Pero, recuerda Tanya Wagemann, las mujeres sí gozaron de una ventaja y Frida B. de Boehmwald la aprovechó bien. Mientras ellos debían trabajar por necesidad y mandato social, ellas tenían más libertad y tiempo para dedicarse a otras cosas, entre ellas, todas las formas del arte. Así, Frida pudo dedicarse a la fotografía. Lo que nadie imaginó es que convertiría su afición en una profesión, la que ejercería con la misma seriedad o más que cualquier hombre de su época.

Desde la Dirección Museológica de la Universidad Austral, Karin Weil dice:

-Nosotros apoyamos al Centro Cultural El Austral con la parte fotográfica y el contexto, porque trabajamos de manera colaborativa. Conformamos la red de museos y centros culturales de la Región de Los Ríos.

Con la investigación de Tanya Wagemann se pondrá en circulación información hasta ahora desconocida en Chile que, esperan sus responsables, logre cerrar los espacios de misterio que rodean a esta gran fotógrafa de la historia valdiviana. Por el momento, a las fotografías en existencia se agregarían otras que están siendo investigadas en su procedencia. Y, más que nada, hay esperanza de que la comunidad de la región revise su historia y sus álbumes fotográficos centenarios. Tal vez, la voz y la marca de Frida B. de Boehmwald emerjan, radiantes, para contribuir a su legado.

 

No se han encontrado retratos de Frida. Pero 20 de sus fotografías dan cuenta de una obra excepcional. Una artista que desafió a su época.

 

El proyecto involucra a la comunidad en todo Chile, porque parte de la obra de Boehmwald podría estar en álbumes fotográficos particulares.

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