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China: ¿Luces de alerta?

jueves, 11 de mayo de 2017

Economía y Negocios


Axel Christensen
Director de Estrategia de Inversiones para América Latina e Iberia

La evidencia de un menor ritmo de crecimiento de la actividad económica en China es cada vez más contundente. Por ejemplo, los indicadores líderes PMI (registrados a partir de encuestas a gerentes de compra) tanto del sector servicios como de la industria de manufactura mostraron declinaciones durante abril. El menor crecimiento de las colocaciones bancarias también apunta a una desaceleración. Por último, la inflación de precios de productor también viene bajando después de alcanzar un máximo en febrero pasado.

Lo anterior parece ser consecuencia de un cambio gradual en la política monetaria del Banco Popular de China (su banco central), quien ha estado restringiendo los niveles de liquidez. Ello con un doble propósito: en un comienzo, como una medida para frenar las salidas de capital que se observaban a medida que la moneda se devaluaba y que, como se señaló, causó mucha inquietud en los mercados financieros globales a comienzos del año pasado. Una vez que la salida (y caída en reservas asociada) comenzó a declinar, el retro de liquidez apuntó al excesivo crecimiento del crédito, que se aceleró durante el 2016. Estas medidas han estado acompañadas de otras acciones como una mayor restricción a las compras inmobiliarias así como una moderación en el gasto fiscal.

Si bien lo anterior no ha causado alarma exagerada, los inversionistas están tomando la debida nota, particularmente en aquellas señales que denotan un mayor grado de estrés financiero. Así, algunas empresas chinas han enfrentado problemas en la obtención de liquidez y varios emisores corporativos han tenido que atrasar o suspender colocaciones de bonos. El mercado bursátil local ha resentido el golpe, como también lo han hecho los precios de materias primas con mayor relevancia de la demanda china, como son el mineral de hierro y el cobre.

No todas las noticias económicas provenientes desde China son negativas, afortunadamente. El crecimiento en las exportaciones, si bien se ha moderado, sigue registrando un sobresaliente incremento del 8% en doce meses. Asimismo, los niveles de reservas en moneda extranjera siguen subiendo, siendo abril el tercer mes de incrementos consecutivos, lo que debiera de ayudar a que la paridad del Yuan con el dólar estadounidense.

La desaceleración china no debiera de provocar grandes alarmas respecto a la recuperación sincronizada del crecimiento global, aunque si tomarse con la debida cautela. Sin dudas, la mejor situación del resto del mundo permite que el crecimiento encuentre apoyo en el sector exportador y la estabilización de la moneda permite a las autoridades económicas chinas continuar con su política de estímulo fiscal, aun cuando sea a un ritmo menor.

También ayuda a que las condiciones de precios en el mercado inmobiliario disten de la burbuja observada en el 2013 y cuya ruptura amplificó el proceso de desaceleración económica que se había iniciado el 2010 y que se extendió hasta el 2010.

Por último, el proceso deflacionario chino (y que exportó al resto del mundo) pareciera finalmente haber dado la vuelta a partir de mediados del 2016, evidenciando que la economía habría terminado de digerir el exceso de capacidad productiva del sector manufacturero.

Con todo, el mundo está en mejor pie para enfrentar un menor crecimiento de la ya segunda mayor economía del mundo. Sin embargo, el impacto no será sentido de igual manera en todas partes. Las economías emergentes más dependientes de exportaciones de materias primas, como el caso de Chile y Perú por nombrar algunas de nuestra región, sentirán el efecto de manera menos amortiguada. En el caso de Chile, los precios del cobre y la paridad Peso-Dólar ya parecen haber incorporado este nuevo escenario.

Es por ello que una cartera adecuadamente diversificada, con exposición internacional a una variedad de mercados desarrollados y de activos en dólares es una buena manera de que un inversionista chileno enfrente esta nueva situación. Ocuparse más que preocuparse.

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