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En medio del centro histórico de Roma, la voz de Augusto continúa presente a dos mil años de su muerte. Grabada en el muro exterior del museo Ara Pacis, se encuentra la "Res Gestae Divi Augusti", traducida al español como "De las cosas hechas por el divino Augusto". Son cientos de versos escritos en latín, divididos en 4 secciones y 35 párrafos, que narran en primera persona las memorias políticas del primer emperador de Roma. Redactada en el año 13 A.C., hacia el final de la vida de Augusto, la "Res Gestae" se ha transformado en un documento fundamental para conocer la historia del Alto Imperio Romano. Su primera traducción al español es de 1951, hecha en España por Antonio Magriños, y en 1984 el historiador Nicolás Cruz realizó la primera versión en Chile. En los últimos años, el trabajo de Cruz se reanudó con la incorporación de comentarios y un prólogo, tomando forma en el libro "Res Gestae Divi Augusti: las memorias políticas del emperador Augusto". Fue publicado por la editorial de la Universidad Católica a fines del año pasado y ya lanzó su segunda edición. Por medio de los comentarios, se destaca la importancia y vigencia de la obra de Augusto en el siglo XXI. Memorias imperiales "A los diecinueve años alisté un ejército por decisión personal y financiado por mí, con el cual devolví la libertad a la República oprimida por el dominio de una facción". Así da inicio Augusto a la "Res Gestae", donde relata sus honores políticos y religiosos, los gastos realizados en favor de la ciudad y las guerras encabezadas en el territorio. "Son las memorias políticas escritas por quien gobernó Roma durante 40 años de manera formal, pero que estuvo 55 años presente en la vida pública, tras la muerte de Julio César", explica Nicolás Cruz. El texto fue escrito por el emperador a los 76 años, durante sus últimos meses de gobierno. La intención era que estos 35 párrafos fueran grabados en dos columnas de bronce, las cuales debían colocarse en la entrada de su mausoleo. Una construcción monumental, a la vista de todos en Roma. Pero de esa inscripción no quedan rastros. Se cree que siglos después las columnas fueron fundidas, por lo que se pensó que el documento se había perdido. Afortunadamente, se hicieron diferentes copias en latín y griego en templos lejanos a Roma. Fueron recuperadas tres ediciones encontradas en Galicia, Asia Menor -actualmente Turquía-, donde la inscripción fue monumentalizada en piedra: en Ancyra (Ankara), Pisidia de Antioquía (Yalvac) y en Apolonia (Uluborlu). A partir de estas copias se pudieron hacer las traducciones modernas que conocemos hoy. Pero tuvieron que pasar casi dos milenios para que el texto volviera a ocupar un lugar importante del centro de Roma. En 1938, Mussolini instaló una copia de la inscripción en la base del podio del Ara Pacis, la cual después fue restaurada e instalada en 2006 en su ubicación actual. El uso de la primera persona y los rasgos autoritarios en el lenguaje permiten crear una imagen sobre la personalidad de Augusto. "Toda Italia juró mi nombre de manera espontánea y me pidió que fuese jefe en la batalla que vencí en Accio" y "Siendo cónsul por sexta vez, por la voluntad del Senado restauré 82 templos de los dioses en la ciudad, sin desatender ninguno que en ese tiempo exigiera arreglo", son párrafos en los cuales exalta su figura y aporte al Imperio. Releer a Augusto La "Res Gestae" ha sido interpretada de diferentes formas a lo largo de la historia. Durante los años 30, con la aparición de Mussolini, Augusto representó un paradigma fundacional. El dictador italiano tomó su figura como un representante de los valores de romanidad que sustentaban su régimen, lectura que marcó por mucho tiempo a la obra. Luego de la Segunda Guerra Mundial, comenzó una época de desconfianza ante los políticos, siendo sus discursos leídos en base a posibles motivos ocultos u omisiones. Nicolás Cruz señala que la brevedad y precisión de la escritura despertó sospechas en algunos investigadores, quienes en los silencios veían intenciones oscuras. La lectura que se hace actualmente de la "Res Gestae" se basa en la memoria y su valor histórico. Cruz apunta que muchos textos de la época no han logrado llegar a nuestros días, por lo que el testimonio de Augusto cobra aún más relevancia. Lo que debería haber sido un aporte más para reconstruir una época, toma entonces un protagonismo inesperado. "Para el público de hoy, la Res Gestae puede resultar muy interesante no sólo desde el punto de vista histórico, sino que también por el proyecto político que propuso. Después de un periodo de muchas convulsiones pudo establecer un consenso basado entre todas las partes que conformaron el Imperio", recalca Cruz. El historiador comenta que Augusto es uno de los personajes de la antigüedad clásica que más interés despiertan, lo que se materializa en las muchas biografías y estudios que se escriben sobre él. Los motivos no estarían solo en su obra política, sino que también representa características que aún son muy valoradas: "Fue un gobernante autoritario, no cabe duda, creador de la monarquía romana. Pero era una persona sobria, con pocas distracciones, comía sencillo, su casa no era espectacular. Siempre evitó aparecer ante los romanos como un monarca oriental. Fue un hombre pragmático, con ideas claras, simples y constantes", señala.