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Monseñor Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile:

"Atrévete a colaborar con el 1%: ¡es milagroso!"

jueves, 04 de mayo de 2017


Ediciones Especiales
El Mercurio

Monseñor Santiago Silva señala que como Iglesia somos una familia. Y en la familia que somos nos hacemos cargo los unos de los otros. Por eso el 1% no es limosna, ni vuelto, ni sobra. El 1% es el fruto de nuestra identidad de hijos y hermanos en "común-unión".



-¿Por qué un católico debe aportar con el 1% de sus ingresos a la Iglesia?

"Hablar del financiamiento de la Iglesia es hablar de una co-responsabilidad que es tarea de muchos, actuando en comunión. Es lo que hacen los padres y los hermanos cuando se ponen de acuerdo para buscar las mejores soluciones para el hogar, es decir, para cada uno de sus miembros, sobre todo los que la están pasando mal".

-En una época de cuestionamiento a las instituciones, ¿cómo se anima y motiva a los católicos a colaborar con el 1%?

"La Iglesia es nuestra casa, nuestro hogar. Y sus ministros y servidores son puentes que nos ayudan a encontrar en Jesús el sentido que buscamos en el caminar de cada día. Ayudar con este mínimo del 1% hace posible que tantos otros puedan conocer al Señor y ser bendecidos por Él en los momentos importantes de sus vidas. Y de un modo muy especial los que nada tienen, los más desprotegidos, en cuya persona y sufrimientos reconocemos el rostro de Jesucristo que anhela ser revestido de sus rasgos de resucitado. Con este aporte a la Iglesia logramos, de algún modo, abrazar a los pobres y sufrientes diciéndole que los acompañamos y que las puertas de nuestro hogar, la Iglesia, están siempre abiertas para ellos".

-¿Cuál es la importancia del 1% para la sustentabilidad económica de la Iglesia?

"Asegura un mínimo financiamiento de las innumerables obras de espiritualidad y apostolado, de servicio y caridad que ofrece la Iglesia. No es un simple aporte ni una limosna.

Es en realidad una devolución, más aún una responsabilidad, porque es justo que asumamos la colaboración económica y pastoral de "la familia" en la que vivimos nuestra fe y nos nutrimos con el pan de la Palabra y de la Eucaristía".

-¿Cómo toca el quehacer de la Iglesia la vida concreta de las personas?

"La fe no puede verse al margen de la vida. La fe en Cristo es para animar la vida, dándole su sentido pleno. Por lo mismo, cuando la Iglesia habla de la fe y celebra la fe está tocando la vida misma de las personas, sus inquietudes y esperanzas, sus sufrimientos y dolores. No es posible hablar de la fe sin tocar la vida, particularmente su significado y su dignidad".

-¿Qué le diría a quienes piensan que su aporte de 1% ya está cubierto con las donaciones que hacen a obras solidarias?

"Damos gracias por la generosidad de tantas personas e instituciones que aportan a tantas obras de bien de inspiración católica. Sin embargo, es solo a través del aporte del 1% que la Iglesia logra disponer de medios materiales para sacar adelante el sostenimiento de ministros y las innumerables tareas parroquiales de evangelización y sus capillas".
 
-Se suele decir que la Iglesia es una institución con mucho dinero y bienes, ¿cómo se entiende, en esa perspectiva, que se pida dinero a sus fieles?

"No es así que la Iglesia tenga dinero y bienes. La percepción que se tiene al respecto responde a parámetros europeos, cuando se ven las iglesias, las obras de artes, los museos. Todo eso, si bien es de la Iglesia, es sobre todo un legado cultural de la humanidad que la Iglesia administra. La Iglesia en nuestro país necesita la ayuda de sus fieles para poder subsistir y evangelizar. Las necesidades son reales para atender lo que tenemos. Esto sin hablar de lo que se podría hacer si se contara con más recursos aún. No buscamos ser una Iglesia rica en bienes materiales. La pobreza, como Cristo la vivió, es una plataforma excelente de evangelización. Buscamos, entonces, desde nuestra pobreza, ofrecer cada vez un mejor servicio".  

-¿Es éticamente válido pedir dinero desde la Iglesia?
"Somos una familia. Y en la familia que somos nos hacemos cargo los unos de los otros. Por eso el 1% no es limosna, ni vuelto, ni sobra.
 
El 1% es el fruto de nuestra identidad de hijos y hermanos que, en "común-unión", se sienten responsables de su hogar. A todos nos corresponde no sólo "parar la olla", sino también "la casa".

Atrévete a colaborar con el 1%: ¡es milagroso! Ya lo verás".

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