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"Vida y aventuras de Jack Engle":

Llega en español la novela perdida de Walt Whitman

miércoles, 26 de abril de 2017

RAFAEL NARBONA El Cultural/ Derechos exclusivos
Cultura
El Mercurio

El hallazgo de una breve novela, editada en 1852, amplía el conocimiento del autor estadounidense. No es una joya, pero no se puede negar su importancia como documento lírico, introspectivo, clarificador.



¿Poeta de una nación o poeta de vagabundos? Se ha dicho que Whitman (1819-1892) era un "vagabundo semidivino" (Borges), "un magnífico haragán", un periodista hostigado por el fracaso, un maestro sin vocación, un borracho de buen corazón, un libertino. Nada de eso le impidió convertirse en el poeta de la democracia americana, la voz profunda de la América liberal e inconformista con su obra "Hojas de hierba". Para Whitman, la democracia es la religión del pueblo americano. No se trata de una fe pagana, sino de un misticismo liberador que combate el fanatismo y la tiranía. Dios, la Naturaleza y el Hombre componen un todo indisociable que merece ser cantado y celebrado.

Hasta hace poco solo se atribuía una novela a Whitman, "Franklin Evans, el borracho". El hallazgo de una nueva y breve novela publicada por entregas en 1852 en The Sunday Dispatch -"Vida y aventuras de Jack Engle", Ediciones del Viento, 2017, 160 páginas- amplía nuestro conocimiento de su autor. Sería absurdo afirmar que se trata de una joya literaria, pero constituiría una grave negligencia negar su importancia como documento lírico, introspectivo y clarificador. Desde la primera página se aprecia la voluntad de imitar a Dickens, narrando las aventuras y desventuras de un joven aprendiz de abogado que ignora acontecimientos esenciales de su pasado.

Jack Engle sufre una orfandad temprana, convirtiéndose en un muchacho desamparado que vagabundea por los suburbios. El encuentro con un respetable y compasivo lechero lo salva de unas calles donde solo prosperan la violencia, el abuso y el chantaje. Durante un tiempo trabajará para Covert, un auténtico villano que ejerce la abogacía para enriquecerse, empleando toda clase de artimañas para despojar a sus víctimas de sus bienes. Engle descubrirá que la corrupción no es una epidemia de los bajos fondos, sino un vicio que circula por todas las capas de la sociedad. Su desengaño no desembocará en un escepticismo trágico, sino en un vitalismo invencible. Los vicios del ser humanos no pueden menoscabar los afectos más nobles, como el amor o la amistad.

¿Merece la pena leerlo? Sin duda, pero no por su trama -algo rudimentaria y precipitada-, sino por la vibrante humanidad de Walt Whitman, que resplandece en cada página. Su retrato de la infancia refuta los tópicos y los niños sobreviven a las peores desgracias, porque en ellos palpita "el espíritu de la aventura". La vejez no disfruta de ese privilegio. Wigglesworth, el contable de la oficina de Covert, flota en el alcohol para olvidar el bienestar de su juventud.

El temperamento dionisíaco de Whitman se manifiesta con un feliz desenlace que repara todas las injusticias. Su inesperada novela afianza la imagen de un poeta que concibió a América como una "Tierra Libre", donde la ambición y el coraje pueden sortear cualquier obstáculo.

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