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MESA & MANTEL

La casa nueva de un clásico

sábado, 22 de abril de 2017

Por Begoña Uranga
Agenda
El Mercurio




En el estiloso barrio Lastarria, había que conocer el restorán del hotel The Singular Santiago que, aunque no es nada de barato, los comentarios sugerían que valía la pena una visita. Un día de semana, al almuerzo, se pidió una mesa para dos. Tras varias consultas, informaron que no había mesa. Solo para cuatro o cinco personas. "OK". 
Se aceptó una mesa más grande. Sin embargo, de nuevo hubo una negativa. ¿Qué pasaba? Que estaban tomando fotos de platos. Seguramente, una producción de alguna revista, ya que había un conocido actor en el lugar, atendido por el chef. De nuevo el tema del servicio... ¿Es necesario hacer las fotos y dejar de atender justo a la hora en que más gente acude a sus mesas? ¿No se podría haber programado entre almuerzo y comida? Una demostración del poco respeto por los clientes -ya que tampoco se indicaba la exigencia de reserva- que un establecimiento del nivel que pretende el The Singular no puede permitirse. Una lástima y lo peor: las fotos se hacían a la vista y paciencia de quienes pretendían probar esos platos. Mal.

Más suerte hubo un domingo al almuerzo en el poco descubierto aún Ostras Azócar. Instalado en la sede del Centre Catalá, había bastantes mesas ocupadas. El local sigue siendo el mismo, con una agradable terraza, y sin mayor ornamentación interior: las mesas, sillas y una pequeña barra. Punto.

El servicio, gentil. No demasiado informado, pero sin mayores problemas. Su carta es la misma de su histórica casa matriz, en la que las machas a la parmesana son una obligación. ¿Las ostras? Deliciosas, nada que decir.
Quizá les faltaba un poco de frío, pero bien. Frescas. El cebiche del chef, diferente, con ostiones y camarones, realmente bueno. El ostión a la parmesana resultó menos exitoso. Una especie de sopa gruesa, con mucho queso, pero sin demasiados refinamientos. Buenos calamares a la romana. Cocina sin sorpresas, aunque agradable y que no falla.

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