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Santa Bohemia

viernes, 21 de abril de 2017

Por Ruperto de Nola
Restaurantes
El Mercurio

No tan santa...



Este país es teatro ideal para muchísimos bistrós: nuestra cocina es sencilla, sin excesos de ningún tipo (salvo los sánguches, que son incomibles), con buenos ingredientes que no espantan a nadie porque son los más comunes en el ámbito del mundo occidental, y dotada de unos cuantos toques que llaman la atención para bien. O sea, una cocina ideal para los turistas del hemisferio norte -tímidos, los más-. Y el barrio Italia es también buen lugar de peripateo para estos humanos: hay ahí suficientes cachivaches, curiosidades y pequeño comercio para atraer a los visitantes.

Por eso, el bistró Santa Bohemia debiera tener todas las de ganar: el lugar en que está ubicado es buenísimo, la decoración, típica de bistró, está bien lograda, y el servicio, además, es rápido (aunque ese día el local estaba lleno). Pero, ay, le falta lo esencial de un bistró: a su cocina fácil y sin pretensiones le falta cuidado y atención al detalle (las cosas sencillas son las que más atención requieren para tener un éxito).

Nos embarcamos con un carpaccio de salmón y ostiones ($8.900). Bueno: había dos mínimos trocitos de coral de ostión, y unas como manchas blanquecinas que oficiaban de carne de lo mismo. El salmón estaba bien cortado, y el aliño fue estupendo, con su ensaladita de lo más sentadora. Esa "sospecha" de coral de ostión alcanzó a darle a un bocado un muy agradable sabor. Pero eso sería todo. No se puede ofrecer semejante plato con ese anuncio. Supriman el ostión (o el feto de ostión que fue sacrificado a esta inútil causa en esta ocasión). Y no se notará sino la buena calidad del resto. Faltó aquí sencillez...

Mientras esperábamos el plato de fondo, observábamos la fauna urbana que llenaba el recinto: familias con el alma entregada a las papas fritas; niños dotados de audífonos y tablets que meneaban con frenesí estando sentados a la mesa; padres con el gorro puesto sin decirles nada... Por la ventana se veía el entretenido desfile de españoles, de unos gringos largos y blanquizcos, de unas mulatitas que pasaban contoneándose. En fin.

Nos tentó por su toque criollo un lomo vetado con tomaticán y papas doradas ($9.800): de eso se trata, de mostrar algo tan nuestro como el tomaticán. Pero, no: habiendo pedido la carne a punto, llegó el bistec mugiendo. Y el tomaticán evidenció una falta de equilibrio que un paladar bien educado no puede aceptar: cuando se cocina con tomates frescos, es fundamental evitar la excesiva acidez (sobre todo esos aborrecibles tomates actuales, con consistencia de pelota de golf): eso se corrige con un poco de azúcar. Pero no aquí. Y las papas eran añejas. Para colmo, el conjunto llegó apenas tibio.

Postre: interesante la leche asada a la cerveza negra ($4.500), si la cerveza hubiera estado más presente. Pero, tampoco aquí...

Resumen: falta mucha "santidad".

Av. Italia 1493, Providencia. 

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