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La vida nueva que tendrá la Casa Eastman de Limache

lunes, 10 de abril de 2017

IÑIGO DÍAZ
Cultura
El Mercurio

Unos $375 millones costará la recuperación de esta pieza histórica del arquitecto Josué Smith Solar, construida en 1924 y que se convertirá en un epicentro ciudadano de esta reemergente localidad.



Vicuña Mackenna la llamó la "Manchester chilena", debido a las chimeneas que podía apreciar a lo lejos en esa zona de gran concentración industrial, con su fábrica de jarcias de 1860, la maestranza militar de 1869, la fábrica de papel de 1870 y la cervecería que más tarde sería la CCU. También se la ha llamado la "pequeña Suiza" por el entorno geográfico apacible, templado, ventilado y rodeado de montañas.

A Limache, cada fin de semana acuden cientos de visitantes desde diversos puntos de la Quinta Región, pero también ha sido el destino definitivo de nuevos residentes venidos de la capital en busca de mejor calidad de vida.

"Ese espíritu se remonta a sus orígenes. Era una experiencia absolutamente británica: alejarse del puerto hacia un interior más soleado y tranquilo, lo que en Valparaíso resultaba imposible", dice el investigador y profesor de arquitectura Miguel Laborde con la mira puesta ahora en la Casa Eastman, que este año será sometida a una importante restauración patrimonial.

Original de 1924, diseñada por Josué Smith Solar por encargo del ingeniero Adolfo Eastman y habitada por la familia por más de 85 años, hoy pertenece al municipio. Fue adquirida en 2013 por $300 millones con el objetivo de reconvertirla en un punto de referencia ciudadano. La casa, de estilo Tudor y en forma de L, tiene 1.000 m {+2} construidos en una propiedad de más de 7 mil m {+2} . El proyecto planea convertirla en la Casa Abierta Eastman.

"A pesar de sus dimensiones, con tres pisos y un gran frente, se trata de una casa muy sencilla y romántica. Sigue todas las características de la arquitectura de Smith Solar (autor del Club Hípico, el Hotel Carrera y la Universidad Federico Santa María, entre sus obras mayores). Tiene una expresividad muy fuerte", analiza el arquitecto Raúl Irarrázabal, a cargo del diseño de restauración.

El proyecto, encabezado por la fundación Procultura, tiene costos de $375 millones, cubiertos por el Fondo del Patrimonio del Consejo de la Cultura y la Municipalidad de Limache.

"Para que sea autosustentable tiene que tener recursos múltiples. Será manejada por una corporación cultural y tendrá fines culturales, tal vez con un anfiteatro y jardines públicos. Haremos allí un centro de estudios de historia regional, pero también puede funcionar como centro de eventos", dice el alcalde, Daniel Morales. "La Casa Abierta Eastman beneficiará a más de 45 mil habitantes de Limache. Además de rescatar un edificio de gran valor, entrega una oportunidad para desarrollar el turismo de intereses patrimoniales. Este proyecto puede contribuir al emprendimiento local sostenible", complementa Ilonka Csillag, presidenta de ProCultura.

Túneles misteriosos

Las obras comienzan a fines de agosto y una vez finalizadas, en marzo próximo, la Casa Abierta Eastman podrá operar ya en sus nuevas funciones. Pero la restauración considera tres etapas en total. Recién se está hablando de la primera, que pone el foco en la reparación estructural y en las terminaciones del espacio principal de tres pisos. Las siguientes se encargarán de completar el área de los servicios y del jardín y su paisajismo, respectivamente.

"El diagnóstico es favorable. Como se trata de una casa de madera con rellenos de ladrillo, es muy liviana y flexible. Para el terremoto sufrió desprendimiento de estucos, pero su estructura está a salvo. Sus daños están, más bien, en la falta de mantención y la humedad acumulada. Parte del proyecto incluye cambiar las instalaciones eléctricas y sanitarias, y rehabilitar todos sus espacios, incluido un acceso principal a la propiedad, para su uso cultural y turístico", dice Irarrázabal.

En ese punto se detiene también el alcalde Morales, proyectando el atractivo que significará también la visita a los túneles descubiertos allí, que generan una red de unos 4 mil metros de recorridos subterráneos.

"Esos túneles eran de conocimiento general del pueblo. Han caído en un misterio por el paso del tiempo, pero la mayor parte de la gente que vivió allí en los 60 y 70 los recuerda", señala el historiador Fernando Wilson, de la U. Adolfo Ibáñez, que está realizando la investigación de esta red bajo tierra. "Se ha excluido una antigua función militar, pues no contaban con las dimensiones para desplazar dos caballos y un cañón a lo ancho. Eran acequias destinadas al regadío, y cuando se levantó la ciudad de Limache esta red fue soterrada para no interrumpir el trazado urbano", explica.

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