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"Blue Jay", de Mark Duplass

Volver al pasado

domingo, 09 de abril de 2017

Ernesto Ayala
Artes y Letras
El Mercurio




"Blue Jay" es la última cinta de Mark Duplass. No está dirigida por él, sino por Alex Lehmann, que ha hecho su carrera hasta el momento como director de fotografía. Pero Duplass la escribió, la protagonizó y la produjo con la compañía que comparte con su hermano Jay, con el que antes habían codirigido comedias, llenas de inteligencia y sensibilidad. "Blu Jay" es una cinta de bajo presupuesto, deliberadamente sencilla. La película, de hecho, tuvo un estreno en cines muy restringido y prácticamente salió directo a Netflix. Cuenta el encuentro de Jim (el mismo Duplass) con Amanda (Sarah Paulson), un viejo amor del colegio. Se pillan por casualidad en un supermercado, en el pequeño pueblo de montaña donde se conocieron y que ambos visitan por hechos aparentemente fortuitos: él, porque su madre murió recién; ella, porque su hermana está a punto de parir. Nacimiento y muerte, sin embargo, luego se aprenderá, son instancias críticas del pasado que compartieron. Anudados por cierta tensión indefinible, Jim y Amanda se toman luego un café y luego siguen a lo largo de la tarde y la noche.

"Blue jay" no cuenta mucho más que esto. Es evidente que tiene antecedentes en "La mujer de al lado" (1981), de Truffaut, y en "Antes del atardecer" (2004), de Linklater, aunque no llega tan lejos ni tan hondo. Pero no nos perdamos. "Blue Jay" es una película perfecta para un domingo en la tarde, especialmente si es invierno. Y es un estupendo ejemplo de lo mucho que puede hacerse con un presupuesto ínfimo (la cinta, de hecho, se filmó en solo una semana). Sarah Paulson está especialmente bien y llena la pantalla de gracia y contención, con un talento especialmente fino para transmitir con la mirada lo que no puede más que callar (a su lado, Mark Duplass se ve tieso, incluso si uno considera que el personaje en sí es torpe y tieso). La cinta, por cierto, logra ponernos en aquella situación en que el pasado aparece repentinamente y uno se da cuenta de que no está cerca de liberarse de las preguntas abiertas, de los casos que no han cerrado, de las ausencias que aún pesan.

La cinta menosprecia su material y se queda corta, sin embargo, en dos planos.

Uno es el futuro. La cinta es conservadora por razones que no se pueden detallar aquí sin contar demasiado de la trama, pero lo es especialmente porque no se hace cargo de lo que pasará con Jim y Amanda después del intenso encuentro que presenciamos. Está bien: la película debe cerrar, pero ¿también su relación? ¿Es eso posible para ellos? La pregunta es válida cuando ambos, a fines de sus treinta y tanto, no parecen especialmente satisfechos con sus vidas. Gran parte de lo que Linklater logró en su cinta de 2004 tiene relación con las expectativas que nacen de ambos protagonistas a partir de su encuentro, una fuerza motora que no puede evadirse sin faltar a la verdad.

Una segunda debilidad de la cinta está en la puesta en escena. Lehmann es un chico con poco vuelo. La opción de hacer la cinta en blanco y negro es correcta, pero no la salva de su llaneza televisiva. Es cierto que no debe haber nada más difícil que filmar a una pareja conversando. La acción es tan mínima que no hay de dónde afirmarse. Pero hay formas de lograrlo, hay maestros de donde aprender, hay recursos a los que recurrir. "Blue Jay", en ese sentido, tiende a ser literal y deja poco espacio para la ambigüedad, para la celebración o para dar cuenta con elocuencia de esas zonas en suspenso que a veces se abren entre las personas.

BLUE JAY
Dirigida por Alex Lehmann
Con Mark Duplass y Sarah Paulson.
Estados Unidos, 2016,
80 minutos.

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