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Publicaciones "Réplicas de arte. Selección de escritos":

Marco Bontá y los inicios del arte moderno en Chile

domingo, 26 de marzo de 2017

Catalina Aguilar
Artes y Letras
El Mercurio

Fue pintor, grabador y gestor cultural; su mayor obra fue la fundación del Museo de Arte Contemporáneo y se caracterizó por ser de los pocos artistas que, además de dedicarse a la pintura, escribieron y reflexionaron sobre la situación del arte en el país.



De fornido semblante, siempre bien vestido y muy seguro de sí mismo, Marco Aurelio Bontá se imponía por presencia física, pero además poseía un gran nivel cultural; fue masón y, como buen descendiente de italianos, era dueño de una potente personalidad. Talentoso pintor, grabador, profesor y gestor cultural, no pasaba inadvertido, y menos si de sus escritos se trataba, ya que por medio de las letras se enfrentó a todo aquel que contradijera sus pensamientos y a través de ellas también planteó sus ideales, dejando en claro que fue un hombre adelantado a su época.

"Era un tipo de una gran intuición y sensibilidad, le gustaba leer, tuvo la disciplina de escribir durante 40 años y tenía una muy buena biblioteca. Con estas cosas ya estamos marcando una gran diferencia con el resto de los artistas visuales", señala el académico y teórico del arte de la U. de Chile Enrique Solanich.

Desde sus inicios como pintor en la Academia de Bellas Artes, y con solo 22 años, ya demostraba tener un pensamiento singular frente al arte y a sí mismo. Fue entrevistado por un periodista del diario Las Últimas Noticias, quien acudió a la escuela para conocer a las nuevas generaciones de jóvenes pintores, y en ese encuentro Bontá dijo sentado frente a su tela: "Nunca he podido aceptar la tutela de un profesor, y menos en arte. Quiero permanecer original, sincero, ser yo, nada más que yo".

Marco Bontá formó parte de la generación del 28, una serie de artistas que viajaron a Europa becados por el Estado, y allí conoció a las vanguardias artísticas y a la modernidad en persona. De vuelta en Chile, fue profesor del primer taller de grabado de la Escuela de Artes Aplicadas de la U. de Chile, y posteriormente fue contratado por el gobierno de Venezuela como asesor de educación artística. Se casó tres veces y nunca tuvo hijos. Su obra fundamental fue la creación del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) que este año cumple 70 años de existencia.

Como celebración del aniversario del museo, Solanich, con el apoyo de RIL Editores, publicó este año el libro "Réplicas de arte, selección de escritos" de Marco Aurelio Bontá. Una recopilación de los textos que el pintor publicó en diversos diarios nacionales como Los Tiempos, Las Ultimas Noticias, La Nación y El Mercurio, en los que planteó sus ideas sobre el arte en Chile entre los años 30 y 70. En aquellos escritos se destacó como casi el único artista chileno que además de pintar también se dedicó a escribir y reflexionar sobre arte.

Dentro de los temas más polémicos que aparecen en esta selección se encuentra la tensa relación entre el pintor y los críticos de arte del país, quienes para él no tenían mayor peso académico. "Bontá pensaba que la crítica estaba atrasada, los comentarios eran muy generales y superficiales, y no tenían ninguna preparación y ningún conocimiento", dice Solanich sobre la opinión de Bontá desde su experiencia en Europa y sus amplios conocimientos como académico.

Uno de ellos fue Albrecht Goldsmith, un alemán que escribía en el diario La Nación y que Bontá catalogaba de farsante. Sin embargo, con quien tuvo mayores desencuentros fue con Antonio Romera.

Según cuenta Solanich, a diferencia del resto de los críticos, Romera fue un personaje que le dio un tono académico y conceptual a la crítica de arte en Chile, transformándose en un verdadero aporte: "Él era español, y 10 años después de llegar al país lanzó el libro 'Historia de la pintura chilena' (1951), que se convirtió en una guía para todos los académicos y críticos de arte, incluso en la actualidad", dice.

Sin embargo, tenía una pésima relación con Bontá. Uno de los grandes conflictos tuvo lugar cuando Bontá lanzó el libro "Cien años de pintura chilena" en 1959, y el crítico hizo un comentario poco halagador refiriéndose a esta publicación como un "librito" muy simple que publicó un señor sobre su visión de la pintura chilena. Comentarios como estos generaban acaloradas discusiones entre ambos rivales en las páginas de los diarios.

No obstante, pese a la mala relación entre el crítico y el pintor, Solanich cuenta que cuando Bontá murió, en diciembre de 1974, Romera, inesperadamente, escribió en El Mercurio un homenaje a su obra: "Yo diría que ese escrito fue una especie de reconciliación por parte de Romera", dice. Y como si se tratara de un presagio, el crítico español falleció siete meses después.

Fundación del MAC

"Desde principios del siglo XX hubo una necesidad de un espacio para el arte moderno", dice Solanich, porque el Museo de Bellas Artes ya era considerado como sinónimo del siglo XIX. Incluso el pintor Nemesio Antúnez, cuando fue su director en 1969, dijo: "Voy a convertir en museo este mausoleo".

Este elemento, además de la efervescencia cultural que existía en el ambiente artístico en los años cuarenta gracias a la labor de la U. de Chile en la difusión de las artes, fue absorbido y traducido por Bontá en la creación del MAC. La gestión fue intensa, con pocos recursos consiguió el edificio "El Partenón" en la Quinta Normal y con la ayuda de sus pares artistas, quienes donaron sus cuadros, se inauguró el MAC en 1947.

Muchas de sus ideas influyeron en la creación de este museo, especialmente las referidas a la importancia de la difusión de las artes, por lo que estableció la entrada gratuita. "Especialmente para quienes no tenían acceso a estos bienes, lo que, según el pintor, ayudaría a incrementar el capital cultural de la población y ampliar la percepción estética de los ciudadanos", apunta Solanich.

El museo que comenzó con 30 obras, hoy posee más de 2.800. "Bontá estaría orgulloso, ya que con 70 años el MAC está plenamente realizado. Fue como el hijo que nunca tuvo", comenta el académico.

Una modernidad americana

Marco Aurelio Bontá fue un fiel defensor de la modernidad y abogaba por que la academia se abriera a estas nuevas vanguardias. El pintor no solo apelaba a la difusión del modernismo en Chile, sino que también a la autenticidad de los artistas en sus procesos creativos. Por eso fue muy crítico con los pintores que copiaban las ideas de los grandes artistas modernos europeos. "Es proverbial la noble decisión de Matisse, que cerró definitivamente las puertas de su academia al percatarse de que sus alumnos se habían convertido en vulgares imitadores de su pintura", ejemplifica Bontá en una de sus publicaciones, refiriéndose también a la acción y superficialidad de muchos jóvenes pintores chilenos.

A través de las lecturas del libro, Solanich advierte una interesante reflexión en el pensamiento del pintor: "Bontá, siendo un hombre que conoció la modernidad, se volcó a promover una pintura que rescatara las raíces vernáculas americanas, lo criollo y lo costumbrista". Este concepto surgió durante sus viajes por Europa, donde las vanguardias estaban apoyadas en una fuerte tradición, pero no podían traslaparse a América. Así, el pintor abogó por los paisajes, personajes e imaginarios tradicionales americanos como fuente de inspiración. "Pero eso no cuajaba mucho con la modernidad", dice Solanich. "Este artista que pregonaba la necesidad de un Museo de Arte Contemporáneo hizo una pintura que está más cerca del siglo XIX que del XX", agrega. Por eso, el académico asegura que la pintura de Bontá se quedó en la figuración y nunca llegó a la abstracción. "Incluso no entendía mucho la pintura abstracta", dice, y agrega que el pintor solía criticar a los cubistas y tenía conflictos con el Grupo Rectángulo. En definitiva, Bontá, si bien era modernista, no apostaba por la contemporaneidad radical.

De todas formas, Solanich asegura que Bontá tuvo una gran importancia, especialmente por su gestión al fundar el MAC, y comenta que cuando les hace clases a sus alumnos en la universidad les pregunta: "¿Hay algún Bontá entre nosotros que tenga la valentía de armar un museo?", aludiendo al coraje de un hombre que según Solanich "tiene un capítulo ganado en la historia del arte del siglo XX en Chile".

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