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Entrevista Chavismo y crisis venezolana:

Rodrigo Blanco: "No me interesa hacer la novela del dictador"

domingo, 26 de marzo de 2017

Roberto Careaga C.
Revista de Libros
El Mercurio

El escritor venezolano cosechó elogios con su primera novela, The night , un relato que tiene como telón de fondo la crisis social en que está sumida Venezuela. Pero en vez de hablar de Hugo Chávez, habla de su país a través de narradores trastocados por la literatura.



Realismo gótico. Ese es el género que pretende fundar Matías Rye y así se lo dice a su amigo, el psiquiatra Miguel Ardiles, una noche en que las luces se apagan temprano en Caracas. Están en un local de comida china al que acostumbran ir, la electricidad se corta como una medida de reducción de gastos del gobierno y afuera la ciudad oscura se vuelve una caverna violenta. Matías quiere escribir una novela justamente sobre eso de allá afuera, donde los asesinatos se han vuelto parte natural del paisaje social, pero la vida lo va enredar en trampas literarias, escritores perdidos y mujeres misteriosas. Es el comienzo de una trama laberíntica que da forma a The night , la alabada primera novela del escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981), en la que late como un monstruo indiferente y peligroso la historia reciente de su país.

Publicada por editorial Alfaguara, la novela apareció en medio de altas expectativas: manejado por la agencia literaria de la fallecida Carmen Balcells, Blanco Calderón llevó el manuscrito de The night a la Feria de Frankfurt 2015 y allá su nombre, hasta entonces asociado solo a la escritura de cuentos, corrió entre editores del mundo hasta llegar, también, a oídos del equipo del prestigioso sello francés Gallimard, que la publicó en 2016. Las expectativas también crecieron porque, a primera vista, el libro parece ser la tan esperada novela sobre la Venezuela de Hugo Chávez. "Para nada. El nombre de Chávez no aparece en ninguna parte", niega el autor al teléfono desde París, donde vive hoy.

Y es cierto, no aparece ni la sombra de Chávez en The night . Aunque el eco de su impacto en Venezuela es como el telón de fondo de la sociedad que se descompone: las calles de Caracas se han vuelto peligrosas, las inundan motociclistas ladrones, las acechan las sombras. Sobre este terreno los personajes de Matías Rye y Miguel Ardiles mantienen un diálogo amistoso, muchas veces sobre la trama de la novela que escribe el primero y por la que ronda el médico Edmond Montesinos, un psiquiatra que asesinó a varios pacientes y salió impune. Pero también hablan de otros escritores y, así, The night se despliega como una muñeca rusa: las obsesiones lingüísticas de un personaje llevan al libro a narrar la vida de Darío Lancini, un poeta venezolano real pero a la vez casi secreto, autor de un libro hecho solo de palíndromos: "Oír a Darío". Su historia es la de un escritor de culto, pero también la de un hombre de izquierda forjado en los 70.

Así se mueve The night . Avanzando en múltiples historias, se revela como un reflejo de un país que naufraga, habitado por hombres desesperados, a veces trastocados por hechos dramáticos, otros por el poder del lenguaje. Por momentos, la novela pareciera desbordarse, pero quizás se trata de un plan deliberado de Blanco Calderón para que el personaje de Miguel Ardiles anude los cabos sueltos. No es casual que el lector vea cómo Ardiles amarra historias desperdigadas. "Hay una evidente comunión entre lo que yo narro y el propio proceso de construcción de la novela. Está ligado a mi lectura de Respiración artificial , de Ricardo Piglia: para mí fue liberador saber que el propio proceso de investigación y escritura era también materia narrativa", dice Blanco Calderón. Y agrega: "El psiquiatra Ardiles es el punto de cruce de todo lo que está pasando y es quien intenta organizar algo que parece un archivo, que parece una novela y que termina siendo esta cosa que es The night ".

-Todos los personajes de la novela en algún momento escriben, casi para redimir su existencia. ¿Es un reflejo de su caso ante la literatura?

-Ahí yo veo una especie de representación altamente exagerada de lo que es mi interés y a veces obsesión por el lenguaje. Me gustan mucho los personajes límites que, un poco en clave borgeana o pigliana o de Bolaño, se trastocan por un acto de lectura demasiado intensa. En todos los personajes de The night hay una necesidad de darle sentido a la vida, ya sea la vida personal o lo que está sucediendo en su sociedad, a través del lenguaje y través de la literatura. De hecho, Miguel Ardiles ve la práctica terapéutica psiquiátrica como una práctica de la narrativa.

-Entiendo que el origen del libro está en un papel que recibió en la calle con escritos políticos sobre Venezuela.

-Hacia 2003 estaba en Caracas a la medianoche, esperando un autobús. Cuando un hombre blanco, muy corpulento, de barba roja, se acercó en su motocicleta y me entregó en medio de la noche un papel y arrancó. Era una especie de advertencia apocalíptica. Ese papel lo guardé e hice un cuento que captaba apenas la idea de un motorizado que reparte mensajes apocalípticos por Caracas. No prosperó. Pero muchas de las ideas planteadas por ese paranoico motorizado se cumplieron.

-A "The night" se le ha puesto quizás muy fácilmente el rótulo de novela sobre el chavismo. ¿Nunca sintió la tentación de escribir un libro así?

-Creo que mucha gente, tanto editores como escritores, están esperando la gran novela del chavismo, pero a mí simplemente no me interesa, por el sencillo hecho de que Chávez, como personaje, no me interesa. No me interesa hacer la novela del dictador. Lo que está pasando ahora en Venezuela es un capítulo más de una larga historia, que no es solo venezolana, sino también latinoamericana, de la presencia de lo militar dentro de la vida civil. Creo que en mi novela apunto a cuestiones menos coyunturales y más de fondo, y ahí toco más bien la experiencia de la noche, que es el contexto para hablar de la experiencia del mal y que esa sí es universal.

-Pero en la novela aparece la situación política venezolana reciente.

-No siento que sea una novela sobre los conflictos de la Venezuela contemporánea. Evidentemente esos conflictos están allí, de hecho la novela arranca estableciendo muy claramente el contexto. Y es cierto que aparece un presente de asesinatos de mujeres, de apagones, de violencia, pero es una especie de paroxismo de una historia que, en realidad, es anterior. Por ejemplo, el personaje de Edmond Montesinos, que está basado en un personaje real de la historia psiquiátrica y criminal venezolana, te dice que lamentablemente en Venezuela, antes de lo que hoy se conoce como el chavismo, existía una tradición de criminalidad e impunidad que explica un poco la situación tan dramática en que nos encontramos hoy. Entonces, si existe un juicio en la novela es mucho más amplio: retrata una sociedad que esconde a criminales porque pertenecen a esferas de poder.

-¿Cuál fue la sensación con que se fue la última vez que estuvo en Venezuela?

-Una sensación muy lamentable. Estuve hace unos meses. Uno siente que el país está estancado hace varios años, hay una sensación de asfixia. Pareciera que ante el conflicto político, el gobierno de Nicolás Maduro, que hoy tiene instalada una dictadura, no tiene una solución a corto plazo. La ciudad de Caracas está aun peor de lo que yo la dejé: es una ciudad triste, vacía, en que la gente ya a las 6:00 de la tarde se retira, hay miedo, mucha violencia. Y hay una encrucijada terrible, que la produce a veces la falta de alimentos y siempre la hiperinflación. Pero, contra viento y marea, existen editoriales independientes que ante el retiro de las editoriales transnacionales, ante la falta total de apoyo del Estado, siguen insistiendo en editar libros que son de alta calidad. El año pasado se ha publicado una cantidad enorme de poesía y me emocionó mucho ver que la joven poesía venezolana está pisando fuerte.

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