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Competitividad de las exportaciones en jaque: ¿cómo revertirlo?

viernes, 24 de marzo de 2017

Economía y Negocios


Hermann González
BBVA Research

Cuando analizamos el rol de las exportaciones en el crecimiento, es necesario distinguir entre determinantes de corto y largo plazo. El problema de la diversificación de productos y destinos es una preocupación de largo plazo que con los incentivos adecuados los emprendedores chilenos sabrán resolver. En el corto plazo, el país tiene un problema de competitividad de las exportaciones que debe resolver para que los sectores exportadores recuperen un rol protagónico en el crecimiento y en la creación de riqueza.

El índice ICSE-BBVA que calcula y publica trimestralmente BBVA Research desde hace un año muestra en forma resumida cómo los precios internacionales, los costos de producción y el tipo de cambio determinan la competitividad de las exportaciones chilenas para los tres grandes sectores exportadores: minería, industria y agropecuario, silvícola y pesquero. Este indicador muestra que en los últimos cinco años, la competitividad de las exportaciones ha caído de forma persistente, como consecuencia de la caída de los precios en dólares de las exportaciones, del aumento de los costos internos de producción y de una insuficiente depreciación multilateral del peso.

En la mayoría de los mercados Chile es solo un actor más que toma precios y es poco lo que puede influir en ellos, lo que nos deja vulnerables a las condiciones de demanda internacional. El caso del precio del cobre es emblemático para ejemplificar este punto: la caída desde más de US$ 4 la libra a US$ 2 nos golpeó y nada pudimos hacer para evitarlo, a pesar de ser el mayor productor de cobre del mundo. Por otro lado, una mejora de precios de exportaciones como la que hemos visto en los últimos meses en el caso del cobre y del salmón, beneficia por igual a todos los países exportadores, sin generar ganancias de competitividad relativa.

El índice de competitividad de las exportaciones (ICSE-BBVA) se estabilizó en el cuarto trimestre de 2016 para el sector agrícola e industrial y repuntó para el sector minero, alcanzando el mayor nivel en un año y medio, desde mediados de 2015. En comparación interanual, la competitividad de las exportaciones mineras mejoró, mientras que volvió a caer la competitividad de las exportaciones industriales y de los sectores agropecuario, silvícola y pesquero (ASP).

Esta evolución se explica porque los precios de las exportaciones subieron para las tres categorías de envíos, aunque de forma más marcada en el caso de las exportaciones mineras. Sin embargo, el peso se apreció en términos multilaterales, contrarrestando total o parcialmente el aumento de precios, a lo que se sumó el aumento de las remuneraciones.

A nivel agregado las remuneraciones se desaceleraron en 2016, lo que constituye una mejora neta en la competitividad internacional de las exportaciones. Destacó la intensidad del ajuste en el sector minero, el que sumado al aumento del precio del cobre, pone al sector en una posición competitiva algo más confortable. En el caso de las exportaciones industriales, los precios también subieron en el último año, pero muy concentrados en el salmón, mientras que productos como el vino, la madera y la celulosa siguen muy rezagados.

La pérdida de la competitividad de las exportaciones ha sido muy relevante en los últimos años y si bien la estabilización o mejora observada en el margen es positiva, es insuficiente para recuperar el terreno perdido. Además, la tendencia reciente responde muy específicamente a la evolución de los precios de exportación de dos productos, lo que obliga a ser mucho más cauteloso en la interpretación y generalización de los resultados encontrados para el cuarto trimestre de 2016.

Para que el sector exportador vuelva a tener un rol protagónico como impulsor del crecimiento, se requiere un ajuste ya sea por la vía del tipo de cambio (una depreciación mayor y multilateral del peso) y/o por la vía de desinflación de precios o salarios. Mejoras basadas en mayores precios en dólares de las exportaciones, escapan casi totalmente del alcance de los exportadores locales y, además, no permiten mejorar la competitividad internacional de las exportaciones. Un ajuste más sano y menos doloroso es el primer mecanismo, el cual para concretarse requeriría de tasas de interés más bajas que las actuales. En cambio, el segundo mecanismo de ajuste sería más costoso porque sería compatible con una actividad que permanece débil o se debilita aun más y con un ajuste más acentuado del mercado laboral que implique mayores pérdidas de empleo y desaceleración (o caída) de las remuneraciones.

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