Durante tres días, científicos y responsables de un centenar de países debatieron en un seminario internacional, que finalizó ayer en Roma, las maneras de medir y ubicar en mapas el carbono orgánico del suelo, y cómo gestionar aquellos suelos con alto contenido de esa materia. También analizaron distintas prácticas y tecnologías que permiten conservar e incrementar el carbono orgánico del suelo, lo cual puede servir para evitar la degradación y para las estrategias de adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático. En la clausura del evento, ayer, el especialista de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Ronald Vargas detalló algunas conclusiones, entre ellas el llamado de los científicos a concentrar los esfuerzos en mantener el carbono en el suelo antes de tener que "secuestrarlo" cuando ya se ha liberado a la atmósfera. Los suelos contienen más carbono orgánico en su primer metro de superficie que la atmósfera y la vegetación terrestre juntas. El carbono se incorpora a la tierra tras haber sido capturado a través de las plantas o los residuos orgánicos, pero cuando los suelos se degradan, el carbono y otros gases de efecto invernadero se vuelven a liberar a la atmósfera, lo que contribuye al cambio climático. Al respecto, Vargas expresó su cautela sobre la capacidad real para hacerlo e instó a aportar pruebas científicas de los sitios en los que se puede llevar a cabo.